¿Qué se le pide hoy en día a un profesor?
La semana pasada, con motivo del Día Internacional de la Educación, la Universitat Oberta de Catalunya ha establecido seis nuevos retos a los que debe hacer frente un maestro
carlos nieto garcía
Domingo, 30 de enero 2022, 22:16
La sociedad ha cambiado y la imagen de un maestro duro y mero transmisor de conocimiento ha dado paso a la de un acompañante de los estudiantes, un guía. El concepto de educación ha evolucionado con el paso de los años y los exámenes ya no son el único método para evaluar. A través de dos expertas, la Universitat Oberta de Catalunya propone seis nuevos desafíos para el profesorado, en el que las familias tienen mucho que decir.
Publicidad
1. Una figura (antigua) en entredicho
Antaño los profesores eran figuras respetadas desde la veneración o el temor, cuyas opiniones no solían admitir críticas. Que nadie se ofenda o se confunda, pero la evolución social demanda otro tipo de profesorado. «Un maestro ahora precisa de conocimientos tecnológicos y de una gran flexibilidad y empatía para poder hacer frente a una complejidad mayor», explica Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Priorizar el desarrollo competencial y entender que el acceso al conocimiento es universal, libre y se puede complementar con otros educadores y la propia familia, escuchar al alumno... los desafíos son importantes.
Queda cada vez más atrás el rol de figura autoritaria del profesor en el pasado frente al actual, más igualitario. «Este paradigma fue cambiando hacia la idea de que el maestro debía relacionarse de manera más horizontal con los niños y las niñas, pasando de la transmisión de conocimientos al acompañamiento en el aprendizaje», comenta Nadia Ahufinger, directora y profesora del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje y profesora del grado de Educación Primaria de la UOC.
Hay otra cuestión en torno al reconocimiento de la figura del profesor: el altísimo porcentaje de mujeres frente a hombres, en especial en las primeras etapas. Un estudio del INE de 2018 sobre mujeres en el profesorado cifra el porcentaje de profesoras en educación infantil en el 97,6 %; en primaria son el 82 %; en secundaria, el 59,1 %, y la cifra solo desciende por debajo del 50 % en enseñanzas universitarias, artísticas y deportivas. «Una de las razones por las que este trabajo no se reconoce ni se valora como merecería es porque está altamente feminizado», explica Nadia Ahufinger, que insiste en referirse al colectivo como profesoras y no como profesores. Los trabajos desempeñados por mujeres se consideran, reconoce, como «menos válidos e importantes». La nueva manera de educar en la escuela permite el acompañamiento al alumno y la creación de espacios amables y seguros y hace que los estudios universitarios de educación se perciban como fáciles de superar: «No existe un reconocimiento generalizado de la figura de la maestra como profesional dotada de conocimiento, sabiduría y responsabilidad pedagógica en la educación de niños y niñas».
2. Pensar y no repetir
«El abordaje de los modelos educativos ha ido cambiando hacia una mirada de enseñanza crítica y abierta, para crear generaciones futuras con herramientas que les permitan desarrollarse libremente desde un punto de vista personal, intelectual y social», explica Nadia Ahufinger, directora y profesora del máster universitario de Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje y profesora del grado de Educación Primaria de la UOC. Para Ahufinger, «el desbordado consumismo de la sociedad actual, enfocada en producir, hace que se pida a las escuelas que sean un búnker para proteger a niños y niñas de la sociedad».
Publicidad
3. Diversidad e inclusión
En ese cambio social de las últimas décadas también están las diversidades de todo tipo, y el profesorado necesita estar preparado para su inclusividad. «Hay que trabajar para que las escuelas se conviertan en espacios inclusivos para todo el alumnado y que garanticen, especialmente, la presencia, participación y progreso de aquellos que se encuentran en desventaja educativa, ya sea porque tienen una discapacidad o enfermedad, porque se encuentran en una situación económica desfavorecida, por falta de conocimiento de la lengua…», dice Ahufinger.
4. El profesor como acompañante
Se acabaron aquellas clases en las que un maestro transmitía su saber al alumno, de arriba abajo. Ahora la labor del profesorado del futuro se complementa con un proceso de acompañamiento. Quizá esa figura de «persona adulta que acompaña en un proceso de aprendizaje», dice Ahufinger, sea otro de los obstáculos para que al profesorado se le vea hoy como a personas que no necesitan saber mucho.
