Euskadi acude hoy a las urnas bajo el síndrome de una pandemia que puede disparar la abstención
1,8 millones de vascos están llamados a participar en la jornada electoral más inusual e incierta por el miedo a la Covid-19
Los partidos políticos son metódicos. Les gusta, adoran, controlarlo todo. Su problema es que hay fenómenos indomables, como la abstención. Y estas elecciones, las de ... la mascarilla, estarán marcadas por la participación. Para bien, porque se demostraría que la gente quiere participar incluso en situaciones tan extrañas y delicadas como la actual; o para mal, si como parece puede crecer en varios puntos o incluso dispararse. Y eso que la comparación hay que hacerla con lo ocurrido en septiembre de 2016, cuando 647.000 vascos se borraron de su 'deber' democrático de ejercer el voto. El porcentaje final llegó hasta el 37,74%, la cifra más elevada en unas autonómicas desde 2001.
¿Qué ocurrirá? Es una moneda al aire, cierto, pero todos los astros (día soleado incluido) se han conjurado en favor de una abstención que temen todos los partidos, sobre todo las fuerzas más tradicionales y con un voto más fiel. El miedo a una baja participación ha dominado de una u otra forma los mítines de la última semana, llamando a una participación masiva «en el momento más trascendental en décadas» debido a una gravísima crisis económica que los mandatarios sólo admitirán en toda su dimensión cuando se cierren las urnas.
Hoy, 1.790.243 vascos (6.823 más que en la cita de 2016) están llamado a acudir a alguno de los 2.678 locales habilitados para ejercer el voto, 85 más que en 2016. Y todo bajo unas estrictas medidas de seguridad e higiene que eviten los temidos contagios. Mascarilla obligatoria, respetar sí o sí la distancia de seguridad, geles desinfectantes, llevar las papeletas desde casa si es posible, kits sanitarios... Si formar parte de una mesa electoral es una situación difícil de olvidar, el 12-J no tiene precedente con el que compararse. El Gobierno, además, se juega mucho por el temor a que se produzca un brote en algún colegio. Si estos comicios ya vienen marcados por la polémica sobre la fecha de su celebración, un contagio masivo de estas características desataría una nueva tormenta política.
Muchas partidas en juego
Hablando de política, son muchas las partidas simultáneas que se juegan en el tablero del 12-J. Por partes, el PNV, el ganador. La única duda es saber el cómo, el cuánto y el con quién. Es decir, si subirá poco, mucho o muchísimo; cuánto escaños obtendrá más allá de los 28 logrados en 2016; y con quién pactará tras las elecciones. Todo lo que no sea hacerlo con el PSE es una opción que ni se baraja en las casas de apuestas. El miedo jeltzale se llama abstención y encuestas. El viento sopla tan a favor que repetir los 28 o incluso subir a 29 produciría una sensanción amarga. De ahí las arengas de última hora lanzadas por Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar para movilizar a su tropa apelando al 'ojito que viene Vox'.
EH Bildu, por su parte, parece consolidarse como segunda fuerza vasca e incluso podría registrar un ligero aumento. Ha estado toda la campaña buscando el cuerpo a cuerpo con el PNV, pero sigue muy lejos de ser su alternativa hasta que un día pueda fructificar el llamado tripartito vasco de izquierdas por el que tanto empuja Podemos y del que no quiere escuchar ni hablar el PSE.
Aquí radica, precisamente, otra de las batallas, la de la izquierda. Según las encuestas, los de Idoia Mendia podrían recuperar parte del terreno perdido en 2016 y volver a superar a los de Miren Gorrotxategi. Pedro Sánchez frente a Pablo Iglesias. Aliados en Madrid y adversarios en Euskadi.
En clave nacional
Las elecciones vascas son el primer gran test político a la gestión de la pandemia, de ahí que se escriban en clave nacional, como ha quedado evidenciado en las numerosas visitas que los grandes líderes de los partidos han realizado al País Vasco en las últimas semanas. Un nombre domina: Pablo Casado. Ha echado el resto en un momento muy delicado para su formación tras la abrupta salida de Alfonso Alonso y la apuesta arriesgada por Carlos Iturgaiz, uno de los históricos líderes del partido durante la época dura del terrorismo. Además, será la primera vez que la inédita coalición formada por PP y Ciudadanos teste cuál es su verdadera fuerza. Si la cosa sale mal, quizá se replanteen la unión proyectada también en Cataluña.
Quizá el único consuelo es que todas las encuestas le son muy desfavorables, lo que hace que cualquier resultado por encima de las expectativas podría venderse no como un éxito, pero sí como un mal menor relativamente asumible a la espera del congreso que deben celebrar los populares vascos en los próximos meses.
Todo el apoyo que pierda irá, sobre todo, con destino al PNV, pero también a Vox, que sueña con poder acceder al Parlamento vasco por la circuscripción alavesa. No es casual que su presidente, Santiago Abascal, decidiese cerrar la campaña la noche del viernes en Vitoria, en su 'casa'. Álava volverá a ser el territorio más incierto ya que así como Vox puede lograr representación también aspira a ello Equo, que en 2016 concurrió en coalición con Podemos.
Pero esto lo decidirán los vascos... Y la abstención.
Medidas de seguridad
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Mascarilla. Es obligatoria para acceder a los colegios.
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Distancia. Mantener una separación de metro y medio. También los miembros de las mesas estarán colocados a esa misma distancia y se evitará el contacto con las personas que acudan a votar.
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Voto. Se recomienda, si es posible, llevar la papeleta preparada desde casa.
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Geles. Habrá dispensadores en entradas y salidas. Se pide evitar tocar superficies.
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