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CULTURA Y DEPORTE, ¿DE MASAS?

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La vida después del coronavirus | Capítulo 20 ·

Hacia un nuevo espectador... La cultura cambia de escenario

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Lunes, 15 de junio 2020

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Artes escénicas y plásticas, la música, el cine, los museos y galerías tanteanun futuro lleno de incógnitas tras sufrir el impacto de una crisis que ha hecho tambalear buena parte de sus cimientos. El golpe económico ha sido brutal yla recuperación se antoja larga y complicada, sobre todo en algunos sectores que ya de por sí vivían con estrecheces y, en muchos casos, asistidos por una financiación pública que no se sabe en qué medida podrá mantenerse en los próximos años. El cambio de escenario ha traído incertidumbre, sin duda, pero también ha reforzado la convicción de los artistas de que están obligados a luchar y acercarse con más talento e inteligencia a ese nuevo espectador que aparecerá después de la crisis. Nadie se atreve a decir cómo será. Probablemente no cambie mucho en sus rasgos esenciales. Pero lo lógico es pensar que será más exigente.

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La crisis del Covid-19 ha tenido -y sigue teniendo- una serie de consecuencias trágicas que hemos ido contabilizando en los cuatro últimos meses hasta abrumarnos a nosotros mismos con la profusión de datos. Cifras de muertos, contagiados e ingresados en los hospitales; de mascarillas y respiradores adquiridos con mayor o menor éxito; de puestos de trabajo perdidos; de ERTEs solicitados por las empresas; de fondos de ayuda previstos por los gobiernos y la Unión Europea... Uno de los grandes males que ha dejado la pandemia, sin embargo, no ha podido contabilizarse. Se sabe que está ahí, como una presencia latente y amenazadora, pero no hay forma de traducirlo en números. Se trata de la incertidumbre.

REFERENCIAS

  • Calixto Bieito (Director artístico del teatro Arriaga) Nacido en Miranda de Ebro en 1963, Bieito es uno de los directores de escena españoles de mayor renombre internacional. Sus adaptaciones vanguardistas de óperas clásicas se han convertido en controvertidos acontecimientos culturales. Comparte la dirección del Arriaga con la del teatro de Basilea.

  • Enrique Urbizu (Director y guionista de cine) Nació en Bilbao en 1962. Desde que en 1987 dirigió su primer largometraje, 'Tu novia está loca', hasta hoy, ha desarrollado una carrera que le ha convertido en uno de los mejores directores y guionistas españoles. Ganador de dos Goyas, ejerce también la docencia como profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

  • Miguel Zugaza (Director del Museode Bellas Artes) Nació en Durango en 1964. Licenciado en Historia y Geografía, historiador del arte y museógrafo, su carrera profesional se consolidó y adquirió proyección internacional durante sus quince años como director del Museo del Prado, entre 2002 y 2017, cuando decidió regresar a Bilbao para ponerse al frente del Museo de Bellas Artes.

El coronavirus se ha llevado por delante certezas que presumíamos muy sólidas y ha dibujado con crudeza un escenario incierto en dos aspectos esenciales de la actividad humana: la cultura y el entretenimiento. Las artes escénicas, la música, los museos y los espectáculos deportivos de masas tantean ahora, todavía sin luz suficiente para orientarse bien, un futuro lleno de incógnitas. Buena parte de sus cimientos se han tambaleado y necesitan adaptarse a los tiempos venideros. Su foco está puesto en el nuevo espectador que saldrá de esta crisis. Que, por otro lado, también es una incógnita en sí mismo, más allá de la constatación de una evidencia que ya teníamos antes de conocer siquiera la existencia del patógeno importado de Wuhan: que la tendencia hacia un mayor consumo digital de productos culturales es imparable. Prácticamente, un signo de los tiempos.

En este sentido, no puede decirse que la crisis haya traído algo realmente nuevo o absolutamente imprevisto. Es cierto que ha dejado un paisaje desolador en todo el planeta. Ni siquiera durante las guerras mundiales se conoció algo semejante. Las temporadas de teatro, ópera y ballet, los conciertos y giras de las orquestas, los rodajes de películas y series de televisión, las exposiciones de los museos y los grandes acontecimientos deportivos se han visto paralizados en todos los países, salvo dos o tres excepciones exóticas. Las pérdidas han sido incalculables; nunca mejor dicho, ya que van mucho más allá de las económicas. Y ni siquiera éstas pueden medirse del todo. Se podría llegar a contabilizar lo que las empresas culturales o los clubes deportivos han perdido en estos meses, pero no el forzoso incremento de gasto en inversiones en seguridad sanitaria o en todo tipo de seguros al que obligará la pandemia en los próximos meses.

