Aunque pueda parecer una exageración, a dos días de la decisiva cita electoral, aún es temerario hacer estimaciones. Los márgenes de error son mucho más ... amplios que los márgenes de acierto, algo que caracteriza, cada vez más, la recta final de toda campaña. En este caso, la última semana ha sido, en realidad, casi también la primera, y nos ha mostrado, tras una dinámica excepcionalmente propositiva y racional, una cara habitual de la mercadotecnia política: la falta de correspondencia entre la agenda ciudadana y la agenda de los partidos y algunos medios de comunicación. Y este suele ser, como se sabe, el mayor incentivo para la abstinencia electoral.
Sin renunciar a lo imprevisible, tratemos de hablar de lo previsible. La última década, el cambio del sistema político vasco de uno polarizado a uno moderado nos obliga a hablar de nuevos modelos y posibilidades de gobernanza. La fórmula de gobierno PNV-PSE es la más habitual en la CAV desde que echó a andar la primera legislatura un 9 de abril de 1980. De las doce legislaturas que ha habido, incluyendo esta que termina, esta coalición ha gobernado en cinco. Pues bien, de todas ellas, solo dos veces gobernaron PNV y PSE con mayoría absoluta: en 1991, con 38 escaños, y en la actual legislatura, con 41. En la quinta legislatura (1994-1998), lograron 36, pero se les unió EA, obteniendo 44 escaños en total.
Si este domingo el PNV y PSE suman 38, no tendrán que pensar más que en el reparto de consejerías. Hasta ahora, en todos los gobiernos que han gestionado, el PNV ha tenido, además de la Lehendakaritza, entre 5 y 8 consejeros, siempre más que el PSE, excepto la primera vez que se aliaron para gobernar, donde el PSE tuvo 7, uno más que el PNV. Y es que la relación de fuerzas entre ambos es crucial: si PNV pierde fuelle y el PSE gana fuerza relativa dentro de la coalición, legítimamente exigirá más poder interno.
¿Qué escenario se abre, en cambio, si esta mayoría no se alcanza? Asistiremos, entonces, a una interesante competición entre EH Bildu y PP para alcanzar acuerdos con el Gobierno. EH Bildu tratando de excluir al PP, y el PP reconectando con la gobernabilidad vasca. Si la izquierda confederal obtuviera representación suficiente para sumar la absoluta con el Gobierno, la aritmética y la geometría a múltiples bandas estarían servidas.
Y, ¿qué ocurriría si EH Bildu gobernara? Incorporada la izquierda confederal al Gobierno (como en Rentería y otras ciudades), buscaría alcanzar acuerdos con el PSE y el PNV para mayorías temáticas. Es la gobernanza colaborativa que propone Otxandiano. ¿Es esto realista? Lancemos una teoría al respecto: es necesaria la estación intermedia del actual Gobierno en minoría para una futura alternancia y definitivo cambio de modelo. Porque, observando las tendencias, resulta razonable imaginar que el modelo de gobernanza actual tiene las legislaturas contadas.
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