«Soy creyente a veces, cuando me conviene»

- ¿Volver es un verbo que le gusta?

- Sí, ahora es necesario el reencuentro y el agradecimiento por las bendiciones de seguir vivita y coleando, je, je... Y porque uno vuelve más consciente. Hasta a ustedes los veo diferentes aquí en España.

- ¿Ah, sí, en qué?

- Pues los veo como no tan desbordados, como un poco más cuidadosos. Todos vamos con más cuidado, quizás con un poco de temor... Pero el miedo a Dios nunca le hizo daño a nadie.

- ¿Es creyente?

- A veces sí. Cuando me conviene, ja, ja, ja...

- De tan cuidadosos, nos estamos armando hasta los dientes.

- Bueno, es que hay líderes que están locos y se creen superiores. Con Trump también vivimos situaciones de racismo y de lenguajes que nos remontan al medievo. Pero la política es compleja y yo no soy política.

- Su canción 'Cariñito' no es precisamente la más militante.

- No, claro. Hay momentos para todo. También he cantado algunos temas que los han interpretado muy políticamente y me han costado la censura. Pero mi intención es hablar con la verdad, cómo no.

- ¿Y qué opina de la derogación del derecho al aborto en Estados Unidos?

- Me parece un gran error por parte de la sociedad norteamericana. Se luchó mucho para conseguirlo y ahora se vuelve a perder. Es una pena, habla de una sociedad conformista y sobre todo desinformada. Ahora le toca a la juventud volver a batallar para recuperar ese derecho.

- ¿Pesa ser la sucesora 'oficial' de Chavela Vargas?

- Yo me considero marginal, de ahí vine, ahí me hice, siempre sintiéndome un poco 'afuera de'. Y pienso que ella también se sintió como al margen, por eso se identificó conmigo. Y yo con ella, por aguerrida y por ser una mujer tan divertida, ja, ja, ja... No tenía pelos en la lengua. Las dos hemos luchado contra ciertos prejuicios. Cuesta, pero yo siento que en algunas cosas he ganado.

- ¿Por ejemplo?

- Pues contra el racismo. Yo soy 'mexicoamericana'. Nací en Oaxaca pero también tengo sangre anglosajona. Y en mi país siempre ha habido discriminación hacia las personas que nos hemos ido a vivir a Estados Unidos o que tenemos raíces ahí. No me quejo, al contrario, creo que es una fuerza para mí demostrar la diversidad que tenemos en México.

- Se siente marginal pero no nació en la pobreza. Incluso figura en la revista 'Forbes' como una artista influyente...

- Soy en parte indígena y en México hay una discriminación a los que somos así. Mi madre es una mujer cuyo primer idioma es el mixteco. Claro, yo ya crecí en una cuna de mayor comodidad y tuve una educación. Pero a mis 16 años muere mi padre y mi madre y yo nos quedamos solas. Me considero al margen porque siempre faltó un hombre en la familia. Lo tuve en mi niñez, fue un artista, pintor, cineasta, profesor universitario... Aprendí de mujeres como mi abuela, que hacen tortillas en un comal de barro. Eso es parte de mi niñez y de mi fuerza.

- ¿Y cómo hace para no perder pie?

- Sigo en contacto con ellas. Vivo de nuevo en Oaxaca desde hace seis años. Mi esposo está ahí. Aunque viví en Nueva York diez años, siempre estaba volviendo a mi tierra, apoyando, haciendo proyectos, no nada más cantando. Tengo además dos hijos adoptivos de Oaxaca, uno de 12 y otra de cinco años.

- ¿Prefirió arropar a niños que ya existían antes que traer nuevos seres a este mundo?

- Eso se decidió genéticamente. No pude hacerlo. Pero ya no me causa dolor, me lo causó en su momento. Luego me di cuenta de que yo soy un poco diferente. La parte de apoyar y de dar es muy importante en mi vida.