«El Teatro Arriaga es la casa de los artistas vascos y ahora va a serlo más que nunca. Después de lo que hemos vivido, hay mucho que hacer y mucha imaginación por liberar»

Calixto Bieito

Ahora bien, esta extraordinaria dimensión de la crisis fue vista desde el principio como una consecuencia propia de un mundo globalizado. Nadie podía escaparse a ella, como nadie puede escaparse a una corriente de consumo cultural y de productos de entretenimiento que se ha acelerado en estos últimos cinco meses. Carmen Caffarel, catedrática de Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos y antigua directora general de RTVE y del Instituto Cervantes, pone un ejemplo en este sentido. Aunque no tiene que ver con el arte, sino con el periodismo, es muy pertinente e ilustrativo. «Todos hemos podido ver cómo el Covid-19 ha intensificado una tendencia que era anterior a su llegada, una tendencia peligrosa a la polarización de los medios, a la consolidación de líneas editoriales muy sesgadas, a las 'fake news', a un 'aquí te pillo aquí te mato' por parte de muchos periodistas, al ruido y las falsedades que se cuelgan desde las redes... Esto, como digo, ya lo veíamos antes del Covid-19, pero ahora, en una situación de crisis, se ha acelerado», explica.

De la misma manera, dice Caffarell, se ha acelerado la proliferación de un nuevo espectador que ya se venía insinuando. «En estos meses se han disparado los minutos de consumo de televisión. El informe Barlovento es demoledor. En marzo se han batido en España todos los registros históricos (el dato concreto es que vieron 4 horas y 44 minutos diarios de televisión por persona, 51 minutos más que el mismo mes del año pasado). Y con la crisis económica que nos va a dejar esta crisis sanitaria, es evidente que esto va a ir a más, al consumo de productos más baratos, desde casa. El teatro, el cine, la ópera, los conciertos... Se van a resentir. Yo no tengo dudas de que, cuando se pueda, quienes los consumimos volveremos a ellos. Pero, mientras tanto, tienen un reto muy importante y seguramente muy útil de cara al futuro, como ya estamos viendo: generar contenidos de calidad para la televisión y las webs», comenta.

La ilustración: TOMÁS ONDARRA

Ilustrador, pintor, escritor y artista multidisciplinar, miembro de la Junta Directiva del Athletic y socio fundador del estudio creativo Txipiron, ejerció como redactor jefe de 'El País', 'La Nación', EL CORREO y 'La Gaceta del Norte'. Autor, entre otros libros, de 'El Mejor equipo del mundo'.

Twitter:@TomasOndarra

Este reto del que habla la antigua directora general de RTVE, que se hará más apremiante en la próxima década con la implantación masiva del 5G y el universo de posibilidades que inaugurará, ha sido asumido, con un afán parecido al de la supervivencia, en el mundo de la ópera. Sin duda, una de las manifestaciones artísticas más duramente golpeadas por la pandemia. El destrozo ha sido mayúsculo y los grandes teatros del mundo, que lo intuyeron desde el primer momento, reaccionaron con rapidez. No tardaron nada en ponerse a sembrar de cara al futuro. Desde las plataformas del Met de Nueva York y de las Óperas de Viena, Roma, Múnich, París y Santiago de Chile, se desplegó una oferta espectacular. La web de Ópera actual, por su parte, acumuló cientos de miles de visitas de internautas que buscaban títulos interesantes de producciones del Teatro Real y del Liceu... Son solo dos ejemplos de una reacción rápida y efectiva al que algunos ya vislumbran una rentabilidad futura: la que representarían las miles de personas que han descubierto la lírica durante el confinamiento.

Este propósito firme de no sucumbir a la desolación de un paisaje de persianas bajadas y carteles caducados de exposiciones, conciertos y funciones teatrales, sino de reaccionar con entereza y aprovechar esta crisis en lo que tiene también de oportunidad, ha inspirado a muchos museos. El de Bellas Artes de Bilbao, por ejemplo. A Miguel Zugaza, su director, nunca le ha dado por rasgarse las vestiduras. Todo lo contrario. Mientras prepara la reapertura de la pinacoteca, destila optimismo, dentro de un orden. «La crisis ha sido un golpe muy duro. Al turismo cultural, y nosotros tenemos el Guggenheim, le ha tocado en la línea de flotación. Me temo que hasta que no haya vacuna no vamos a recuperar la posibilidad de viajar por razones de interés cultural. Ahora bien, la crisis también ha tenido una parte positiva. Nos ha permitido descubrir la dimensión digital como un canal de comunicación activa de gran utilidad», asegura.

