ELA no siempre gana: el sindicato se queda aislado en los últimos conflictos laborales por su 'no' al acuerdo'
El sindicato nacionalista mantiene su hoja de ruta de confrontación y se desmarca del pacto en Bridgestone, Guardian y la escuela pública
Ni este viernes en Bridgestone, ni el anterior en la educación pública, ni hace un mes en Guardian. ELA ha quedado al margen de los ... acuerdos que han puesto fin a los conflictos laborales que han marcado la agenda vasca en las últimas semanas. La central, con cerca de 105.000 afiliados y una robusta caja de resistencia de 1.450 euros -su herramienta clave para afrontar huelgas prolongadas-, mantiene una estrategia de confrontación que bloquea el pacto si no se aceptan sus postulados. Sin embargo, en estas mesas, o los trabajadores o los otros sindicatos les han dado la espalda.
La cuestión es que frente a la vía de la concertación que, en mayor o menor medida, practican otras centrales, ELA ha hecho de la confrontación sostenida no solo una estrategia, sino una seña de identidad. Una característica que quisieron llevar hasta las últimas consecuencias en Bridgestone, pese a ser la organización con menos representación. Mientras el resto de sindicatos entendieron que la propuesta de la multinacional japonesa reunía unos «mínimos razonables» como para someterla a votación entre la plantilla -que finalmente la avaló con el 69% de los votos-, la central liderada por Mitxel Lakuntza quería mantener la vía de la movilización activa, a base de más paros y huelgas, hasta conseguir la retirada total del ERE.
Esta posición de ELA no es nueva, pero sí contrasta con el pragmatismo de otras centrales, que han optado por asumir avances parciales en vez de prolongar la negociación hasta lograr la concesión de todas las demandas. Una disyuntiva a la que, a buen seguro, el movimiento sindical se seguirá enfrentando en los próximos meses, en un contexto marcado por la crisis del sector de la automoción, la amenaza de recesión en Europa y el ajuste industrial que, pese a los cuantiosos planes de ayuda gubernamental, ya asoma en una Euskadi netamente exportadora.
Esta divergencia estratégica no solo impacta en la relación con las empresas, sino que está generando tensiones cada vez más visibles entre los propios sindicatos. En Basauri el resto de centrales difundieron un inusual comunicado el lunes arremetiendo contra ELA por su negativa a asumir lo que pudiera decidir el conjunto de la plantilla en una asamblea y recordaron a la organización nacionalista que «solo tiene uno de los trece asientos en el comité».
Las divergencias también afectan a unas direcciones donde las desconfianzas mutuas se han acentuado. El ex secretario general de UGT en Euskadi, Raúl Arza, aseguró hace dos meses en una entrevista en EL CORREO que «no es un orgullo tener un 50% de las huelgas» del conjunto de España, ya que lastra la competitividad. La ya exlíder de CC OO en el País Vasco, Loli García, también ha llegado a asegurar que «el sindicalismo en Euskadi está tocado, ya que algunos usan las huelgas como un fin en sí mismo», en una crítica apenas disimulada al modelo que reivindica ELA.
No cabe duda, y los datos de afiliación así lo demuestran, de que esta estrategia sirve a ELA para ganar espacio y ampliar su base social. «Es fácil aferrarte al 'no' cuando eres el sindicato minoritario», resume en referencia al conflicto en Bridgestone un dirigente de CC OO en Euskadi. Sin embargo, matiza que la central liderada por Mitxel Lakuntza tiene una postura distinta cuando son ellos quienes ostentan la mayoría. «En materia de negociación sectorial es quien menos firma, pero en las empresas -que tienen más visibilidad y pueden montar el 'cristo'- no siempre se aferra a posturas maximalistas», añade.
Esta flexibilidad, en cualquier caso, emerge cuando se negocian condiciones laborales y no despidos. La central mantiene una negativa casi absoluta a pactar un ERE y opta por agotar la vía judicial, aunque ello suponga alargar la situación y bloquear salidas acordadas que permitirían amortiguar el impacto. El conflicto en Guardian estuvo cerca de seguir ese mismo camino, pero una consulta 'in extremis' entre los trabajadores lo impidió.
ELA y LAB, los únicos sindicatos con representación en la vidriera alavesa, consideraron que el cierre de la planta «no estaba justificado». Sin embargo, una vez cerrado el proceso negociador una parte de la plantilla reclamó que la propuesta económica fuera sometida a votación. Esta, que contemplaba una indemnización de 45 días por año trabajado, fue aceptada por un escaso margen.
La fatiga que supone emprender largos procesos judiciales -sin garantías de éxito- no convenció a la plantilla. Sin embargo, ELA, con una caja de resistencia capaz de sufragar los paros a sus afiliados, estaba dispuesta a agotar todas las vías. En la memoria cercana está el conflicto de Tubacex, donde después de nueve meses de huelga acabaron aceptando los ajustes que la empresa puso encima de la mesa en un primer momento, a cambio de evitar 129 despidos.
Fractura política
La resolución del conflicto la semana pasada en la escuela pública -15 años después- evidenció la fractura total que existe entre la central nacionalista y las instituciones. Los partidos que componen el Gobierno vasco, PNV y PSE-EE, señalaron la «soledad» de una central a la que el presidente jeltzale, Aitor Esteban, reprochó su «incapacidad» de acordar por «derivas anteriores». Su antecesor, Andoni Ortuzar, llegó a sugerir que la central promovía que «prendieran en llamas» conflictos vinculados con el PNV para condicionar las últimas elecciones municipales y forales.
El lehendakari Pradales ha tratado de recomponer sin éxito los puentes entre el Gobierno vasco y ELA, tras una era Urkullu en la que estuvo once años sin reunirse con el sindicato. El actual jefe del Ejecutivo autonómico, en cambio, se ha juntado hasta en dos ocasiones con la central, lo que no ha impedido que esta se haya levantado de foros clave como la mesa del Pacto Vasco de Salud.
Esta confrontación, en cualquier caso, también se ha extendido al mundo abertzale. ELA reprocha a EH Bildu haber reforzado su perfil institucional a costa de reducir la reivindicación. Este es el motivo, argumentan en su ponencia política, por el que se han distanciado de LAB, con quien mantienen una guerra abierta por liderar el soberanismo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.