Mucho más que una capa de pintura

En 1966 Gregorio Uribe-Echebarria creó Geinsa, una empresa dedicada, en principio, a la comercialización de maquinaria para obras públicas y la distribución de quemadores, aire acondicionado y calefacción. Entonces sólo contaba con la ayuda de su hermana Fidela, encargada de tareas administrativas, y una intuición que le permitió modificar ese plan inicial para ajustarse a las demandas de sectores como el de automóvil y hacerse imprescindible en muchos de sus procesos productivos. Hoy, sus hijas Nerea y Amaya son la segunda generación de una empresa que da empleo a 48 personas y está especializada en el diseño y fabricación de cabinas pintura, túneles de tratamiento, hornos de secado, transportadores… Una trayectoria acaba de premiar Aefame, la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, en su gala anual.

Sólo seis años de después de crear la empresa, su fundador ya inicio de comercialización de cabinas de pintura. «Colaboraba y escribía en la revista especializada 'Arte y Cemento', viajaba por las diferentes ferias a nivel mundial, recopilaba ideas y después las mejoraba y convertía en producto», recuerdan sus hijas. «Los primeros sectores para los que trabajó fueron el automóvil y el autobús. Más tarde fueron muy importantes la construcción, las líneas blancas, la maquinaria agrícola, y ahora la energía sostenible (eólica, solar), el sector ferroviario, la aviación y todo tipo de industria», subrayan Nerea y Amaya, que lideran la empresa, aunque desde la retaguardia.

Quien está en primera línea es Pedro Elizmendi, que trabaja en la casa desde 1977 y hoy es su director general. «El consejo de administración como estrategia empresarial tomó la decisión de profesionalizar la dirección ejecutiva de la empresa de forma que la propiedad queda como 'staff' de la organización trabajando en la estrategia de la empresa a medio-largo plazo», explica Nerea, que es 'business controller', mientras su hermana es la responsable de comunicación.

Los ochenta arrancan con Genisa convertida en una firma que pasa con nota su primer gran reto, crear las cabinas de pintura destinadas a la fabricación de autobuses Setra-Seida de Sámano-Castro Urdiales, y lanzada ya a la conquista del mercado exterior, empezando por Francia y Turquía una lista que hoy completan una treintena de países. También la tecnología se fue complicando con la llegada de las instalaciones mixtas de pintura líquida y polvo con tratamiento superficial que después dieron paso a las automatizadas o las de catafóresis, modalidad en la que el año pasado desarrollaron la mayor instalación de España para la fabricante de remolques Lecitrailer.

Hoy, su preocupación pasa por adaptar sus diseños a factores como la mejora energética y sostenibilidad, el desarrollo de sistemas predictivos para mantenimiento y la aplicación de la industria 4.0… Retos para los que desde 2015 cuenta con un laboratorio de innovación. «En él vamos conociendo las necesidades que tienen nuestros clientes y en colaboración con nuestros proveedores y 'partners' innovamos en soluciones. Intentamos no vender instalaciones, sino negocio», subrayan.

«Nuestros retos inmediatos están en la aplicación de los sistemas basados en la Industria 4.0 en todas nuestras máquinas, con los que nuestros clientes puedan prever, controlar e intervenir en la maquinaria directamente desde la sala de control de nuestra instalación. Asimismo, nosotros desde nuestro laboratorio de automatización podemos conectarnos y ayudarles independientemente del lugar o país en el que se encuentren», explica Pedro Elizmendi. «Antiguamente se dibujaba a mano, después en AutoCAD 2D y, desde hace ya 19 años, en 3D. Actualmente ya estamos trabajando en la digitalización de procesos o gemelo digital. La automatización de procesos y la mejora continua es una labor diaria», añade Nerea Uribe-Echebarria.

En cuanto a la gestión, ya se está preparando la siguiente generación, «tanto en propiedad, como en ejecutivos dando oportunidad a empleados». «En la dirección de la fábrica ya ha tenido lugar el relevo generacional con muy buenos resultados», explican las hermanas. «El consejo para esa siguiente generación es que valore en su justa medida lo conseguido hasta el momento, que tenga memoria histórica con el producto, personas y formas de trabajo, pero sobre todo que tenga claro cuáles son los objetivos y de esta forma poder actuar en consecuencia para conseguirlos», confirma el actual director general recordando de paso «una frase muy habitual de la propiedad»; evolución, no revolución.