«Durante esta crisis, que para el conjunto de las industrias culturales ha sido una catástrofe, se ha vuelto a poner en valor la capacidad de las ficciones para ayudar a convivir con la realidad»

Enrique Urbizu

A partir de ahora, en opinión de Zugaza, en los museos va a tener que convivir la dimensión digital con la presencial. «Tendrán públicos diferentes y enriquecerán, sin duda, la misión pública del museo. Esto es algo que ya estaba latente. Se veía venir. Yo lo viví durante la transformación digital del Prado. Pero era necesario dar un paso más, exprimir ese potencial. Y la crisis lo ha acelerado», observa. No será este el único cambio de concepto, incluso de paradigma podríamos decir, que deje la pandemia a juicio del director del Museo de Bellas Artes de Bilbao. «Se va a centrar la atención más en lo próximo, que en nuestro caso sería nuestra colección particular y nuestra comunidad artística cercana. Hay que hacer una apuesta fuerte por singularizarnos. El paisaje después de la crisis puede ser más rico en su singularidad. En el caso de Bilbao y del País Vasco, esto debemos verlo como una magnífica oportunidad», dice.

El optimismo sensato de Miguel Zugaza se observa también en el responsable de otra de las grandes instituciones culturales de Euskadi, el teatro Arriaga. Calixto Bieito ha pasado el confinamiento en su casa de Basilea. Su humor ha ido fluctuando. «Hay días que me levanto pesimista e intento combatirlo. A veces gano, otras no... Pero me devuelve el ánimo pensar en el Arriaga y los amigos del Arriaga, en las funciones llenas... Me imagino también la Ópera de Viena o la de Berlín, el Theater Basel, la Opéra Bastille, el Teatro Nacional de Praga, Budapest, la Ópera de Zurich, Stuttgart, The Abbey Theatre, ENO (English National Opera), Oslo, Copenhague, Múnich ... tantos, tantos teatros y tantos artistas...», suspira.

Más allá de esos días en que se levanta y lo ve todo gris, como el fondo sobre el que se recortaba la señora de rojo de la obra de Delibes, con Pepe Sacristán como protagonista, que el Arriaga tuvo que cancelar, Calixto Bieito muestra su confianza en una tranquila vuelta a la normalidad. «No creo que nadie deba tener miedo de volver a los teatros. El Arriaga, por ejemplo, nunca se abrirá sin las medidas de seguridad que las autoridades requieran. Así que, en cuanto se pueda, volverán los oficios religiosos y los museos, los estadios y los teatros se incorporarán de nuevo a la cotidianidad. Un teatro público no debería tener problemas para abrir con unas ciertas restricciones y transformar estas restricciones en creatividad e imaginación», afirma Bieito, antes de recordar la resistencia del teatro ante cualquier adversidad, su carácter inmortal. «En la historia de Europa del siglo XX se vivieron momentos terribles y los teatros y otros edificios emblemáticos se mantuvieron activos hasta el final, y después del horror volvieron a abrir y a crear», recuerda.

«El arte reflejará sin duda esta crisis. No lo hará como Brueghel y 'El triunfo de la muerte', o Picasso y el 'Guernica', pero seguro que va a incidir en lo que ha ocurrido y en sus consecuencias»

Miguel Zugaza

Esta fortaleza secular de las grandes manifestaciones artísticas no significa que, ante crisis de un alcance tan profundo y global como la del Covid-19, las ayudas de las administraciones no sean algo necesario. Calixto Bieito las reclama como una de las mejores inversiones posibles. «El apoyo del Gobierno a la cultura es fundamental. Incluso en países donde el teatro no recibe ni una ayuda del Gobierno, como Estados Unidos, donde tiene un fuerte sistema de esponsorización, se creó una ayuda especial para el teatro después de la Segunda Guerra Mundial que dio grandes resultados. Hay centenares de ejemplos al respecto en Europa. Muchos. Este es un momento muy especial también y tenemos que arropar y cuidar lo que nos define como humanos desde los tiempos de las cavernas», enfatiza.

