A Guardiola, que va en bici, le persigue de noche desde otra bici un tío de tez oscura que vocifera como un poseso. Quiere algo ... y lo quiere ya. Así que Guardiola primero huye despavorido y al ver que no se lo puede quitar de encima, da por hecho que lo que intenta semejante loco es robarle su bicicleta, se detiene y se la ofrece. Pero resulta que el desquiciado perseguidor solo quería un selfi con el entrenador del Manchester City... Ese vídeo es ahora mismo más viral que la covid-19, y quienes ya de antes detestaban a Guardiola lo han aprovechado para ponerle a bajar de un burro (de la bici ya se baja él por su cuenta). No es que me caiga especialmente bien el exentrenador del Barça. Siempre me ha parecido sobrado de pedantería y falto de naturalidad. Pero la verdad es que ese vídeo lo humaniza. Pienso que cualquier persona (no digamos ya cualquier mujer) puede entenderle. Porque a ti te persigue de noche en una calle desierta de Mánchester o de Albacete alguien gritando de esa manera y sales corriendo despavorido o echas mano del spray antivioladores.
No le veo a Guardiola yendo por la vida con un spray de esos, aunque con los fans que se gasta tal vez debería... Pep tiene sus propios métodos disuasorios: entiende que lo que él posee lo anhelan otras personas y que ante el dilema de la bolsa o la vida, siempre hay que soltar la bolsa. En este caso, la bici. Pero dejemos de acusarle de prejuicios racistas porque aquí lo que intimida es la histeria del perseguidor, ya sea negro, blanco, amarillo, verde (si es verde, con más razón), ya vaya con sudadera o con un traje de Armani. Lo que le ha faltado a Guardiola no es empatía sino un cursillo de 'mancunian accent' para entender que lo que le pedía su perseguidor en 'slang' era una foto.
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