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En medio de la tormenta

La invasión de Ucrania nos ha devuelto a la vida habitual de las empresas, acostumbradas a moverse en la incertidumbre y el desasosiego

Lunes, 28 de febrero 2022, 19:51

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El mundo de la economía vive un momento de gran confusión y tremenda incertidumbre. Es decir, una situación habitual. Repasando de memoria los acontecimientos acaecidos en los últimos cincuenta años, me he encontrado con un rosario interminable de crisis y periodos de zozobra. La adhesión a las Comunidades Europeas que se inició en 1970; la crisis del petróleo tras la guerra de los Seis Días entre Israel y los países árabes, que supuso el primer aldabonazo de la dependencia energética de Europa y el disparo de salida de una crisis industrial que nos golpeó con fuerza inusitada; el abandono de la convertibilidad del dólar en oro, que derribó el sistema imperante desde Bretton Woods; la caída del sha en Irán y su sustitución por el régimen de los ayatollahs que, junto con el derribo del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, modificaron la geoestrategia mundial; la globalización y el renacimiento de China; la nueva inestabilidad fruto del ataque a las Torres Gemelas; el colapso del mercado inmobiliario estadounidense, la desgracia del Brexit y me dejo varias…

Ahora estábamos sacando la cabeza de la crisis provocada por la pandemia del covid. Nos faltaba mucho para recuperar la calma. Los ingentes planes de ayudas puestos a disposición de los países para solventar la recuperación no acababan de llegar a sus destinatarios; las dificultades de aprovisionamientos en materias primas energéticas, y otras, nos habían metido en una espiral inflacionista peligrosa que podría finiquitar una era de tipos de interés prácticamente nulos; la distribución mundial se atascaba y afectaba a las cadenas de producción... Es decir, faltaba mucho aún para dar por solucionada la crisis de la pandemia, pero estábamos enfocados hacia su solución. Bueno, pues la decisión de invadir Ucrania adoptada por el zar ruso nos ha devuelto a la 'normalidad' de la incertidumbre y a la generalización del desasosiego.

Siempre recuerdo una frase dicha durante la crisis de las 'subprime' por el entonces presidente de la Corporación Mondragón, José María Aldecoa, cuando le preguntaron cuánto iban a durar las penurias y él contestó: «No tengo ni idea, pero prepárese y actúe como si fuesen a ser eternas. Como no lo serán, estará mejor preparado cuando terminen». La frase tiene una intencionalidad impecable y es de una validez absoluta para los tiempos actuales. Será por eso que tiene muchos seguidores. Como los premiados ayer. Personas y empresas capaces de nacer y desarrollarse en entornos difíciles. Ejemplos de empresarios que luchan contra las dificultades externas de unos mercados mundializados y, en ocasiones, contra las incomprensiones internas de una sociedad que reclama constantemente nuevos y mayores derechos, sin estar muy dispuesta a asumir deberes, esfuerzos ni compromisos.

Ternua es una empresa que descubrió las ventajas y la conveniencia de ser sostenible antes de que fuese obligatorio ser sostenible. Pelea en un mercado dominado por gigantes que basan su estrategia en la dimensión y la presencia extensa. Ellos habitan en el nicho de la excelencia y la concienciación. Quizás por eso son un ejemplo de éxito que les ha habilitado para crecer en tamaño y rentabilidad.

Cie y Antón Pradera, o Antón Pradera y Cie, son un tándem que ejemplifica a la perfección el empresario de raza que tanta falta nos hace y tanto echamos de menos. Una excelente mezcla de arraigo y eficacia, de apertura al mundo y desarrollo tecnológico. Con veinte empresas como Cie, el País Vasco sería un emporio de riqueza y bienestar. Es una lástima que estén mucho más de moda las OPE de empleo público -concitan más participantes que espectadores acuden a los estadios de fútbol- que esto tan arduo y difícil de generar riqueza y empleo.

Mercedes es un ejemplo de otra cosa, igualmente necesaria. De empresa multinacional imbricada en el territorio sobre el que irradia inversiones, empleos y tecnología. A la vez que llena las carteras de pedidos de sus proveedores, les eleva el listón de la exigencia en la calidad y la innovación. De estas necesitábamos solo media docena más.

De menor tamaño, pero no importancia, está la cuarta empresa premiada, Globe Testing, dedicada a las pruebas de los sistemas de software, creada gracias al impulso y la tenacidad de Eneritz Zubizarreta quien, junto a otros dos socios, levantó su compañía en el Parque Tecnológico de Álava y ocupa hoy a 90 trabajadores. Un ejemplo de que la imaginación, la perseverancia y la inteligencia unidas son el mejor germen del éxito empresarial.

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