Es muy probable que Enrique Urbizu suscribiera este pequeño alegato de Bieito desde la primera palabra. El director de cine bilbaíno, sin embargo, frunce el ceño cuando se le cuestiona sobre ayudas de los gobiernos. Y eso que está de buen humor. Reconoce, de hecho, haber sido un afortunado durante esta crisis, ya que el confinamiento le llegó justo cuando acababa de terminar el rodaje de la serie 'Libertad' y las clases que imparte en la Escuela de Cine ha podido darlas desde casa. «En este país las ayudas públicas a la cultura son ridículas desde la Transición. Y así nos va como sociedad a la hora de crear una identidad común y unos valores compartidos. Se está viendo de nuevo con esta crisis. Después de cuarenta años de devastación cultural y educativa, sinceramente, yo no tengo ninguna esperanza. Además, si la cultura nunca ha sido una prioridad para los gobiernos, todavía lo va a ser menos ahora, cuando la crisis económica va a golpear tan fuerte a mucha gente», avanza.

En lo que sí es optimista el director de 'La caja 507' es en la facilidad del trabajo del cine para adaptarse a esta 'nueva normalidad' tan poco normal que nos espera. «Se pueden adaptar sin problemas los equipos de rodaje, trabajar por turnos... Detrás de las cámaras puede haber mucha asepsia y seguridad. Y delante, los controles sanitarios que sean necesarios. Y luego hay mucho trabajo que se puede hacer 'online'», asegura. A Urbizu, que ha celebrado la noticia de la reaparición de algunos autocines en Europa, no le ha extrañado que las series de televisión, convertidas ya en un producto básico de la industria audiovisual, hayan sido uno de los entretenimientos más buscados durante el encierro forzoso. «Las series tienen un componente adictivo, sedante. Sigues y sigues a los personajes. En este sentido, son como las novelas por entregas decimonónicas. Tienen un efecto balsámico», argumenta.

No le falta razón. Hasta en los peores -particularmente en los peores momentos, deberíamos decir-, cuando más difícil es convivir con la realidad, los seres humanos siempre han tenido la necesidad de disfrutar del arte, de emocionarse, soñar, inspirarse... También nacieron para eso los cuentos, todos los tipos de cuentos e historias inventadas. El cineasta Enrique Urbizu lo reivindica en este momento, tan necesitados de certezas: «Si algo se ha vuelto a demostrar durante esta crisis, que para el conjunto de las industrias culturales ha sido una catástrofe, es la capacidad de las ficciones para ayudarnos a convivir con la realidad».

La globalización alcanzará también a las soluciones para salir de la crisis

En todo el mundo se plantean iniciativas para superar los gravísimos perjuicios que ha provocado la pandemia en toda la industria cultural. Las soluciones, cuando las haya, también se compartirán. En este sentido, serán, pues, un nuevo objeto de la globalización. «Todos estamos buscando salidas. No hay que olvidar que los artistas no sólo necesitamos trabajar para sobrevivir económicamente, sino que tenemos también una necesidad de expresarnos. Las soluciones van a ser parecidas en casi todos los teatros públicos de Europa, con algunos matices relacionados con la seguriudad y con las diferentes visiones artísticas», asegura Calixto Bieito, que durante estos meses no ha dejado de estar en contacto con colegas de todo el planeta.

PENSAMIENTOS

  • Lo colectivo y lo indiviudal | Entre el deseo y la realidad A la catedrática de Comunicación Audiovisual Carmen Caffarel le gustaría que de esta crisis salga un ciudadano mejor. «Más pendiente de lo colectivo que de lo individual». Pero tiene sus dudas: «La historia nos dice que solemos tropezar más de una vez en la misma piedra».

  • Invertir en cultura | Hacer país La inversión en cultura es una cuestión de país, que ahora se hace imprescindible para su recuperación. Pero precisamente por eso, porque la crisis «va a golpear tanto a mucha gente», el cineasta Urbizu duda de que vaya a ser una prioridad para los gobiernos, «cuando nunca lo ha sido».

  • Doble ecuación | Los ciudadanos y los artistas A Miguel Zugaza le rodean algunas incógnitas, pero también sólidas certezas. Una de ellas es que el futuro de los museos pasa por lo que él llama «hacer buena la doble ecuación». La que dice que los museos son de los ciudadanos y el arte, de los artistas.

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