¿Cómo reaccionar cuando mi hijo pequeño me golpea?
Las manifestaciones agresivas por rabietas deben atajarse de raíz para que no deriven en casos más graves de violencia filio parental
iñigo fernández de lucio
Miércoles, 12 de enero 2022, 19:34
De compras en el 'súper', jugando en el parque o celebrando un cumpleaños. Todo va bien hasta que el niño se enfada, se echa a llorar a moco tendido y, en medio de la rabieta, suelta la mano y le pega una bofetada a su madre, o le arrea un puntapié en la espinilla a su padre. Todo el mundo se da la vuelta para contemplar el espectáculo, y uno no sabe ni dónde meterse.
La escena no es en absoluto atípica. ¿Cómo reaccionar cuando mi hijo emplea la violencia para mostrar su enfado o para conseguir algo? Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de una forma que tiene el menor para llamar la atención. De todas formas, hay que ir con cuidado y frenar cuanto antes este tipo de comportamientos. «Tenemos que demostrar al menor que la violencia no es efectiva, no es un medio adecuado para sus fines. No hay que permitirla» explica Juan Nieto, psicólogo y director del Instituto Europeo de Psicología Positiva. «Que no vea que es un camino por el que puede conseguir lo que quiera».
Según detalla el experto, hay dos grandes situaciones en que este tipo de agresiones pueden ocurrir. Por un lado, cuando el menor ha aprendido que «la violencia es un instrumento con el que puede saltarse ciertas normas». La segunda es una combinación de factores. Por un lado, «intolerancia a la frustración, a que le digan que no; la falta de empatía para ponerse en el lugar del progenitor; y, por último, una falta de conocimiento para gestionar las emociones», desgrana. El problema es que todo ello puede derivar en el síndrome del emperador. Es decir, cuando el menor «actúa como si fuera un mandatario y se relaciona con los demás a través de la exigencia».
Alarma con cualquier edad
¿Es lo mismo que algo así ocurra cuando el crío o la cría tienen tres, cuatro, cinco años que con doce? A medida que el menor crece, si mantiene esas actitudes pueden llegar a darse situaciones de violencia filio parental. Sin embargo, las alarmas deben saltar cuando se detecten comportamientos agresivos en cualquier situación y con cualquier edad.
«Si son pequeños hay que establecer dinámicas familiares, pero siempre con el objetivo de demostrar al menor que la violencia no es efectiva, no es un medio adecuado para sus fines», detalla Nieto. ¿Y cómo hacerlo? Según el experto, reforzando «los caminos alternativos amigables: la amabilidad, la asertividad...». Pero ojo, no se puede hacer en el momento. Hay que buscar distancia. «Cuando el menor esté más tranquilo hay que explicarle que tiene que actuar de otra manera. Si lo explicamos de forma tranquila, estaremos proyectando sobre el menor todas esas cualidades cosas positivas que queremos transmitirle».
No es fácil mantener las formas cuando nuestro hijo se echa a llorar y nos suelta un puntapié en medio del 'super'. La vergüenza o incluso la culpa pueden asaltar a los padres. En esas ocasiones, Nieto recomienda no dejarse llevar por los impulsos. «Hay que pensar en el largo plazo», aclara, porque «seguramente reaccionar en el momento no sea lo más efectivo». Mantener la calma y respirar hondo: «Quizás en otro momento podemos ofrecer al menor una reacción distinta» zanja.