Vitalino Valcárcel, el primer espada de la cultura latina medieval en Vitoria

Leonés de nacimiento, se mudó a su ciudad de acogida para enrolarse en el cuerpo docente del entonces Colegio Universitario de Álava, el germen en la provincia de la universidad pública vasca. Allí, en esos estudios dependientes de la Universidad de Valladolid, empezó a forjar toda una prolífica carrera investigadora que se extendió por más de 40 años.

Una vez instalado en el actual campus, contra lo que se pueda pensar, no rebuscó entre los archivos legajos de obras originales de Séneca o Virgilio. Él sentía una predilección muy concreta, muy especial. Más que de la Antigüedad, bebió de las fuentes latinas medievales más respetadas. Su tesis doctoral sobre la vida en Santo Domingo de Silos acabó convertida en libro.

Y en ese mundo de lo sacro, donde los copistas dejaron escritas las biografías de los santos más devotos de Hispania, él encontró el hueco en el que especializar su labor académica. Como experto en ese campo, estuvo en la dirección de la revista especializada Hagiographica, para la que siguió escribiendo desde su retiro en León. Así, tranquilo, acabó una vida santificada entre declinaciones, pizarras y polvo de tiza.