El triunfo del voto útil
En Euskadi sigue tirando lo de frenar a la derecha, tanto que el PNV se ha subido al carro
Hace tres semanas, en estas mismas líneas, desmenuzábamos la primera oleada de la encuesta de GAD3, muy similar en cuanto al reparto de escaños a ... la segunda entrega que hoy publica EL CORREO, con la convicción de que Euskadi juega en otra liga, con un voto más previsible, moderado y mucho menos volátil que en el resto de España. La nueva fotografía demoscópica, a una semana de la cita con las urnas, confirma esa impresión y refuerza algunas otras: básicamente, que el vasco, cuando se dispone a votar, hace buenos algunos de los tópicos que sobre él se vierten: es pragmático, 'amarrategi' y juega sobre seguro. No le tientan los discursos hiperventilados, tan de moda ahora para pescar indecisos, seguramente porque en Euskadi el porcentaje de electores que aún no se han decantado ronda el 20%, apenas la mitad que en el resto del país. Y en las generales, vota mayoritariamente en clave de freno a un posible gobierno regresivo o centralista en Madrid.
Al margen de la posible bofetada moral que para el PP (el vasco y el de Génova) supondría perder el escaño al que aspira Javier Maroto por Álava, el otro gran titular es que PNV y PSE se disparan y disputarán el 'sprint' final en inmejorable estado de forma. Si los sondeos atinan, la victoria de uno u otro podría dirimirse en la 'foto finish', porque los socialistas vascos se presentan como serios aspirantes a ganar las elecciones y a igualar al PNV en escaños. Se han impulsado nada menos que entre cinco y seis puntos arriba en estas tres semanas de sobreexposición mediática. El PNV no les va a la zaga: sube en todos los territorios y se encarama a la segunda plaza en Álava con una espectacular finta a Podemos.
La primera conclusión, evidente, es que los socios del Gabinete Urkullu están fuertes y se colocan en una magnífica posición de salida para las municipales y forales, tras las que se da por hecho que renovarán su alianza. La segunda, que a ambos les renta pregonar la utilidad de su papeleta, un mantra clásico pero eficaz a la luz de los resultados. La novedad en estos comicios es que el voto útil en clave 'española', para garantizar el triunfo de Pedro Sánchez frente al bloque de derechas, no penaliza al PNV, que suele sufrir en generales al ser una sigla de ámbito exclusivamente vasco. El pato lo paga Podemos, la gran esperanza blanca de los votantes deseosos de fulminar a Rajoy en las generales de 2015 y 2016. Hoy, a la baja y desnortada, la formación morada ya no acumula ese extra de papeletas 'prestadas' sino que se perfila, que no es poco, como el referente, frente a una EH Bildu muy estable en apoyos, de la izquierda clásica no nacionalista.
El PNV sabe que en Euskadi sigue tirando lo de «frenar a la derechona» y Ortuzar se ha subido al carro y lo repite una y otra vez en los mítines, sobre todo ahora que sabe que las tres siglas de la derecha tienen pocas posibilidades de sumar 176. Porque cuando la horquilla estaba más abierta se mostraba algo más enigmático. En cualquier caso, el asunto funciona, aliñado con el siempre efectivo discurso de negociador fetén en Madrid. Ese triunfo del voto útil es el que deja a Maroto colgado de la brocha: si el PSE se sube a la parra lo paga el PP, aunque Podemos, en caída libre y un solo punto por encima de los populares, tiene motivos de sobra para preocuparse por su escaño alavés. Sin embargo, los populares no retroceden en intención de voto, algo que no será consuelo en absoluto si Maroto, referente del casadismo casi tanto como Casado, se queda fuera del Congreso. Porque no sería solo un asiento lo que se pierde. Se perdería un feudo simbólico y la arriesgada apuesta que fue abandonar el centro. Sería, sin duda, la más amarga de las derrotas.
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