Amartya Sen: la libertad como brújula del desarrollo
Amartya Kumar Sen, nacido en 1933 en la ciudad india de Santiniketan ha tejido una vida iluminada por una noble vocación: interpretar el sufrimiento humano ... y buscar respuestas para superar el azote de la pobreza y la trampa de la desigualdad. A los diez años, durante la gran hambruna de Bengala que segó tres millones de vidas, el niño Sen fue testigo directo de la impotencia de un sistema colonial incapaz de alimentar a su pueblo. Años después confesaría que aquella experiencia sembró su compromiso de profesar una economía al servicio de las personas.
A sus 92 años, el economista y filósofo hindú no es solo un académico incansable. Es un visionario que, desde los recuerdos estremecedores de su infancia hasta el reconocimiento cosechado en las aulas de Harvard, ha lanzado un mensaje provocador: que la pobreza es un robo de oportunidades y que el término 'desarrollo' equivale a la libertad de cada persona para poder elegir con dignidad su destino.
Amartya Sen creció en el campus de Visva-Bharati, la universidad fundada por Rabindranath Tagore, un crisol del pensamiento humanista. Su padre, Ashutosh Sen, un químico y profesor distinguido, investigaba en unos laboratorios destartalados, mientras su madre, Amita, una erudita inmersa en el círculo de Tagore, dirigía obras teatrales y editaba revistas literarias. Este entorno de ciencia y poesía arropó a Sen en su pasión por el rigor intelectual y la justicia.
Formado en Calcuta y doctorado en Cambridge, Sen no se rindió a la moda matemática dominante en su tiempo en la disciplina económica. Bajo la guía de Joan Robinson y Maurice Dobb, estudió filosofía y ética. Su carrera como profesor universitario es monumental: enseñó en Calcuta, Delhi, Oxford, en la London School of Economics y, desde 1988, en Harvard, donde ha inspirado a generaciones con un mensaje renovador. Dirigió el Trinity College en Cambridge y fue mentor de economistas como Angus Deaton. Sus clases, dicen sus alumnos, no solo explican, sino que transforman.
Su enfoque de 'las capacidades', cristalizado en 'Development as Freedom' (1999), es su legado estelar y la obra que le dio proyección mundial. En ella presenta una idea esencial para el intelectual indio: «La libertad es tanto el fin como el medio del desarrollo». En 'Poverty and Famines' (1981), demostró que los desastres alimentarios surgen de fallos en el acceso a las redes de distribución y no solo de la escasez de provisiones. 'On Economic Inequality' (1973) desnudó las raíces de la inequidad, mientras en 'The Idea of Justice' (2009) propuso una ética práctica para un mundo desigual. 'Collective Choice and Social Welfare' (1970) revolucionó la teoría clásica de las decisiones sociales, mostrando cómo, en ocasiones, las preferencias individuales chocan con el bien común. Estas obras, divulgadas durante décadas en aulas y foros, han moldeado decisivamente el pensamiento económico moderno. Sus memorias, 'Home in the World' (2021), retratan una apasionante vida entrelazada con la historia del siglo XX y comienzos del XXI: del colonialismo al auge de Asia, del debate sobre el Estado de bienestar a la globalización y su reciente cuestionamiento.
Con su colega paquistaní Mahbub ul Haq Sen impulsó el 'Índice de Desarrollo Humano' (IDH), que desde 1990 publica Naciones Unidas y que combina renta, esperanza de vida y educación. Este índice, centrado en las personas, fue una forma elegante de desafiar el monopolio del PIB como vara de medir el bienestar.
En 1998 fue galardonado con el Premio Nobel de Economía, un premio que reconoció su «contribución a la economía del bienestar» y su empeño en devolver la disciplina económica al terreno de la ética y de la política. Su mensaje resonó globalmente: los indicadores macroeconómicos carecen de sentido si no se traducen en vidas más dignas para la gente común.
Sen nos formula una pregunta que en los países desarrollados sigue quemando: ¿qué es el desarrollo? Para el Profesor y humanista, desarrollo no es el PIB, sino la luz de un niño que aprende a leer, la conquista de una mujer que puede votar, el triunfo de un enfermo que logra sanar. Su vida nos recuerda que el mundo tiene una deuda con quienes no pueden elegir su destino. A los 92 años, su claridad sigue desafiando el cansancio de los tiempos.
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