«Pocas empresas se involucran en la formación»
Sergio Llamas
Domingo, 20 de julio 2025, 16:14
Ivan Dorado (Bolivia, 42 años) y Roger Valdivia (Nicaragua, 32) trabajaban como peones de la construcción antes de que les surgiera la oportunidad de realizar un curso en electricidad y pasar a integrarse en Emartin Facilities. «Son muy pocas las empresas que se involucran así en tu formación. No solo te formas durante el curso sino que cada día vas teniendo la oportunidad de aprender algo nuevo», reconoce Dorado, casado y con dos hijas que quiere hacerse un hueco en este sector.
«En la construcción no tenía esa seguridad de que iba a poder trabajar todos los días. Aquí, con un contrato en toda regla y las condiciones que tenemos... no tiene nada que ver», destaca el hombre, que no pudo acreditar la formcación que traía de su país al llegar a España. Al menos, eso sí, celebra que la situación para su hija mayor -de 18 años- está resultando más fácil. «Ella ya se ha educado aquí y no ha tenido problemas para ponerse a trabajar», explica.
Valdivia es la incorporación más reciente. Acaba de incorporarse a la empresa y aunque ya llevaba ocho años en el País Vasco, hasta ahora no había comenzado a gestionar su arraigo que ahora está obteniendo por formación. «Esto es otro mundo. En la obra yo me dedicaba a subir materiales, bajar escombros, barrer la zona, volver a subir materiales... Lo que quisiera el oficial», resume.
Ahora el trabajo sigue siendo duro -en sus dos meses de prácticas a menudo le ha tocado cargar con pesadas bobinas de cables-, pero tiene el aliciente de que «todas las normas se cumplen a rajatabla». «En algunas obras, con tal de que no te viera el inspector... Aquí en cambio los EPIs (Equipos de Protección Individual, como los cascos y guantes) tienen que estar siempre bien puestos. Sí, o sí», ejemplifica.
-
«Es un sector en el que me gustaría quedarme»
Cuando vivía en Colombia, Luz Rivera (33 años) trabajó durante muchos años en una fábrica textil donde se acostumbró a los turnos y a las exigencias de concentración que a menudo reclaman los talleres. Al llegar hace tres años a Euskadi, donde vive con su hija y una compañera, tuvo que dedicarse al sector de los cuidados acompañando a una mujer mayor en su día a día.
Ahora, con el compromiso de la empresa Pine y tras completar un curso de formación de 640 horas, ha vuelto a un taller, aunque en lugar de hilos y telas trabaja con montajes mecánicos y cableado. «Ha supuesto un cambio, pero le estoy cogiendo el tranquillo», asegura Rivera. De hecho, hasta que se inscribió al programa, nunca había prestado atención a un montaje de electricidad. Ahora, con una cierta experiencia en este ámbito, su relación con este medio ha cambiado. «De hecho -admite con orgullo- el otro día hubo tormenta y se fue la luz de casa. En otras circunstancias no me hubiera atrevido, pero pude arreglarlo. Actualmente, aunque parezca una tontería, ya no me da miedo plantar un enchufe. Le voy cogiendo el tranquillo y es un sector en el que me gustaría quedarme», confiesa.
Su desembarco en el centro de Zamudio en el que trabaja, donde comparte espacio con unos 68 operarios (una media docena son mujeres), le ha abierto muchas puertas. «Se me han acomodado muchas cosas, también en casa», explica, no solo en referencia a los horarios de trabajo que facilitan la conciliación, sino también de cara a la escolarización de su hija. «Ahora ya puede ir sola al colegio. Estás pendiente, pero eso te da más libertad y como el trabajo te deja tiempo, puedo recogerla y podemos hacer cosas juntas por la tarde», explica. Un tiempo libre en el que, además, no descarta seguir formándose para seguir avanzando en la empresa.