«El verano es un laboratorio perfecto para que los niños descubran que aprender es placentero»
La clave está en que «no lo perciban como una obligación escolar, sino como una manera de relacionarse con su entorno», sostiene la profesora Cristina de la Peña, de la UNIR
Leire Larrazabal
Jueves, 31 de julio 2025, 20:13
Hace tiempo que las clases tocaron a su fin pero el aprendizaje no debe descansar aunque estén inmersos en plenas vacaciones. Es más, el verano puede ser una oportunidad para que los niños refuercen conocimientos sin la presión de las tareas escolares. No se trata de tener a los niños pegados a los cuadernos, sino de lograr una continuidad del aprendizaje a la vez divertida y eficiente, que evite que septiembre se haga muy cuesta arriba. Cristina de la Peña es profesora e investigadora de la Universidad Internancional de La Rioja (UNIR) y nos da las claves para un verano fructífero.
- El aprendizaje no descansa en verano.
- El verano sirve para parar, desconectar, y aprender haciendo cosas que nos gustan. El aprendizaje nunca se aparca, va con nosotros, lo que cambia es el tipo, modo y contenido de ese aprendizaje. En verano aprendemos a negociar normas cuando jugamos con amigos o a planificar cuando tenemos que decidir a qué, cómo y con quién jugamos. Esto también es aprendizaje! Es un aprendizaje que colma el bienestar personal.
- Tanto los que han aprobado el curso como los que han tenido algún traspié.
- Para todos, el verano no es sinónimo de 'no hacer nada' o 'inactividad', el verano es sinónimo de 'actividad lúdica'. El verano es un espacio de tiempo en el que los niños hacen cosas diferentes a la rutina diaria de los diez meses escolares. Esto supone disfrutar de realizar actividades con otras personas, a otro ritmo más relajado, distintas y divertidas.
En el caso de niños con algún 'traspié', la diferencia está en introducir en la actividad veraniega, un ratito a reforzar aquellos contenidos o aprendizajes mediante juegos o tareas lúdicas. Lo importante es que el estudiante al que no le gusta hacer sumas, no esté todo el verano 1 hora por la mañana haciendo sumas con un papel, a lo mejor podemos, animarle a que sume los niños que tienen bañador verde y rojo en la piscina, los números de las letras de una palabra mientras vamos paseando. Los procesos cognitivos del cálculo que estamos estimulando en ambas situaciones son los mismos pero el aprendizaje práctico es diferente, el primero es mecánico y el segundo es significativo.
- El verano no es ningún paréntesis, ya que si no hacen nada la vuelta puede ser brutal. Septiembre puede ser una cuesta arriba total, una pendiente muy pronunciada.
- Estamos partiendo de una premisa: ¿qué niño no hace nada en verano? ¡Los niños hacen muchas cosas en verano! Los veranos están enriquecidos de actividades diversas, desde campamentos, juegos en la calle, excursiones a sitios ya conocidos o desconocidos, hacer amigos nuevos, hasta realizar tareas domésticas, etc. Todas estas actividades están estimulando los procesos cognitivos y afectivos sobre los que se asientan los aprendizajes académicos, como la lectura o matemáticas por ejemplo, y las competencias socio-emocionales que son la base de la formación y bienestar integral de cualquier persona.
No obstante, para aprendizajes que requieren continuidad como puede ser la lectura o escritura, durante el verano hay que seguir trabajándolos, aunque de un modo diferente. La evidencia neuropsicológica nos señala que, cuando pasamos largos períodos sin entrenar determinadas habilidades cognitivas, se produce una pérdida de automatismos que después hay que volver a reconstruir. Esto podría hacer que, septiembre se sienta como una cuesta para los que tuvieron buenos resultados y para los que enfrentaron más dificultades. Por eso, en verano es importante mantener activo el cerebro pero sin convertir las vacaciones en una extensión del curso. Ahora, si hablamos de niños con alguna dificultad o alguna asignatura que se nos ha atravesado durante el curso escolar, ese 'traspié' que hemos tenido, entonces, se puede realizar un programa de carácter lúdico con los contenidos curriculares o aspectos concretos a trabajar. Se puede reforzar una asignatura o contenido pero sin caer en el castigo y en la repetición de lo que no funcionó. Por ejemplo, si tengo muchas faltas de ortografía podemos escribir un diario o blog personal o, si tengo problemas con las sumas vamos a sumar los números de las matrículas.
