Ni debajo del colchón, ni en una cuenta corriente... Así debes guardar tus ahorros
Hay que recurrir a productos financieros que permitan combatir la inflación para evitar que el dinero ahorrado pierda valor adquisitivo
iratxe bernal
Jueves, 19 de enero 2023, 00:18
Aunque haya sido una de las grandes protagonistas de las noticias económicas del año pasado, la inflación no ha de ser ni mucho menos una preocupación puntual. Sobre todo, si debemos ahorrar a medio o largo plazo y no queremos que el fruto de ese esfuerzo pierda valor adquisitivo con el paso del tiempo. Un ejemplo. Según el Banco de España, que dispone en su web de una calculadora que permite actualizar rentas, lo que en 2002 nos costaba mil euros diez años después ya valía un 16,4% más y, transcurridos otros diez, su precio inicial se habría incrementado hasta en un 51,8%. Es decir, en 2023 pagaremos 1.518 euros por algo que hace veinte años costaba mil. Dicho de otro modo: si en ese tiempo nuestros ahorros no han generado ningún rendimiento habrán perdido la mitad de su valor.
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Este dato evidencia la necesidad de invertir el dinero destinado al ahorro para intentar obtener una rentabilidad que, al menos, combata la inflación. Sin embargo, esta preocupación ha de compaginarse con otra; la de disponer inmediatamente de una parte por si surge alguna emergencia, como tener que cambiar de vehículo. Obviamente, no hay una fórmula universal que sirva para determinar cuánto debemos 'apartar' para disponer de ese colchón. Como orientación, la Organización de Consumidores Usuarios (OCU) aconseja disponer de tres meses de salario, una cifra que, por ejemplo, la experta en finanzas Natalia de Santiago nos anima a elevar. «Como indicación general, el mínimo que tendríamos que tener ahorrado es el equivalente a tres meses, aunque lo ideal serían seis. Si, además, hay circunstancias que sumen incertidumbre, como puede ocurrirles a los autónomos con ocupaciones estacionales, habría que subir hasta el equivalente a un año», explica.
En la cuenta corriente sólo lo justo
Para este dinero prima la seguridad y no la rentabilidad por lo que, junto con lo necesario para cubrir nuestros gastos corrientes, tiene que estar siempre disponible (y sin penalización por disponer de él antes de cumplir ningún plazo), por lo que el único producto financiero recomendable es la cuenta corriente. Aunque ya vuelve a haber cuentas remuneradas, deberíamos buscar otros destinos para el resto de nuestros ahorros para reducir su pérdida de valor adquisitivo. Además, hay que recordar que el Fondo de Garantía de Depósitos sólo cubre 100.000 euros por titular (no por cuenta), por lo si nuestro capital supera ese umbral deberíamos repartirlo entre varias entidades para evitar que una posible quiebra del banco nos deje sin parte de nuestro dinero.
Alternativas
Basta con ver los malos resultados obtenidos el año pasado por los fondos de inversión para comprender la importancia de saber para qué se ahorra: cada meta tiene unos tiempos y tolera, por tanto, diferente nivel de riesgo.
Si vamos a necesitar ese ahorro en un plazo corto, de menos de tres años, lo mejor es recurrir a un depósito. La subida de los tipos ha propiciado la reaparición de estos productos y en el mercado ya hay algunos que ofrecen el 2,5% o 3%. En cualquier caso, es recomendable contratar uno que permita la cancelación anticipada y vigilar las posibles cláusulas de renovación automática puestos que en ese momento suelen variar las condiciones pactadas inicialmente. Otra opción, aunque seguiríamos por debajo de la inflación, serían las letras del Tesoro. En España , en la última subasta del año, el interés medio de este tipo de deuda se situó en el 2,04% para los seis meses y el 2,44% para los 12 meses.
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Si no esperamos tener que utilizar el dinero antes de que transcurran entre tres y diez años podemos arriesgar más, ya que es un plazo en el que podremos recuperarnos de los efectos de posibles ciclos bajistas. Para un inversor sin demasiado conocimiento de los mercados, junto a la alternativa de la renta fija (bonos y obligaciones), que ganará atractivo con el alza de los tipos y el control de la inflación, en este caso tenemos los fondos de inversión (algunos pensados para un fin concreto, como los planes de pensiones) o la compra de acciones.
También hay que tener en cuenta que hay que cambiar de estrategia si cambia el ciclo económico y que, aunque éste no cambie, nuestra tolerancia al riesgo varía en función de nuestras circunstancias personales. Por eso, periódicamente hay que revisar nuestras inversiones para, si fuera necesario, modificar su grado de exposición. Por ejemplo, podemos contratar un plan de pensiones de renta variable cuando tenemos cuarenta años, pero a medida que nos acerquemos a la edad de jubilación será más prudente ir pasándose a la renta fija.
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