España necesitará 40.000 hectáreas de plantas solares para cumplir sus objetivos energéticos

Por eso, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé que España cuente con 39 gigavatios de potencia instalada en 2030, una cifra que multiplica por cuatro la actual y que solo supera la eólica con 50 GW. A nivel mundial, la solar fotovoltaica ya es la energía limpia que más se instala y suma 760 GW. «En 2030 será la reina de las tecnologías eléctricas», vaticina Donoso. No en vano, para ese año la Agencia Internacional de la Energía espera que se duplique la velocidad a la que actualmente se instalan placas fotovoltaicas. «España está en una posición privilegiada para aprovechar el tirón», afirma Donoso.

Los planes de sostenibilidad son también una gran oportunidad empresarial. El pasado día 1 concluyó la moratoria para solicitar permisos de conexión a la red de nuevas instalaciones de energías renovables y el 'boom' está servido. De hecho, con una facturación de 8.238 millones de euros y casi 59.000 trabajadores directos e indirectos en 2020, España es ya el segundo mayor mercado del sector a nivel europeo, por detrás solo de Alemania. Y las empresas se frotan las manos ante la llegada de 450 millones de euros en ayudas al autoconsumo -25 millones en Euskadi-, que ya el año pasado creció un 30% y marcó un récord de 596 megavatios instalados.

«Todavía es pronto para ver el impacto que tiene el fin de la moratoria, pero nosotros llevamos ya tres años creciendo a un ritmo medio del 50%», afirma José Ignacio Mendoza, director de la empresa de ingeniería e instalación alavesa Ekisolar. «El encarecimiento de la luz hace más rentable las instalaciones, y los fondos europeos destinados a la transición energética van a ser un catalizador. Cada vez hay más empresas en el sector», añade.

La única pega es que las plantas solares ocupan un espacio considerable. Y los tejados no tienen la superficie suficiente como para facilitar la consecución de los objetivos marcados. «En el mejor de los casos, el autoconsumo puede alcanzar unos 10 gigavatios. El resto se tendrá que obtener de plantas en suelo», explica Donoso. El problema está en que provocan un notable rechazo social, sobre todo en el ámbito rural, donde se instalan las infraestructuras más grandes y, curiosamente, también entre algunos grupos ecologistas.

«Las críticas que reciben las instalaciones están totalmente infundadas. Las placas fotovoltaicas son compatibles con la ganadería ovina, algo que incluso promovemos porque limpia las hierbas de las instalaciones y facilita incluso que aniden algunas aves migratorias, y no utilizamos productos fitosanitarios en las plantas», responde Donoso. Además, señala que el terreno que ocupan es pequeño en comparación con los dos millones de hectáreas de baldío de España: «Para lograr los objetivos del PNIEC hacen falta en torno a 40.000 hectáreas, solo un 0,17% de la superficie agrícola del país».

Alejandro Labanda, director de Regulación y estudios de UNEF, explica ese cálculo: «Teniendo en cuenta que tenemos ya instalados 13 GW, y que el autoconsumo puede añadir entre 6 y 10 GW más hasta 2030, nos harán falta al menos 16 GW de plantas de suelo. Con un factor de uso de terreno de las plantas en suelo de unas 2 hectáreas por megavatio, se necesitarían al menos 32.000 hectáreas más». Sus detractores, no obstante, exigen que no se utilicen en ningún caso terrenos que puedan comprometer la soberanía alimentaria.

Si las moratorias que agricultores y ganaderos demandan en diferentes lugares prosperan, será difícil avanzar. «Existen ya procedimientos para determinar los lugares adecuados para las plantas. A veces se nos olvida que la prioridad es dar respuesta a la emergencia climática. Ya perdimos la década pasada y, si no actuamos, podemos perder también la presente, dando más importancia al paisaje que al paisano», critica Donoso, que incide en el rendimiento de quienes alquilan sus terrenos. «Es hasta de 2.000 euros por hectárea, cuatro veces el de una explotación agrícola. Es como si les tocase la lotería. Quienes se quejan son siempre los que no han alquilado», sentencia.

Eduardo Román, responsable del departamento de Solar Fotovoltaica del centro tecnológico Tecnalia, reconoce que ese rechazo es preocupante. No obstante, considera que la tecnología puede ofrecer soluciones interesantes. «En primer lugar está el incremento de la eficiencia de los paneles. Hace 5 años estábamos en 180 vatios por metro cuadrado, ahora hemos alcanzado ya los 210, y en un par de años habrá en el mercado paneles de 250 vatios. Esto reduce el tamaño requerido para generar energía», explica.

Gracias a la irrupción de nuevos materiales y al desarrollo de tecnologías de gestión como el 'big data', las plantas cada vez ocuparán menos terreno. Además, Román señala que existen sistemas para compatibilizar explotaciones agrícolas como viñedos con paneles que ofrecen protección y también plantas flotantes: «Como sucede con los campos eólicos, se están desarrollando parques solares en el mar cerca de la costa y en pantanos. Hoy en día no son rentables, pero es cuestión de tiempo». Por si fuese poco, Román añade que «los paneles no tienen por qué ser cuadrados ni negros», y que ya hay en el mercado todo tipo de placas que se adaptan a la estética del lugar.

Otra de las innovaciones más prometedoras en la que trabajan tanto Tecnalia como otras empresas vascas es la integración de paneles solares mucho más allá de los tejados. «Ahora podemos fabricar paneles curvos y adaptarlos a diferentes elementos constructivos. Ya los tenemos, por ejemplo, en fachadas ventiladas», comenta antes de mencionar los coches solares, que ya pueden generar los 30 kilómetros que los europeos recorren de media.

Mendoza, sin embargo, advierte de que todos estos grandes planes pueden tambalearse por una razón en la que se repara poco: la falta de mano de obra cualificada. «Hay una gran oportunidad, pero para aprovecharla se debe formar a una generación de jóvenes que pueda diseñar instalaciones e instalarlas. Nos hacen falta montadores e ingenieros», señala el responsable de Ekisolar, que también pide cambios administrativos en Euskadi para facilitar el autoconsumo.

«Es una de las comunidades autónomas que aún exige licencia de obra para hacer la instalación, algo que lleva 3 o 4 meses», critica. Así, el País Vasco está en el furgón de cola con solo 62,2 megavatios de potencia instalada, de los cuales 11,2 MW corresponden a autoconsumo. «El gran salto se dará cuando llegue la tecnología de baterías para almacenar la energía sobrante de forma económica. Ahí daremos un paso hacia autoabastecimiento, pero eso está todavía lejos», sentencia Mendoza.