¿Cómo sé en qué producto financiero puedo invertir y en cuál no?
Además de contar con el consejo del asesor financiero, conviene realizar un autodiagnóstico sobre el riesgo que estamos dispuestos a asumir al contratar un instrumento de inversión
jorge murcia
Martes, 4 de octubre 2022, 00:26
La baja rentabilidad de las cuentas bancarias y depósitos ha espoleado el espíritu inversor de muchos ahorradores que no quieren ver cómo la inflación se come el dinero guardado en el banco. Pero antes de decidir en qué producto meter los ahorros no sólo hay que entenderlo; también es necesario conocer hasta qué punto está uno dispuesto a tomar riesgos. Es decir, a saber cuál es nuestro perfil de inversor.
Hay que tener en cuenta que, cuando recurrimos al asesoramiento profesional o gestión de carteras, el intermediario financiero sólo está obligado a analizar nuestros objetivos de inversión y preferencias de asunción de riesgo.
En el resto de los casos este profesional se limitará a analizar los conocimientos y experiencia del cliente. Es decir, su capacidad para comprender la naturaleza y riesgos del producto que pretende contratar. Y únicamente le advertirá, si fuera necesario, de la ausencia de conocimientos del inversor para entender de forma adecuada el producto.
Entender el producto y su nivel de riesgo
En todo caso, el intermediario financiero está obligado a informar adecuadamente al usuario sobre las características y riesgos de las inversiones que vaya a realizar. De ahí que sea absolutamente imprescindible que el cliente entienda la información que la entidad financiera le transmita y sea consciente del nivel de riesgo que asume.
Pero, ¿cómo determinar uno mismo el perfil de inversor? La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ofrece una serie de pistas. En primer lugar, el usuario debe tener claras las respuestas a una serie de preguntas:
-¿Cuál es mi punto de partida? Consiste en definir nuestra situación financiera actual: cuáles son nuestros ingresos, gastos, deudas, etc.
-¿Cuáles son mis metas concretas? Es fundamental determinar nuestros objetivos financieros «de un modo realista y concreto». Por ejemplo, pretender «alcanzar la independencia financiera» puede ser un objetivo demasiado difuso. Algo más concreto sería ponerse la meta de ahorrar 10.000 euros en tres años para hacer un curso el el extranjero, por ejemplo. Aquí se juntan tres variables fundamentales: plazo, cuantía y finalidad.
-¿De cuánto tiempo dispongo para alcanzar el objetivo? Esta respuesta depende de la anterior, y nos ayudará a determinar el tipo de productos que puede interesarnos.
-¿Qué nivel de riesgo estoy dispuesto a asumir en el camino? La CNMV advierte que esta pregunta tiene «un componente objetivo», como nuestra capacidad financiera, o lo que podemos permitirnos perder, y otro «subjetivo»: los conocimientos financieros que poseemos, nuestra forma de ser y cómo influye en la tolerancia al riesgo.
Al margen de medir nuestra apetencia o aversión al riesgo, es importante reflexionar para estar seguro de que ese nivel de intrepidez inversora es compatible con nuestra situación financiera y con la capacidad para asumir pérdidas si estas se producen.
La lógica dicta que cuando su situación financiera no es muy boyante, el inversor «debe ser especialmente prudente», aunque se considere dispuesto a asumir elevados niveles de riesgo. «No obstante -matiza la CNMV- tampoco debería rechazarse un producto por el mero hecho de que implique algún riesgo, ya que tal vez sea recomendable en el marco de una cartera bien diversificada».
El test de idoneidad
Cuando un ahorrador decide acudir a un profesional que le asesore personalmente o gestiona su cartera, éste debe determinar su perfil inversor a través del denominado «evaluación o test de idoneidad».
Con esta prueba el profesional recaba información del cliente para determinar con mayor precisión sus objetivos de inversión, su situación financiera y la experiencia y conocimientos que tiene para comprender los riesgos que conllevan ciertos instrumentos financieros.
La CNMV deja claro que las entidades financieras deben obtener de sus clientes la información necesaria para determinar «razonablemente» que las recomendaciones (asesoramiento) o decisiones (gestión discrecional de carteras) de inversión cumplen con los siguientes requisitos:
-Responden a los objetivos de inversión del clientes.
-Que el cliente puede asumir desde el punto de vista financiero cualquier riesgo de inversión que sea coherente con sus objetivos.
-Que el cliente cuenta con los conocimientos y experiencia necesarios para comprender los riesgos que implican.