Hoy, clase de robótica

La profesora Almudena de la Peña ha introducido la programación en sus lecciones porque, además de resultar «divertida», desarrolla otras habilidades en los críos

CRISTINA RAPOSO

Lunes, 29 de marzo 2021, 21:57

Nadie duda de que la educación está cambiando. Y, asumámoslo, así debe ser. Puede que nos parezca que todo va demasiado rápido, quizá incluso rechacemos sumarnos a la vorágine tecnológica, pero los niños no tienen esos prejuicios, porque son nativos digitales. Sin embargo, a veces el sistema educativo todavía se resiste. Hoy en día, el uso de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) es habitual. Lo que ha quedado en un segundo plano es la programación, cuyo lugar suele ser la Secundaria.

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Sin embargo, según la profesora Almudena de la Peña, puede ser una herramienta de lo más útil. Ella imparte clases en quinto de Primaria (en la escuela Isabel Gallego Gorria del barrio bilbaíno de Irala) y su compañera en la docencia es la robótica. «El programa que más trabajo es el Scratch, el lenguaje de programación. Nos permite hacer animaciones, videojuegos y, cuando ya damos un pasito más, hasta robots. Todo depende del alumno y de sus intereses, pero, hablando en términos generales, es una herramienta que engancha y funciona bien con los pequeños. A partir de ahí, puedes emplearlo para realizar cualquier tipo de ejercicio que venga en el temario del libro. Es otra manera de aprender que, además, les divierte», afirma.

Y tanto que sí. ¿A quien no le habría gustado tener un robot en clase que pasara por distintas etapas históricas? ¿Y tener que resolver pruebas para que el amigo metálico pudiera avanzar en su relato? Seguro que a cualquiera le habría encantado, como a los niños de Almudena. Además, los beneficios de este enfoque no se quedan solo en lo más evidente –aprender a programar y familiarizarse con la tecnología–, sino que también permiten el desarrollo de otras habilidades. «A nivel creativo les da seguridad y mejora su autoestima. Pero no sólo eso. También desarrollan el pensamiento lógico, lo que les ayuda muchísimo con las matemáticas y la ciencia», expone De la Peña. Y todavía hay más.

Muchos de los retos planteados en el aula deben resolverse trabajando en equipo. En esta materia, el que flaquea en lógica a lo mejor es un hacha en diseño. Así que, para esta disciplina, la cooperación es imprescindible y, sin duda, también algo de lo que sacarán provecho. «Todo el mundo tiene algo que aportar siempre, y eso también se les enseña. El crear algo y sentir que has formado parte del mundo de la ciencia por un momento creo que es enormemente importante. Te ayuda a comprender el mundo y de ahí pueden surgir intereses. Se demuestran que pueden hacerlo», dice la docente. A medida que los pequeños van realizando pruebas mucho más complejas, crece su confianza y la tolerancia a la frustración. «Dentro de nuestro currículo de primaria está el elaborar y comprender artilugios sencillos. Esto te abona el camino, aunque también existen otros recursos».

Más formación

En cuanto Almudena se percató de la utilidad de esta herramienta, no dudó en aplicarla en sus clases. «A mi alrededor se ha desarrollado mucha información e iniciativas para impulsar este tipo de prácticas, pero todas estas cosas, los programas, las innovaciones, las sugerencias, siempre dependen del individuo. Te las pueden sugerir, pero siempre depende de uno mismo el usarlas y aplicarlas. Hay gente que prefiere trabajar sobre seguro, quedarse en lo que ha conocido siempre, y hay otra que prueba. Es relativo», opina. Sí cree que hace falta «más formación». «Generalmente se nos ofrece, pero es muy importante verlo en marcha para poder creer en ello. Nos hace falta esa seguridad. La gente joven que está entrando ahora en la enseñanza seguro que se lanza más porque lo tiene más fácil, ha crecido con la tecnología».

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Aquellos padres y madres que teman que sus hijos se enganchen aún más a los 'cacharritos' no deberían preocuparse. «Mientras esté claro que se trata de una herramienta que contribuye al aprendizaje, todo irá bien. Consiste en que aporte y sume a los alumnos, así que también hay que saber diferenciar los momentos de emplearlo. La tecnología nos ha abierto un mundo inmenso y tenemos que aprender a utilizarla, no podemos quedarnos atrás. Hay que aplicarla con un objetivo definido. A los adultos nos puede asustar, pero es el futuro inmediato».

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