«Los juegos tradicionales implican un montón de conductas que se tienen que promocionar»
Un proyecto internacional con Corea, Mongolia y varios centros de Zaragoza permite a la ikastola vizcaína Alkartu exportar el juego de la 'pita'
sergio llamas
Jueves, 23 de diciembre 2021, 21:22
El juego de la 'Rayuela', también conocido como 'Pita', tiene un carácter global. Lo saben bien en la Ikastola Alkartu de Barakaldo, donde gracias al profesor Joseba González Porras los alumnos de dos clases de 6º de Primaria han participado en un proyecto internacional con escolares de Corea, Mongolia y de varios centros de Zaragoza para poner en común las distintas modalidades y costumbres que rodean a este entretenimiento en las distintas culturas.
«Gracias a este proyecto hemos vivido y aprendido diferentes modalidades de jugar, como las calderetas de Zaragoza, y hemos podido exportar la Pita, como se la conoce en Las Encartaciones», detalla Joseba, que desde hace 13 años participa en varios proyectos para recuperar la memoria lúdica educativa a través de la educación física, los recreos e iniciativas en las que participa y con las que colabora, como la Asociación Europea de Juegos y Deportes Tradicionales (AEJDT). «Los alumnos han podido ver cómo cada cultura se apropia del juego, lo elabora, lo modifica y lo estructura, y lo que aporta a nivel físico, relacional, emocional y cultural», señala el experto.
Los participantes han comenzado explorando su propia modalidad para después conocer las propias de Corea del Sur y analizar las diferencias que iban apareciendo. «En algunos lugares, cuando te apropias de una casilla, el jugador siguiente tiene que pedir permiso para pisarla o no con una pierna. Se generan unas relaciones muy interesantes de oposición y de colaboración, depende de las versiones. Cambiar las modalidades les obligaba además a desaprender todo lo anterior y a adaptarse a nivel psicomotor, a cambiar sus estrategias…», señala el profesor, que confía en que ésta iniciativa tenga continuidad en el futuro.
El proyecto también ha incluido una fase creativa, en la que los alumnos han inventado sus propias modalidades y han diseñado rayuelas del mundo animal, con una gran serpiente o un caracol, pero también con una flor de pétalos numerados o incluso un dragón. «Como nos pilló Halloween por en medio aproveché para hacerles una pita gigante con otras 12 que confluían en un centro, como si fuera una telaraña gigantesca», detalla Joseba González Porras.
Juego del calamar
El trabajo también ha incluido una puesta en común a través de Internet, utilizando el inglés como idioma vehicular. Cuatro alumnos de cada clase han explicado su proyecto al resto de países. «Entendíamos que si queremos crear redes de comunicación era interesante que se hiciera en inglés. Es curioso que los alumnos coreanos querían saber cómo se oía el euskera y hemos compartido vídeos con ellos. Parecían conocer bastante bien nuestra realidad», afirma el docente.
El proyecto se ha desarrollado además en pleno 'boom' de la serie de ficción coreana 'El juego del calamar', que precisamente utiliza los juegos infantiles tradicionales como motor de su trama. «Ha permitido que surgiera el debate, porque la serie estaba pegando mucho y se interpreta desde un aspecto violento. Nosotros hemos hecho lo contrario, compartiendo valores. Los juegos tradicionales implican un montón de conductas que se tienen que promocionar», reivindica Joseba, quien recuerda además que se trata de una tradición que se remonta miles de años en el pasado. «En el foro de Roma ya había grabado un juego que podría ser un antecesor de la Rayuela. Para los romanos hubiera sido fácil exportar este sistema por todo Europa gracias al sistema de empedrados de sus calzadas», reflexiona el hombre, que destaca cómo la documentación aborda la evolución que ha vivido el significado del juego a lo largo de su desarrollo y en las distintas épocas.
Esta evolución en la forma de jugar no se detiene. «Cada niño, cuando dibuja la pita lo hace en función de sus capacidades de salto, de su equilibrio… lo adapta a su motricidad, pero también lo hace suyo. No hay más que ver las formas en que transgreden las reglas, la manera en que las modifican… Ellos son los dueños del juego, y de adultos sólo nos dedicamos a transmitirlo. Nada más», reflexiona el hombre.