La Fundación La Caixa y el grupo Criteria vuelven a Cataluña. Me alegro. Nadie en su sano juicio puede desear que le vaya mal a ... Cataluña. Cuanto mejor les vaya a ellos tanto mejor será para todos. ¿Es esa vuelta un signo de normalidad política en la sociedad catalana? Aparentemente y en trazo grueso, sí. La vida política catalana se ha normalizado en el sentido de que ya no iluminan las noches de la Plaza Urquinaona los contenedores de basura en llamas, ni los cohetes de los manifestantes encapuchados. Tampoco se celebran referéndums ilegales en los colegios catalanes, con las urnas protegidas por los mismos mossos que vigilarán en adelante las fronteras.
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Pero, ¿todo eso sucede porque los instigadores y los defensores del 'procés' han recuperado definitivamente la sensatez y abandonado sus maximalismos o porque han logrado una buena parte de lo que pretendían sin esforzarse lo más mínimo puesto que el Gobierno de Sánchez se lo da a cambio de su apoyo en el Congreso? Escuche lo que dicen los líderes independentistas. Cosas como «lo volveremos a hacer» o «esto de la cesión de las fronteras es un paso más hacia el Estado independiente». Y lean los pactos que suscriben con el PSOE y se darán cuenta de que se trata de la opción segunda. Las cesiones gubernamentales han sido tantas y han ido tan lejos con tan escaso esfuerzo que sería una locura querer marcharse de este país tan generoso con ellos en que se ha convertido España.
Todo aquel que piense lo contrario debe explicar por qué razón no ha vuelto también CaixaBank si todo está ya normalizado. El Grupo Caixa se ha convertido en el brazo armado empresarial del Gobierno central, a quien ayuda como un siervo obediente. Con esta última decisión cumplen todos los objetivos. Devuelve a Cataluña la Fundación, ese gran objeto de deseo, y a Criteria, ese gigante empresarial, con lo que apoya y da cobertura a Salvador Illa y al propio Sánchez, pero mantiene a la vez en Valencia a CaixaBank para no ofender a los restos de Bankia ni desairar a su enorme base de clientes en el resto del país.
Otra cosa más. Si tanto se criticó en su momento la reforma de la ley de sociedades que, impulsada por Luis de Guindos, facilitó los traslados de las empresas que huían de Cataluña, ¿por qué no se critica ahora la misma ley que facilita los retornos? Ojalá Cataluña se normalice pronto y su economía vuelva a brillar de nuevo. Pero ese día no es hoy. Lo veremos en el leve, pero constante, declinar de su participación en el PIB.
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