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Ojo con las gominolas, el dulce pecado de los niños

Cien gramos de gominolas, la mitad del peso de una manzana, contienen 400 calorías vacías. Además de provocar caries por el azúcar, también producen obesidad

Viernes, 11 de septiembre 2020, 22:54

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Son el dulce pecado de nuestras vidas. Las gominolas nos acompañan desde que somos pequeños. ¿Recuerda qué compró con los primeros euros que le dieron aita o ama? En efecto, esos caramelos masticables que ahora tienen forma de fresa, plátano, cereza... incluso de pizza. Pues hay hábitos que por mucho que pasen los años no cambian y ahora son sus hijos quienes llenan hasta los topes las bolsas en las tiendas, adentrándose en un mundo de azúcar. Basta con que compre cien gramos, menos de la mitad de lo que pesa una manzana, para que esté llevándose a la boca cerca de 400 calorías vacías, es decir, sin nutrientes de interés.

Desde bien temprano abrimos la puerta de nuestra alimentación a estos productos que ocupan la zona roja en la piramide nutricional. Por ese resquicio se cuelan un sinfín de problemas higiénico-bucales y sanitarios. El más conocido son las caries, unas bacterias que tienen su origen en el azúcar que contienen las golosinas y que van poco a poco deteriorando nuestros dientes. No nos damos cuenta de ello hasta que no queda otra que visitar al dentista y, claro, ante la negativa del pequeño, temoroso por entrar a la consulta, nos lamentamos por no haber actuado previamente.

Otro de los problemas más comunes tiene que ver con la obesidad, este sí mucho más a la vista. Se aconseja que la ingesta de estos productos sea ocasional, ya que contienen muchas calorías vacías. ¿Qué significa eso? Alimentos que poseen un aporte energético que no puede ser aprovechado por nuestro cuerpo. De manera que se estancan, aumentando nuestro peso. Ojo, porque al año nuestro peque puede engordar hasta cuatro kilos. El contratiempo es doble, porque además también sacia nuestro apetito sin aportar ningún nutriente. ¿No han escuchado alguna vez a su hijo decir, después de devorar las chuches, que no tiene hambre? Viene a ser eso, que su alimentación se desequilibra, dejando fuera alguna de las cinco comidas diarias.

No se puede negar que apetece mucho llevarse uno de estos masticables a la boca. Pero no se dejen engañar por la vista, ese plátano o sandía guardan poca relación con los que se ven en la frutería. Casi la mitad es azúcar -en algunos casos el porcentaje incluso llega al 70%, asusta solo pensarlo- a lo que habría que sumar un puñado de ingredientes más, como conservantes y colorantes, para hacerlos más atractivos a la vista. Los más habituales, por ejemplo, contienen 325 calorías por cada 100 gramos, una cantidad que se dispara hasta más de 400 en el caso de los caramelos blandos.

Ojo con el chocolate

En otros casos la alarma no tarda tanto en saltar, como en los dos ejemplos anteriores. Hablamos de los atragantamientos o las alergias. En las primeras se podría decir que las gominolas apenas tienen culpa, sino que es una consecuencia que se da en todos aquellos alimentos de tamaño pequeño. Un mal troceo a la hora de mascar puede hacer que ingiramos un trozo mayor de lo aconsejable, pudiéndose quedar atrancado en la tráquea. Menos común aún son las alergias, aunque se dan, y tienen su fuente en los aditivos o colorantes que se añaden a las chucherías.

Considerado o no golosina, está claro que el chocolate entra dentro de ese 'menú de azúcar' que ingerimos diariamente. Ya sea en tableta o en bolitas, además de en crema, el oro negro (marrón o blanco) es otro de los peligros alimentarios. Sobre todo en las meriendas, donde los colosales bocadillos son untados con crema de chocolate hasta casi rebosar el pan. Hay que poner sobre la mesa que no todos los chocolates son iguales. Por ejemplo, 20 gramos de chocolate negro puro (70%) contiene cerca de 100 calorías, mientras que en el blanco el valor es ligeramente superior.

Todo tiene solución. Empezando por los almuerzos, ese último ejemplo que les hemos puesto. La fruta, que nos otorga beneficios nutricionales, debe ser la pieza fundamental en estos bocados. Aunque comer chuches a veces es difícil de evitar, hay que controlar: evitar que el peque se pegue atracones que puedan acarrear consecuencias. Para ello, es importante acordar con tu hijo la cantidad de gominolas que comerá y vigilar que ese número no sea muy elevado. Es decir, que endulce lo justo su vida.

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