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Manu Alvarez
Bilbao
Martes, 28 de enero 2025, 17:45
Siemens Gamesa considera que su exdirectivo del área de recursos humanos, Alberto Marauri, optó «de forma fraudulenta» por convertirse en sindicalista representante de ELA para eludir un despido que estaba realmente anticipado con cuatro meses de antelación. Por su parte, el ahora representante de la ... formación nacionalista en el comité de empresa de la firma eólica defiende que fue despedido en una clara vulneración de la libertad sindical, de ahí que haya solicitado que se declare nulo el despido. Estas son las dos posturas enfrentadas que han quedado plasmadas en el juicio que se ha celebrado hoy en un juzgado de lo social de Bilbao, casi dos años después de que se produjese ese despido en unas circunstancias, cuando menos, curiosas. Según ha podido conocer EL CORREO la empresa ha ofrecido una propuesta de acuerdo minutos antes de comenzar el juicio que ha sido rechazada por el afectado.
Alberto Marauri anunció a principios de 2023 que se pasaba al sindicalismo a pesar de que había ocupado cargos directivos en Gamesa durante 17 años. En concreto, tal y como ha quedado acreditado en el juicio, participó como representante de la empresa y firmó en expediente de rescisión de contratos de 2018, al tiempo que su salario bruto anual en el momento del despido ascendía a 129.000 euros anuales. Argumentó aquel salto por su descontento con la deriva de la compañía, ya entonces controlada por la multinacional Siemens Energy y sumida en fuertes pérdidas. Nada menos que 2.500 millones de euros en el periodo de 2020 a 2022.
Fue precisamente a finales de 2022 cuando la empresa decidió poner en marcha otro ERE -no sería el último porque ahora mismo hay otro en fase de negociación-, que se saldó con la salida de algo más de 100 empleados. El primer listado, sin nombres pero sí con identificación de «posiciones», se elaboró en diciembre de ese año y la inclusión de Alberto Marauri en el mismo fue evidente para todo el mundo. Así lo han manifestado responsables del área de recursos humanos de la época e incluso un representante del sindicato UGT. Meses más tarde, en febrero, el directivo anunció que pasaba a ser delegado de ELA y poco después fue despedido. «Con 54 años surgió en él la vocación sindical y no fue casualidad. Lo hizo para intentar eludir el despido. Es un abuso de derecho», ha argumentado el abogado de la compañía en el juicio.
La defensa del directivo sindicalista ha dado a entender que el despido fue una especie de venganza y réplica a esa decisión de convertirse en delegado y ha centrado buena parte de su argumentario en recordar que «fue el único despido traumático y forzoso». Más de un centenar de empleados de la compañía eólica tuvieron una salida voluntaria y la salida de Marauri fue la única controvertida, ya que él no lo aceptó. La empresa ha argumentado que fue el único forzoso porque las funciones que desempeñaba desaparecían tras la reorganización de la compañía y recibió por ello una indemnización de 119.000 euros, equivalente a 20 días de salario por cada año en la empresa. Su reclamación, de ser aceptada, le permitiría no solo cobrar los salarios devengados en los casi dos años desde que se produjo el despido, sino reincorporarse a la compañía, de la que sigue siendo miembro del comité de empresa.
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