Los fondos de inversión buscan negocio en Euskadi
Econfidencial ·
Hace ya meses que se ha desatado una especie de fiebre por parte de algunos fondos de inversión dedicados a tomar participaciones significativas en ... empresas -lo que en el argot financiero se conoce como 'private equity'-, para invertir en compañías vascas. Sin ir más lejos, en la última semana una importante firma ha hecho de introductora de embajadores en el País Vasco de directivos de KKR. Una gestora de este tipo de fondos, creada en 1976 durante una comida entre dos financieros en un restaurante de la tercera avenida de Nueva York y que en la actualidad gestiona la friolera de 160.000 millones de euros. Charla con invitados de postín y visitas privadas a los máximos responsables de un buen número de empresas medianas y grandes de Euskadi, con un objetivo: ofrecer dinero.
¿Por qué la fiebre de ofrecer dinero a las empresas vascas? Lo primero, porque en estos momentos en el mundo hay mucho dinero circulando que no encuentra acomodo. Se puede decir que incluso hay exceso de dinero. Esto es, no localiza lugares apropiados para invertir. Por otro lado, el País Vasco reúne las condiciones teóricas para encontrar ese acomodo: hay estabilidad política e institucional; una fuerte implantación industrial; el proceso de apertura al exterior está en pleno auge y puede potenciarse aún más y, por si fuera poco, las empresas vascas tienen en general una dimensión reducida y son caldo de cultivo perfecto para propiciar fusiones o compras en el exterior. Explicado de forma sencilla, estos fondos ofrecen la posibilidad de tomar una participación en la empresa, convertirse en socios, para abordar un proceso de expansión o la adquisición de otras compañías con el objetivo de acelerar el crecimiento o la implantación en algún país. Claro que esto es como el famoso dilema de aquel nuevo responsable de exportación de una fábrica de zapatos, que decide concentrar sus esfuerzos en India, porque observa que allí hay un enorme potencial de mercado: un alto porcentaje de la población va descalza. Tras una costosa promoción comercial en el país, las ventas apenas crecen: los ciudadanos no compran zapatos, porque prefieren ir descalzos. Senda equivocada.
Algo de esto han debido apreciar esta semana los directivos de KKR en Euskadi. En una charla organizada en la Torre Iberdrola el pasado lunes, en la que participaba un responsable de este fondo, Antón Pradera, el presidente de Cie Atomotive, derramó un balde de agua fría sobre ellos. Verbalizó lo que mucha gente piensa: que este tipo de fondos no tienen buena imagen en el País Vasco, donde el factor humano en las empresas tiene incluso más importancia que la potencia financiera. Se les identifica como dinero sin alma. Así, reconoció que pese a que lleva bastantes décadas presidiendo una compañía que no ha parado de comprar empresas por el mundo, no ha encontrado un fondo de este tipo «que se adapte a la filosofía de Cie». La filosofía también tradicional en el País Vasco: inversión a largo plazo, sin la obsesión de buscar beneficios a corto que caracteriza a los fondos. No es que las empresas vascas prefieran ir descalzas, pero vistas algunas experiencias cercanas -y me voy a morder la lengua para no dar nombres- tampoco se mueren de ganas por ponerse zapatos de charol, que se estropean al primer contacto con el agua. Tampoco zapatos de clavos -como los de jugar al golf- que hacen agujeros cuando pisan.
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