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Jon Ander Aguirrebengoa, director general de Emica, charla con un empleado en las instalaciones de la empresa en Gallarta. E. C.

Emica: 120 años a prueba de bombas

La empresa vizcaína Emica celebra el aniversario en pleno proceso de expansión internacional y cambio de modelo productivo

Miércoles, 9 de octubre 2019, 00:13

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En 1899 Cuba lograba su independencia, Marconi conseguía trasmitir las primeras señales de radio a través del Canal de la Mancha y Sigmund Freud publicaba 'La interpretación de los sueños'. También fue el año en que se crearon firmas emblemáticas de la automoción como Opel y Fiat. Y en un entorno más cercano y modesto, nacía Emica Bombas. Este 2019 la firma vizcaína sopla, por tanto, 120 velas. Una cifra de la que pocas empresas en Euskadi pueden presumir.

Lógicamente, una vida tan longeva da para muchos avatares, y la empresa de bombas industriales ubicada en Gallartano es una excepción: cambios en el modelo de negocio, de dimensión, plantilla, ubicación, propiedad... Emica ha sobrevivido a muchos hitos a lo largo de su historia y hoy día se presenta como un pequeño pez en un mundo de tiburones que ha hecho de la especialización tecnológica, agilidad de funcionamiento y cercanía con clientes y proveedores sus principales armas.

Emica nació como distribuidora de diversos productos industriales, y en poco más de veinte años logró expandir una red de delegaciones en una docena de ciudades españolas. En 1941 Emica decide dar el salto a la fabricación. Para ello levanta Talleres Ibarreta, una planta industrial ubicada en la Margen Izquierda, a orillas del río Galindo. De allí sale un producto, bombas centrífugas, a partir del diseño de terceros. Ibarreta produce, y Emica comercializa. El negocio prospera de forma que en 1973 se abre una planta en Gijón, concebida en un primer momento como taller para servicio de grandes empresas industriales de la zona, como ArcelorMittal, Asturiana de Zinc o Alcoa.

La vida de Talleres Ibarreta termina con el crepúsculo de la siderurgia, a mediados de los años 80. Pero no significa el fin de la marca: Emica apuesta por dar un valor propio a un producto a través de un modelo diferente, y en esta ocasión con diseño propio. Así arranca su nueva andadura con instalaciones en Alonsotegi. Dieciocho años después se traslada a su ubicación actual, en Gallarta.

La actividad de Emica despierta el interés de la multinacional japonesa Ebara, que en 1991 la compra como primer paso para su implantación comercial en territorio español. Seis años después, una vez que su propósito de posicionarse en la Península Ibérica estaba cumplido, Ebara vuelve a vender la propiedad de Emica a sus anteriores propietarios.

Con el transcurso del tiempo la firma vizcaína va especializándose en un producto de alto valor añadido para empresas de los sectores energético, petroquímico, siderúrgico o de infraestructuras. En este sentido la apertura, en 1995, de un banco de pruebas propio supone un salto cualitativo en su estrategia, ya que permite fabricar un producto casi 'a la carta' para los clientes. La cercanía con los proveedores locales es otra de las fortalezas de una compañía que, a su modo, compite con gigantes como KSB, Flowserve o Soulzer. «Las piezas de fundición se las encargamos a empresas cercanas, a partir de un molde que nosotros les facilitamos. Así nos podemos adaptar mejor al producto, en vez de deslocalizar la fabricación en países de menor coste», explica Jon Ander Aguirrebengoa, director general. Se trata, en definitiva, de «ser ágiles y poder adaptarse a lo que el cliente nos pide».

Objetivo: más bombas y más grandes

Hace dos años Emica dio otro gran impulso a su actividad con el diseño de un plan estratégico que separaba la propiedad de la compañía de su gestión. En lo que se refiere a producto, la apuesta pasa por fabricar «más bombas, más grandes, y de mayor valor» y expandirse en nuevos mercados. El proceso de internacionalización comenzó mucho antes, pero es ahora cuando se han delimitado unas áreas concretas «donde nos interesa no sólo vender, sino que esa venta sea continuada y consolidada a lo largo de los años». El foco está puesto en los países vecinos (Portugal y Francia), Asia (sobre todo los Emiratos Árabes), Marruecos, y en el sector minero de países americanos como Perú, Chile y México.

Actualmente Emica cuenta con alrededor de 4.500 metros cuadrados de instalaciones en sus centros de fabricación. La sede central está en el polígono El Campillo de Abanto-Zierbena, y mantiene su planta productiva de Gijón. El plan estratégico de la empresa (2018-2020) prevé incrementar la cuota de exportación desde el 10% al 28%, y pasar de los actuales seis millones facturados a los nueve.

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