Lo importante también, es saber cómo motivar a cada niño acompañándole a descubrir nuevos caminos para reconciliarse con ese contenido; si esto lo conseguimos, será él mismo quien todos los días dejará un espacio de tiempo para realizar sus tareas. De tal manera que, habremos conseguido un aprendizaje personal más importante que el curricular, que es, el disfrute personal del niño cuando realiza esa tarea.
«Aprender divirtiéndome»
- ¿Es posible compaginar el aprendizaje y la diversión?
- No se trata de compaginar sino de fusionar, es decir, aprender divirtiéndome. Esta es la fórmula ideal: se aprende mejor cuando hay emoción, juego y curiosidad. El verano es un laboratorio perfecto para que los niños descubran que aprender es placentero, que no lo perciban como una obligación escolar sino como una manera de relacionarse con su entorno.
Cómo compaginar aprendizaje y diversión:
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Escribir 1 diario de vacaciones y, habituarse a tener uno todos los veranos, escribiéndolo siempre a la misma para adquirirlo como una rutina. Esto estimula la coordinación visomotriz, organización, atención, memoria, creatividad, el vocabulario, morfo-sintaxis, etc.
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Juegos tradicionales con los amigos , con los que se aprenden habilidades socio-afectivas importantes con la negociación, las normas, el trabajo en equipo, empatía, etc.
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Decorar piedras o pinzas, hacer pulseras a una amiga, etc., trabajamos la atención, la planificación, la motricidad fina, creatividad, etc.
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Aprender una canción de verano , favorecemos la memoria, atención, discriminación, articulación, etc.
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Contar un cuento/lectura permite reforzar la memoria, atención, resolución de problemas, motivación, expresión oral, comprensión auditiva, creatividad, conciencia cultural, etc.
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Hacer la lista de la compra y acompañar a realizar permite reforzar la lectura, escritura, matemáticas, atención, función ejecutiva, habilidades sociales, etc.
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Poner la mesa o quitarla (una actividad doméstica de la que siempre se ocupe) fortalece la motricidad fina y gruesa, atención, memoria, organización, toma de decisiones, resolución de problemas, matemáticas, etc.
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Hacer deporte, retos para que se esfuercen en conseguir cosas, etc.
- El día tiene muchas horas y hay que saber organizarse.
- Una buena organización es clave, pero debe ser flexible. No hablamos de replicar el horario escolar, sino de establecer rutinas suaves y sostenibles. Recomiendo dedicar un momento diario a la lectura -aunque sean 15 o 20 minutos-, mantener la escritura activa mediante un diario, creación de cuentos o escritura de postales, y, si se presentan dificultades específicas, incorporar juegos o actividades relacionadas con esa área. También se pueden aprovechar recursos digitales que trabajan la comprensión lectora o el cálculo de manera divertida. Lo ideal es alternar momentos tranquilos con actividad física, juego libre y contacto con otros niños y con la naturaleza.
- Leer, sobre todo, esencial...
- Totalmente. La lectura es la puerta de entrada a todos los demás aprendizajes. En verano, lo fundamental es no perder el hábito lector. Y aquí la clave es la libertad: que puedan elegir lo que leen, que encuentren lecturas que les enganchen, que se animen a releer sus libros favoritos o a descubrir autores nuevos. Leer no solo mejora la comprensión y el vocabulario, sino que permite explorar mundos nuevos, reflexionar y ampliar horizontes. Además, compartir la lectura en familia o en voz alta puede reforzar el vínculo afectivo y convertirla en una experiencia todavía más enriquecedora. Contar cuentos es la actividad más completa que existe, a nivel cognitivo y socio-afectivo.
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