María Nieves Zamacona, una de las pioneras de las farmacias vascas
Junto a su marido abrió su primera farmacia, Ormazabal, junto a la librería Globo en la plaza de España, que más tarde se trasladó a la calle General Alava. Falleció a los 103 años
Miércoles, 2 de febrero 2022
Una mujer adelantada a su tiempo, pionera, entusiasta y siempre intentando aprender en diferentes ámbitos. Esa era María Nieves Zamacona Urrutia, farmacéutica que muchos recordarán en Vitoria y que falleció a principios de enero a los 103 años de edad. Con su marcha, la capital alavesa perdió a una de sus vecinas centenarias, a la que la lucidez le acompañó hasta los últimos momentos, cuando se fue arropada por los suyos.
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María Nieves nació en Bilbao en 1919 y fue una de las primeras mujeres farmacéuticas de todo Euskadi. Estudió en la facultad de Santiago de Compostela, una de las pocas que entonces ofrecían estos estudios, y allí conoció a Benito Ormazabal San José. Él, de origen también bilbaíno, se convirtió en su esposo y padre de sus diez hijos. El matrimonio eligió Vitoria para abrir su primera farmacia, Ormazabal, junto a la librería Globo en la plaza de España, que más tarde se trasladó a la calle General Alava donde Benito despachó y compartió tertulia durante décadas con infinidad de vitorianos. Al poco de llegar a Vitoria, María Nieves inauguraba la suya propia bajo el nombre Zamacona en la calle Olaguíbel, frente al ambulatorio, donde ayudó durante años a cientos de alaveses que buscaban alivio en la botica. El establecimiento lo regenta desde hace años su hijo Ignacio.
Otro de sus hijos, Patxi Ormazabal, exconsejero del Gobierno vasco y ahora presidente de la Asociación Contra el Cáncer de Álava, describe a su madre como una persona «familiar, tolerante y muy pendiente de todo el mundo». «Era muy abierta a la modernidad», destacó. Además de pionera en un mundo hasta entonces reservado a los hombres, María Nieves hizo siempre gala de su gran cultura y de su tolerancia.
Se interesó hasta el final por lo que ocurría a su alrededor. «Podías hablar con ella de cualquier cosa. Tuvo lucidez hasta el último día y sin pasar por el hospital». Una mujer extraordinaria a la que sin duda no solo sus hijos, nietos y biznietos echan de menos.
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