La menguante clase media en España
Si aceptamos su definición oficial, vivir sin sobresaltos financieros, una parte de quienes figuran estadísticamente en este grupo ya no puede vivir como tal
Durante décadas, el concepto de clase media se ha asociado a la sala de máquinas de una sociedad. Cuando se expande, el país avanza. Si ... se detiene o contrae, el país frena o retrocede. Clase media es el grupo que vive sin sobresaltos económicos frecuentes y sin angustias de final de mes. Así lo entienden y definen los Organismos oficiales.
A partir de esa definición, Eurostat, Eurofound y la OCDE clasifican como clase media a los hogares cuyos ingresos se sitúan entre el 75% y el 200% de la renta mediana neta del país. En España, eso equivale a unos 12.700–34.000 euros por persona, o 24.300–64.800 euros para un hogar promedio de dos adultos. Aunque el Banco de España emplea a veces un intervalo más amplio —entre los percentiles 30 y 90 de la distribución—, todas estas definiciones comparten la misma idea: clase media es quien puede vivir con estabilidad, previsión y cierta holgura.
Desglosando esta banda de ingresos se suele establecer la división clásica: media-baja (75–100% de la mediana), media-media (100–150%) y media-alta (150–200%). Según estos criterios, el 20–23% de los hogares españoles pertenecen al primer grupo, el 28–32% al segundo y el 12–15% al tercero. En suma, oficialmente, alrededor del 60% de los hogares españoles son clase media. La cifra apenas ha variado en los últimos veinte años.
Sin embargo, la opinión pública experimenta, al rebufo de los medios de comunicación y, sobre todo, por experiencia propia, una sensación creciente de retroceso. En Estados Unidos, el 'Pew Research Center' certifica un descenso del 61% al 50% de la clase media entre 1971 y 2023. En Francia, el 'Observatoire des Inégalités' habla abiertamente de «clase media en peligro de extinción». Y en España, el último informe FOESSA/Cáritas sostiene que solo un 43% de la población vive hoy como «clase media integrada», muy lejos del 58% de 1994. El mensaje, reiterado, parece inequívoco: la clase media se encoge.
¿Quién lleva entonces la razón? ¿Los organismos estadísticos o las entidades del tercer sector?
El Informe FOESSA describe capacidad adquisitiva y condiciones reales de vida. Cuando la mediana de ingresos ha subido un 11% en términos reales desde el pozo de 2013, el suelo de la clase media se ha elevado. Así, quien en 2008 ganaba 12.800 euros se situaba cómodamente en la franja media-baja. Hoy, esos mismos 12.800 —en términos reales— lo dejan fuera, por debajo del nuevo umbral de 13.200 euros. El resultado es un desplazamiento silencioso: la clase media baja se estrecha ligeramente, la media-alta crece, y el conjunto mantiene su tamaño estadístico. Pero no necesariamente su bienestar.
FOESSA identifica como «clase media integrada» a quienes no padecen exclusión, inestabilidad laboral severa, carencias materiales significativas ni tensiones económicas recurrentes. El 43% que obtienen contradice indirectamente las cifras oficiales: retrata otra dimensión, la de vivir efectivamente como clase media, no solo poder clasificarse dentro de ella.
He aquí el punto crítico que conviene subrayar: si aceptamos la propia definición oficial —vivir sin sobresaltos financieros—, hay una parte de quienes figuran estadísticamente en la clase media que, sin embargo, ya no puede vivir como tal. El coste de la vivienda absorbe más del 40% de la renta bruta en uno de cada cuatro hogares del grupo; la precariedad laboral afecta al 47,5% de la población activa; la emancipación se retrasa hasta los 30 años; y un porcentaje creciente de familias depende de ayudas públicas para sufragar gastos inesperados. La estadística mantiene el perímetro, pero la realidad va vaciándolo por dentro.
Sin entrar en polémica sobre los criterios oficiales, FOESSA mantiene que una parte de quienes figuran como clase media ya no viven como tales. Y eso obliga a revisar el concepto o aceptar que la etiqueta se ha vaciado de contenido.
Por tanto, la pregunta decisiva no es ya si la clase media mantiene su intervalo estadístico, sino si mantiene su poder económico real. Y la respuesta es que no. El bienestar que antes distinguía a este grupo se ha deteriorado.
Salvo desmentido oficial de los criterios de Foessa, debemos asentir con preocupación: las clases medias se estrechan en España.
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