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Jorge Murcia
Martes, 21 de mayo 2024, 00:46
Cada vez es más difícil caminar por las calles comerciales de cualquier ciudad española de cierto tamaño sin tropezarse en algún momento con una de esas vacas blancas con manchas negras 'aparcadas' delante de una tienda de regalos.
Ese ejemplar vacuno -de pega, naturalmente- es el emblema de Ale-Hop, la cadena de establecimientos que ofrece «productos divertidos de diseño propio a precios asequibles». Y que crece año a año a ritmo de récord.
En 2023 facturó 224 millones de euros (un 31,18% más que en 2022), con un beneficio neto de 41 millones (31 millones el año anterior) y 31 nuevas tiendas. La vaca muge más alto que nunca.
«El arduo trabajo y esfuerzo realizado por el equipo», además de factores externos como «la mejora en la economía y el turismo que tanto esperábamos en los últimos tres años» está detrás de su éxito, reconoce la empresa.
En sólo 23 años, Ale-Hop ha levantado una red de 300 establecimientos (la mayoría de ellos en España y Portugal pero también en Croacia e Italia) que emplean a 2.000 personas.
Vicente Grimalt, de 73 años, es el hombre detrás de la vaca. Nació en Gata de Gorgos, una pequeña localidad alicantina de apenas 6.000 habitantes cercana a Denia.
Hijo y nieto de agricultores, cerró la puerta del campo para dar rienda suelta a su alma de comerciante, según relataba hace unos años al diario 'online' alicantino 'elperiodic.com'.
El joven Vicente, junto a un buen amigo, se fogueó en la venta ambulante de productos típicos de su localidad natal -capazos y sombreros, fundamentalmente- por los pueblos en fiesta de media España.
De aquellos locos tiempos sacó muchas enseñanzas, como la de trabajar sin préstamos y deudas. La aprendió cuando, en una ocasión, se endeudó más de lo habitual para acaparar mercancía. Ese verano resultó más lluvioso de lo normal, y los sombreros apenas le valieron para aguantar el chaparrón.
Bastantes años después, en 1991, constituyó Clave Dénia S.A., actual matriz de Ale-Hop. Se dedicaba a importar y vender al por mayor todo tipo de productos para tiendas. Al mismo tiempo, abrió en Denia junto a su mujer un local de artículos de regalo y decoración (muebles, vajillas, incluso figuras de Lladró…), llamado Clave.
Ale-Hop no llegaría hasta 2001, con la inauguración del primer local en la calle La Paz de Valencia, donde comenzaron a vender los artículos más pequeños y que más se vendían en Clave.
¿Y por qué una vaca como reclamo? Grimal cuenta que cogió la idea en una de sus visitas a ferias internacionales, cuando se topó con aquella curiosa réplica de un animal que, por distintos motivos («esos colores blancos y negros, da leche, es sagrada en la India…»), le resultaba «simpático».
Compró dos para probar cómo funcionaba, y los clientes enseguida comenzaron a asociar sus tiendas con el animal. El definitivo impulso de Ale-Hop se produjo en 2003, con la apertura de una tienda en pleno centro de Benidorm.
Ahí se fijó la fórmula del éxito: venta de productos originales, divertidos, a buen precio, y siempre en zonas transitadas. Probaron durante un tiempo el modelo de franquicias, pero desde hace ya diez años se centraron únicamente en la apertura de tiendas propias.
La vaca de Ale-Hop se hace cada vez más ubicua, con la pretensión de consolidar su presencia en los mercados internacionales donde ya opera, y explorando al mismo tiempo «nuevas oportunidades».
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