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El Casco Viejo: corazón antiguo, ilusiones nuevas
Bohemios, modernos, vecinos de toda la vida, turistas, comerciantes de los de antes, emprendedores... todos tienen su hueco en este intenso rincón de la ciudad
iñaki andrés
Sábado, 8 de abril 2017
Aunque la gente va con prisa, muchos hacen un alto para comprar unas castañas asadas, que dan aroma a la Plaza Unamuno.
Vista del Casco Viejo, desde la subida al Pagasarri, con la torre de la catedral de Santiago sobresaliendo y los campos de fútbol de Mallona al fondo.
Los soportales de la Ribera, con sus comercios a pleno rendimiento.
Compras, un café en una terraza... el Casco Viejo es un hervidero de actividad.
Algunos murales ponen color a los rincones más sombríos y, como el cantón J. Etxebarria, 'Kamaroi'.
En las calles más comerciales, como Bidebarrieta, se dan cita personas de todas las edades.
Los charcos también son 'espejos' en la Plaza Nueva.
La Plaza Nueva, con sus luces y sus sombras.
El comercio es uno de los motores de este rincón de la ciudad. En la imagen, la Plaza de la Cruz.
Manuel, guitarrista argentino que pone banda sonora a muchas esquinas del Casco Viejo, como Bidebarrieta.
Turistas y vecinos de toda la vida se cruzan en las calles.
Bolsas de compras, móviles... a los transeúntes a veces se les acumula el trabajo.
Tras las compras, un café y un vistazo al periódico, junto a la Ribera.
Alguien 'nada' por encima de las personas que van por los soportales de la Ribera, que caminan ajenos a ello. El mural es 'La leyenda de Kixmi', de Roberto Zabildea.
La brisa de la ría y un poquito de sol animan a algunos a enseñar las pantorrilas a la primavera junto al mercado de la Ribera y la iglesia de San Antón.
Dos mujeres hacen un alto junto a la ría, al lado del mercado de la Ribera.
A todo el mundo, incluidos los perritos, le gusta ver la vida pasar junto a la ría.
Un poco de color para animar el suelo de Bilbao, en el puente peatonal de la Ribera.
Una chica cruza la ría.
En las alturas, el Casco Viejo exhibe todo un mundo de formas: farolas, la cúpula de la Iglesia de San Antón y el mercado de La Ribera.
Los escaparates 'atrapan' a veces estampas de la ciudad, como este reflejo de la catedral.
El Teatro Arriaga, punto de encuentro por excelencia y zona de paso muy concurrida.
Una señora pasea con su perro junto a la iglesia de San Antón.
Vendedor de la ONCE en La Ribera.
La catedral, al fondo y enmarcada por el cantón Alejandro de la Sota.
La 'fauna' del Casco Viejo es muy heterogénea, como se aprecia en la Plaza de La Cruz.
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