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Juan Luis Guerra, en una imagen de los primeros 90.
Música económica

Todo esto no le importa ni a la Mitsubishi ni a la Chevrolet

En 'El costo de la vida', de 1992, el cantante dominicano Juan Luis Guerra denuncia a ritmo trepidante las penalidades que sufren los más pobres y el desinterés de la comunidad internacional por los ciudadanos de países como el suyo

Sábado, 31 de julio 2021, 23:32

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Entre los artistas que han vendido millones de discos no abunda lo que podríamos llamar la inquietud económica, es decir, la tendencia a tratar asuntos que los hagan susceptibles de aparecer en esta sección. ¡Tampoco es cosa de dar mucho la lata a los fans con mensajes de este tipo, habitualmente vinculados a denunciar la injusticia social! Por eso Juan Luis Guerra se presenta como un caso atípico dentro de esa élite comercial, y más todavía si tenemos en cuenta que sus grandes hits tratan de motivar al baile a la vez que provocan la reflexión. Entre los grandes éxitos del músico dominicano (que, por cierto, tiene un hermano economista) son relativamente habituales las letras relacionadas de una manera u otra con estas cuestiones del dinero: desde el realismo mágico y agrario del clásico 'Ojalá que llueva café' (y también yuca, té, queso blanco, miel, trigo, arroz, batata o fresas, «pa que en el conuco no se sufra tanto«, y así nos aprendemos esa palabra de origen taíno que designa pequeñas parcelas de cultivo) hasta aquella estampa de la emigración forzosa que tituló 'Visa para un sueño'.

Pero vamos a detenernos en 'Areíto', el álbum que publicó en 1992 junto a su grupo 4.40, un repertorio reivindicativo en el que brillaba con especial fuerza 'El costo de la vida'. Se trata de una versión de 'Kimia eve', un original del músico congoleño Diblo Dibala (conocido como 'la ametralladora' del soukous) que Guerra completa con una letra centrada en una de sus obsesiones: el desinterés de la comunidad internacional por lo que ocurra en países como el suyo, «un agujero en medio del mar y el cielo», tal como describe la propia canción. «El costo de la vida sube otra vez. / El peso que baja, ya ni se ve. / Y las habichuelas no se pueden comer, / ni una libra de arroz, ni una cuarta de café. / A nadie le importa qué piensa usted. / Será porque aquí no hablamos inglés», denuncia la primera estrofa, en un trepidante diálogo con el coro que se mantiene durante todo el tema y que brilla con especial frescura en los versos sarcásticos en otros idiomas, como «do you understand?» o «vous parlez?, non monsieur».

Ni un callo se cura

«Y la gasolina sube otra vez. / El peso que baja, ya ni se ve. / Y la democracia no puede crecer / si la corrupción juega ajedrez. / A nadie le importa qué piensa usted, / será porque aquí no hablamos francés», insiste Guerra, que después repasa algunos de los problemas acuciantes de su país, desde los servicios sanitarios («la medicina camina al revés, / aquí no se cura ni un callo en el pie») hasta el desempleo («me mordió también»). Todo eso no le importa nada «ni a la Mitsubishi ni a la Chevrolet», apunta, en referencia inesperada a corporaciones de dos de los países más poderosos del mundo.

El trasfondo de 'El costo de la vida' está estrechamente vinculado con lo que expresa otro de los temas del álbum, 'Si saliera petróleo', con Rubén Blades a los coros. «Si de aquí saliera petróleo, / como sale de Kuwait, / qué bendición, mi compay», plantea Guerra. «Pero, por más que te exprimo, / oh, mi panita, no sale na», ya que «la providencia, cuando no quiere, no da». Eso sí, Juan Luis Guerra (que, en estos últimos años, ha dedicado buena parte de su producción a transmitir mensajes cristianos) deja claro que no todo depende de ese azaroso cuerno de la abundancia, sino también de acabar con la corrupción y «luchar juntos por la sociedad».

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