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Fachada principal del edificio del Banco de España, en Madrid. Europa Press

La crisis del coronavirus alentará y a la vez retrasará las fusiones bancarias

Expertos del sector bancario bancaria prevén un impacto moderado de la morosidad en las cuentas de las entidades, que impulsarán su operativa digital

Lunes, 4 de mayo 2020, 23:05

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La banca encara la crisis del coronavirus en una situación dispar. Por un lado, lleva varios semestres arrastrando las consecuencias de un escenario de bajos tipos de interés y, por consiguiente, escasa rentabilidad. Sin embargo, las entidades están en mejor posición financiera que en la crisis precedente para enfrentarse a los desafíos que vienen, como por ejemplo una tasa de morosidad que, según el Banco de España, alcanzará el 13%, frente al 4,8% actual.

Un panorama que «alentará a medio o largo plazo las fusiones bancarias», en opinión de Francisco Uría, socio responsable del sector financiero de KPMG. Los tambores de fusión llevan tiempo sonando, pero no es algo que previsiblemente vaya a suceder a corto plazo, porque ahora «existen demasiadas incertidumbres», añade el experto. La crisis del coronavirus ha colocado al sector en un escenario en el que resulta extremadamente complejo valorar cualquier tipo de activo. Además, las ventanas de liquidez abiertas por el Banco Central Europeo (BCE) restan urgencia a un proceso de fusiones que «sería deseable que fueran transfronterizas en Europa».

Sin en 2008 las entidades financieras estaban en el centro del problema, en la crisis actual están llamadas a erigirse en una de las soluciones a la destrucción de tejido empresarial, productivo y de empresas que se vislumbra. «Su rol es ayudar, proporcionar acceso a la liquidez a empresas y familias para ayudarlas en la travesía del desierto. Los bancos están ahora más fuertes en liquidez y capital», indican expertos del sector bancario

De hecho, tal y como ha desvelado el Banco de España en su último Informe de Estabilidad Financiera, la banca acumula un volumen de capital de máxima calidad de casi 195.000 millones de euros, de los que 101.500 responden a requisitos regulatorios mínimos. El resto son fondos que constituyen los diferentes colchones capaces de absorber pérdidas derivadas del previsible incremento de la morosidad.

Morosidad hipotecaria moderada

Los impagos de hipotecas se mantendrán, a juicio de Uría, «en términos bajos, porque siempre ha sido así, al margen del efecto de contención que puedan jugar las moratorias pública y privadas. Podemos ser relativamente optimistas». Pero hay otro tipo de sectores, como el del consumo, «que pueden sufrir más», tanto en términos de morosidad como en nuevas concesiones. «En ese ámbito, además de la evolución de la economía jugarán también los cambios que hayan podido producirse en los hábitos de consumo, las preferencias y las expectativas de los consumidores», cree el responsable del sector financiero en KPMG.

Sin embargo, el Gobierno ha puesto en marcha una serie de medidas que, según Uría, podrán «contener parte del efecto» que sobre los bancos tendrán esos impagos, si bien «luego está por ver cómo de dañada queda la economía». Por un lado, una moratoria hipotecaria para ciertos colectivos que supone aplazar durante meses el pago de capital e intereses. A lo que hay que añadir otra serie de moratorias «sectoriales» que ofrecen aplazamientos más amplios, y que llegan a otros sectores de la sociedad no incluidos en la categoría de vulnerables.

Por otro lado, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha abierto tres líneas de avales que cubren créditos por valor de 20.000 millones de euros cada uno destinados a pymes y autónomos. Una financiación que cuenta con el respaldo del Instituto de Crédito Oficial (ICO), que en todo caso ha apelado «a que se haga una gestión prudente del riesgo».

Aflojar la regulación

Conscientes de la gravedad de la situación, los distintos reguladores y supervisores de Europa han abierto la mano con los requisitos que habitualmente exigen a las entidades financieras para que puedan concentrarse en su tarea de facilitar liquidez a la economía. Por un lado, han pospuesto los requerimientos que afectaban a la operativa de los bancos, como los test de estrés que debían pasar este año y otras actividades de supervisión previstas para los próximos meses. Por otro lado, se ha retrasado un año más -hasta el 1 de enero de 2022- la entrada en vigor de Basilea IV, un capítulo más del conjunto de reglamentos y directivas comunitarias que han de cumplir las entidades financieras.

En este escenario la «normalidad» llegará para los bancos en distintas fases, según fuentes del sector. «En una primera se reactivarán operativas más convencionales, como la reapertura del mayor número de oficinas posible», apuntan. Un proceso compatible, a su juicio, con «el fortalecimiento que va a experimentar la digitalización de los bancos a raíz de esa experiencia». Así, la «nueva normalidad» desde un punto de vista operativo «va a estar a caballo de estas dos experiencias». Según las mismas fuentes, los bancos arrastrarán durante 2021 los efectos de la crisis que ya asoma. «Después irán absorbiendo el impacto y retomarán la nueva normalidad. Pero no va a ser un proceso rápido. Llevará tiempo recuperar el escenario anterior», añaden.

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