¿Dónde están los ricos? En Euskadi, no
La revista Actualidad Económica ha publicado hace algunas semanas el ranking nacional de riqueza, que compite con el de otra revista, Forbes, en tratar de ... desvelar la nómina de las principales fortunas y su cuantificación individual. No hay que tomárselo como una ciencia exacta porque las dificultades para acceder a la información sobre las propiedades de las personas son enormes, algo que por otra parte resulta lógico. Estas publicaciones realizan sus estudios tomando como referencia los datos que son públicos, que no son muchos. La base principal es la participación en sociedades y el valor de mercado de esas empresas si es que cotizan en Bolsa. Para las que no cotizan utilizan una aproximación al valor teórico contable. Quedan al margen, por tanto, las propiedades inmobiliarias o, por ejemplo, sus depósitos bancarios, en fondos de inversión, cartera de participaciones no conocida, posesión de obras de arte y cualquier otro activo. Hay que tomarse con pinzas los datos y partir del principio de que no es del todo riguroso, aunque sirve para aterrizar sobre la materia y hacerse una idea.
Para el asunto que me trae esta semana no es crítico si la persona A tiene 500 o 560 millones de euros de patrimonio. Va de otra cosa. En el listado de este año aparecen seis vascos entre las cien primeras fortunas españolas. En este primer dato no vamos mal, estamos en línea con el peso de la riqueza que se genera en el País Vasco en relación al conjunto de España. En materia de PIB representamos en torno al 5,8%, desgraciadamente con una clara tendencia de caída porque hace apenas 20 años éramos el 6,3%. Pero ese listado encierra algo demoledor. Ninguno de esos seis vascos tiene su residencia habitual en Euskadi. Curioso, ¿verdad? Lamentable diría yo.
Ampliemos la lupa para tener mejor perspectiva. De los treinta ciudadanos y familias identificados como «los más ricos de Euskadi» tan solo quince tienen su residencia, que se sepa, en la comunidad autónoma. Al ritmo que va el drenaje no me extrañaría que a estas horas ya solo sean 14 los que tienen su residencia fiscal aquí, porque alguno habrá emigrado ya desde que se realizó el estudio. No te oculto que da una cierta envidia lo que sucede en Galicia, sin ir más lejos, porque las principales fortunas de la comunidad siguen siendo residentes de la misma.
El asunto tiene su trascendencia, porque tener su residencia fuera o dentro del País Vasco significa pagar impuestos dentro o fuera. Las razones para que esto se produzca son diversas. Tiempo atrás fue la presión de ETA, su extorsión continuada a las grandes fortunas, las cartas, los secuestros y los asesinatos, quien marcó el camino de la Nacional 1 para 'animarles' a fijar su residencia en otros lugares, principalmente en Madrid. Quienes se fueron no han vuelto, con el consiguiente daño a la economía vasca. Han echado raíces -sinónimo de familia y amigos- y ya no hay vuelta atrás. En los últimos años, sin embargo, la principal razón para la deslocalización ha estado centrada en el Impuesto de Patrimonio y también en el desplazamiento de los centros de decisión de las empresas que lideran o en las que tienen intereses. Digamos que se suman así razones tributarias y profesionales, que conforman un cocktel realmente dañino para la economía vasca.
No olvides que los ricos gastan y consumen -por lógica, por encima de la media-, invierten y pagan impuestos, aunque busquen las condiciones más favorables para ello. En suma, generan empleo y actividad económica. Para la Administración, para Hacienda en especial, son 'clientes premium' porque tienen las liquidaciones más abultadas.
Así que en este asunto no vamos bien. Ahora que está tan de moda la de retener talento tenemos que admitir que no retenemos riqueza. Vaya, que se nos van los principales clientes. Y cuando a una empresa se le van los principales clientes…
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