El valor de las monedas de colección

Realizar una colección puede aportar muchos beneficios a los menores, desde inculcarles el valor de la constancia a enseñarles a progresar en sus relaciones sociales cuando necesitan cambiar una pieza por otra. De entre todas las opciones disponibles para comenzar una colección, las monedas han jugado siempre un papel importante. Además de por su variedad, en la práctica inabarcable, la numismática destaca por su accesibilidad y por servir de puente para aprender tanto geografía como historia.

«El coleccionismo de monedas es una afición que muchas veces se transmite de padres a hijos», explica Iñaki Lavín, responsable de la histórica Numismática Lavín. Hasta su local en el número 5 de la calle Bailén de Bilbao se acercan muchas veces padres y abuelos con sus hijos o nietos. «Algunos empiezan la colección porque ha vuelto un familiar de un viaje al extranjero y se ha traído unas monedas. Le dan la 'chatarra' y les entra el gusanillo», señala.

La ventaja de la numismática es que pueden hacerse con una gran colección por poco dinero. Apenas por un euro, es posible hacerse con una decena de monedas exóticas e iniciar un álbum. «A los más pequeños les suelen gustar las monedas cuanto más grandes mejor, o si tienen un motivo raro como letras en árabe o en carácteres cirílicos. Algunos coleccionan monedas en las que aparezcan pájaros, barcos o trenes», apunta Lavín, que advierte que las posibilidades son casi interminables. Lo recomendable, en todo caso, es planificar bien la colección. Una de las más habituales para iniciarse es la de hacerse con una moneda de cada uno de los lugares del mundo, aunque otros prefieren centrarse en un país y retroceder hacia atrás en la historia. «Mucha gente a nivel internacional se tira a la moneda española y hace colecciones concretas como las de cobre de los Austrias o de los Reyes Católicos. Lo más coleccionado en todas partes es la moneda griega, la romana y la española, porque desde la época de los Reyes Católicos hasta el siglo XIX los ocho reales columnarios eran el dólar del mundo, que lo mismo se podían usar en China que en Francia», ejemplifica. De hecho, el símbolo del dólar tiene su inspiración en esta moneda con las dos columnas de Hércules y la silueta de la 'S' como una evolución de la banda que rezaba 'Non Plus Ultra'.

Una vez se adentran en el mundo, y empiezan a consultar los inmensos catálogos de piezas o a visitar ferias de colección, es fácil que surjan nuevos proyectos, y que cada pieza que se descubra pinche el interés de los más pequeños por aprender algo nuevo. «Hay cobres romanos en los que se leen muy bien los datos», detalla Lavín, quien advierte que aunque ahora están básicamente suspendidas por culpa de la situación generada por el coronavirus, normalmente en todo el Estado hay medio centenar de convenciones, en zonas como Burgos, Zaragoza, Asturias o en la vecina localidad de Castro Urdiales (Cantabria). «Siempre se junta algún grupito de chavales para hacer intercambios, aunque antes había más clubes de coleccionismo».

También algunos mercados tradicionales, como el de la Plaza Nueva de Bilbao, pueden ser una buena forma de acercarse a estas colecciones y conocer a otros aficionados. «A algunos les gusta intercambiarlas entre ellos o buscan monedas de países como la India con agujeros muy grandes y formas extrañas, y luego hay jóvenes que a los 15 años se han montado unas tablas de Excel en casa con todas las monedas que tienen y que buscan piezas concretas y en buen estado que ya tienen fichadas en el móvil», detalla Lavín, quien aconseja que en los primeros pasos de una colección puede ser recomendable dejarse guiar por los expertos, porque bien trabajada una colección desarrollada a lo largo de los años también puede ser algo valioso que legar, o incluso una inversión de futuro.