Ernesto Sevilla desvela en 'El Hormiguero' la broma que le gastó a Joaquín Reyes en un tren: «Se quedó dormido y…»
Los cómicos presentaron la película 'Sin cobertura' y descubrieron algunas de sus peculiaridades: «Soy clinofílico»
La unión de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla garantiza carcajadas, y si lo que presentan se llama 'Sin cobertura', los cómicos apuestan fuerte aunque se queden sin wifi. Los reyes del humor manchego, conocidos por transformar lo cotidiano en un disparate delirante, llegaban a 'El Hormiguero' con su nueva película, donde la falta de señal es solo la excusa para sumergirnos en un enredo lleno de situaciones absurdas, chistes marca de la casa y ese toque de humor loco que los ha convertido en referentes. «Yo hago de un rey medieval, estoy arrebatador», desvelaba con sorna Joaquín. Su compañero añadía: «Ahora mismo hay que decir que Joaquín ya ha hablado más que en la película». La guasa se acumulaba.
«Es una película para toda la familia. Muy graciosa, por fin he hecho una comedia. Y además tiene un ingrediente de fantasía, y eso sí que es nuevo en mi filmografía», comentaba Ernesto sobre el largometraje en el que sus personajes viajan en el tiempo. En el filme hay muchos peques protagonistas, y relacionarse con la infancia no se le da bien a Sevilla. «Pero esto está cambiando. En mis últimas películas, he tenido que trabajar con niños y me ponía muy nervioso, pero les estoy cogiendo mucho cariño. Es que son mucho más listos que yo. Puedes hablar con ellos de cine y de películas. Y yo les digo que luego van a crecer y tendrán que pagar impuestos», bromeaba.
Ernesto Sevilla y @enjutomojamuto nos presentan “Sin Cobertura”, una de las películas del verano, que llega a los cines el 22 de agosto #ErnestoJoaquínEH pic.twitter.com/oc1j5ft2RD
— El Hormiguero (@El_Hormiguero) June 24, 2025
«A mí me encantaría que me soltaran ahora mismo en la Edad Media. Soy muy medievalista. A vivir aventuras, aunque a lo mejor solo duraba un finde porque, allí, cualquier cosa que dijeras ya podía ser una herejía. Pero luego lo pasaban muy bien», aseguraba Reyes convencido de lo bueno que sería viajar al pasado. Su amigo torcía el gesto al pensar en perder algunos avances tecnológicos. «Yo es que estoy todo el día mirando el móvil. Sobre todo, veo muchos vídeos de YouTube. Veo cosas raras. Mi algoritmo está loco. Eso o soy un enfermo», manifestaba con humor.
Joaquín ya le había confesado a Motos varias de sus peculiaridades, lo que aún no sabía es que también es clinofílico. «Es que me gusta estar tumbado. Mi posición ideal no es estar erguido, bípedo, es estar tumbado. Sin que haya ninguna causa fisiológica, simplemente por gusto. Y encamado», explicaba el actor. El presentador preguntaba con sarcasmo qué diferencia había entre eso y ser un vago. «Ninguna, pero es una explicación más técnica. El otro día me llamó Ernesto a las ocho y cuarto, y ya estaba en la cama. Se extrañó. Es que es como mejor se está», declaraba.
Comer en la cama
Ernesto no le va a la zaga. Se ha comprado una bandeja de hospital para poder comer en la cama. «Es que a mí me gusta estar como en 'Mar adentro', todo el día tumbado. Me gusta mucho ver películas y me compré una tele muy tocha para mi cuarto. Y me he comprado cosas como para no salir de ahí en mucho tiempo. Tengo una almohada en forma de cuña, como si fuese un hospital, y una mesa de hospital. Me falta personal para que sea como un hospital», comentaba jocoso.
Otra particularidad de Reyes es que tiene estornudo fótico. «Cuando me da la luz, estornudo. La luz del sol y la eléctrica. Son cosillas», confesaba. «Y también te ahogas con tu propia saliva, eso cuéntalo también», animaba Sevilla. Y el aludido asentía. «Una de las cosas que tiene cumplir años es que te ahogas con tu propia saliva. La vida te regala muchas cosas», asumía.
Lo que les gusta a ambos son las bromas. «Joaquín las encaja muy bien. Un día se quedó dormido en el AVE y cogí uno de sus rotuladores, porque él siempre está haciendo dibujicos, y con mucha paciencia estuve pintándole toda la cara con diferentes motivos. Una polla con alas y cosas así. Lo que no sabía es que era indeleble, que no se podía quitar. Al final, se despertó y vinieron a ofrecernos bebidas. Y el camarero, al verle, casi se muere de la risa, pero no dijo nada. Joaquín se quedó extrañado, pero no se enteraba. Hasta que pasamos por un túnel y se vio reflejado en el cristal», recordaba entre risas.
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