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Megan Montaner y Eva Ugarte se dan la mano en 'La buena suerte', una película que no solo las reúne por primera vez en la gran pantalla, sino que también las coloca frente a un reto interpretativo cargado de emoción, complejidad y magnetismo. Bajo una historia donde el azar y las decisiones personales se entrelazan, ambas actrices despliegan su talento para dar vida a dos personajes que se cruzan en el momento exacto en que todo puede cambiar. La producción es una adaptación de la novela homónima de Rosa Montero, donde se hace un canto a la necesidad de obligarse a vivir el presente, aunque no todo esté en su sitio o incluso patas arriba. «Es una historia de superación que va a tocar bastante el corazoncito», explicaban las invitadas a 'El Hormiguero'.
«Mi golpe de suerte fue el casting que hice con Berto Romero para 'Mira lo que has hecho', que además fui la última, una cosa muy mágica, y eso me cambió la carrera. Llevaba un año y medio en el que no pasaba nada», desvelaba Ugarte sobre el instante en que su trayectoria despegó. Lo de Montaner fue diferente. «A mí me cambió la serie 'Sin identidad', y también la llegada de '30 monedas', con Alex De la Iglesia, pero la buena suerte es que sigan saliendo proyectos y podamos seguir trabajando», apuntaba la artista.
Camarera, azafata… los oficios por los que ha pasado Megan Montaner antes de ser actriz son varios. «Era camarera de las que aguantan un montón porque cuando he vienen los típicos, a las tres o las cuatro de la mañana, ya un poco borrachos… Trabajaba en barra y servía a todo el mundo», contaba. Su compañera sumaba anécdotas. «Fui princesa en Disneyland París. Vendía joyas y figuritas de cristal. Quería ir a aprender francés y una amiga se animó. Y nos vestían de princesas, con una tiara y todo, y tenías que echarle morro. Era Blancanieves. Fue solo un mes», revelaba. Y ampliaba: «Una vez vi una pelea entre dos Buzz Lightyear. O veías a las princesas sumando un tanto amargadas… Mal, todo mal. Aquello, el mundo Disney, es como un máster en marketing. Te forman y todo el rato tienes que aparentar estar feliz. Venían todo el rato los jefes a vigilar si dejabas de sonreír. Yo lo recuerdo duro».
Los comienzos siempre son difíciles, así que los consejos siempre vienen bien. A Montaner le brindó uno un productor. «Me dijo que me alejara de la mierda y fuera un enigma», descubría. Fue al inicio de su carrera. «Y he intentado seguirlo», asumía. A Eva también le orientaron. «A veces, en un rodaje te pones nerviosa y te empieza a molestar que te toquen y te muevan, que te digan que te pongas aquí o allá. Y tú crees que esos nervios van en contra de lo que le está pasando a tu personaje. Y un compañero me dijo que lo que me pasaba a mí, también le pasaba a mi personaje. Que lo incorporara. Y, de repente, todo eso que te está pasando, te está alimentando para la interpretación, te enciende más», manifestaba
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