Publicidad
Pérez ahonda en cómo la posición de autoridad del maestro, si bien sigue estando regulada por un marco normativo, «precisa actualmente de ser reconocida por los alumnos y consentida por ellos, así como por sus familiares«, pero añade que «no hay que confundir la autoridad con el poder».
Acompañamiento, orientación y tutoría son transversales a la transmisión de conocimiento. Ahora, explica Pérez, los profesores «deben saber generar la autonomía completa del alumno a través del conocimiento, y también del saber vivir en sociedad, compartiendo normas, reglas…».
Publicidad
5. El papel de las familias
Frente al profesor tradicional, el del siglo XXI ha de incorporar a su día a día el trabajo con padres y madres, por una parte, y con otros agentes educativos externos, por otra. «La posición de las familias es diferente desde hace años», recalca Sylvie Pérez. «El acceso a la educación de los padres actuales, entre muchos otros factores sociales, contribuye a una necesaria corresponsabilidad de los aprendizajes de los niños y jóvenes». Nadia Ahufinger aporta otra visión más. «Las escuelas han realizado procesos de apertura muy importantes para que las familias sean partícipes de las decisiones que se toman en los centros y formen parte de la comunidad educativa».
Pero ¿es positiva o negativa, esta incorporación de padres y madres en el proceso? Para Ahufinger, «es importante determinar en qué aspectos ha de intervenir la familia y en cuáles el espacio se ha de reservar al profesorado. Los padres y madres son y deben ser padres y madres: no debemos pedirles que también sean maestros». Ocurre también, según señala Nadia Ahufinger, que la falta de recursos en la enseñanza (escasa contratación, por ejemplo) provoca que las familias busquen «alternativas para dar respuesta a demandas incompletas y para luchar por conseguir derechos educativos de sus hijos e hijas no cubiertos por el sistema». Entre estas alternativas están, por ejemplo, las asociaciones de familias de niños con trastornos de aprendizaje, o las que reivindican que los colegios trabajen para una educación igualitaria y no sexista «frente a las crecientes corrientes ideológicas antifeministas que también entran en las escuelas», recalca.
Publicidad
6. Era digital
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han revolucionado por completo la enseñanza y su metodología. «Favorecen en general un clima de mayor motivación y participación», comenta Sylvie Pérez. Pero esto, a su vez, implica que el profesorado esté en permanente proceso de actualización, lo cual se suma a los retos del profesor del siglo XXI por varios motivos.
Por un lado, es necesario ir un paso por delante de las demandas de la sociedad y, por otro, dicha actualización ha de estar promovida por los respectivos gobiernos. Además, hay que combinar la inmersión en las TIC del alumnado con la educación en el uso responsable de las tecnologías. Por último, las expertas consideran que hay alumnos en situación de vulnerabilidad que no tienen el mismo acceso a ellas y se crea así una nueva brecha digital.
Noticia Patrocinada
«Hay que enseñar a acceder de forma crítica y útil a los contenidos y trabajar con ellos», explica Sylvie Pérez. «Ha provocado que el profesorado tenga que trabajar para incluir estas nuevas herramientas en el proceso de aprendizaje de los niños y niñas, a la vez que tienen que trabajar para ponerles unos límites y enseñar a hacer un buen uso de ellas, cosa que no se trabaja lo suficiente de puertas para afuera», comenta Ahufinger sobre esta paradoja.
Esta inclusión de las nuevas tecnologías ha provocado cambios en la figura del maestro. «Estos cambios han provocado también modificaciones en la relación entre el maestro y la familia y los alumnos, porque también ha generado cambios en las estructuras de relación de la institución educativa y la familiar», reflexiona Pérez. Detrás de las cada vez más imprescindibles tecnologías subyace la esencia de siempre, esto es, el maestro como eje mediador siempre presente. «No solo importan las tradicionales, y necesarias a veces, clases magistrales, sino también la construcción de experiencias, de condiciones que favorezcan que los alumnos aprendan».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión