Los empresarios vascos evitan criticar al PNV por su 'no' a la reforma laboral
Están convencidos de que la formación de Andoni Ortuzar «le ha dado una patada a Pedro Sánchez utilizando nuestro trasero»
Arrancar alguna valoración oficial de los empresarios vascos sobre la actitud del PNV en torno a la reforma laboral es una tarea imposible. Rememorando a ... Jordi Pujol, el «hoy no toca» es la frase que resume la situación si lo que se persigue es que un representante oficial y corporativo de este colectivo hable del asunto, con nombre y apellidos y dando la cara, para asumir la responsabilidad de la crítica. En privado, con el compromiso de anonimato, sí es posible acceder a la huella que ha dejado no solo el 'no' del PNV a la convalidación del decreto legal, sino sobre todo a los 'rasponazos' que han generado las palabras del presidente de esta formación política, Andoni Ortuzar, así como las del portavoz parlamentario, Aitor Esteban.
Ortuzar acusó públicamente a los empresarios de «tratar de hacer rehén al Parlamento», después de que la CEOE anunciase que no suscribiría la reforma laboral si se modificaba «una sola coma» del texto pactado con el Gobierno y los sindicatos. Ortuzar hacía un llamamiento cuartelero a Pedro Sánchez para que pusiese «firmes» a los empresarios por esa actitud. Esteban, por su parte, causó dos siniestros -solo chapa y pintura- en su intervención desde la tribuna del Congreso. Alegó que en las negociaciones no había participado «la mayoría sindical vasca» -pese a su conocida aversión al diálogo social, incluso en un formato euskaldun- y dio a entender que Garamendi decía unas cosas en privado y otras en público. Así, deslizó la idea de que el presidente de la patronal se había mostrado partidario en conversaciones con dirigentes jeltzales de dar primacía a los convenios autonómicos frente a los estatales, para negarlo más adelante, ante las divisiones internas en el seno de la organización empresarial. «Si ELA y LAB no han participado es porque no han querido», matizan desde las patronales.
«EL PNV le ha dado una patada a Pedro Sánchez en nuestro trasero», expresa gráficamente un dirigente empresarial vasco, convencido también de que la sangre no llegará al río y no se producirá una quiebra en las magníficas relaciones que las patronales vascas mantienen con el partido mayoritario en Euskadi. Sin ir más lejos, el propio presidente de Confebask, Eduardo Zubiarrue, es militante de la formación jeltzale y se ha significado al asumir durante varios años la presidencia de la junta municipal de Eibar.
Poner distancia
Los empresarios tratan de reducir lo sucedido a «esos juegos que se traen los políticos, que no van con nosotros ni con la economía real. Es su particular mundo y es mejor mantener distancia y observarlo con frialdad». La opinión aparentemente mayoritaria es que la oposición del PNV a la reforma laboral era táctica y perseguía escenificar el malestar creciente con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. «Hemos tenido mala suerte -señalan fuentes empresariales vascas-, porque el proceso de aprobación ha coincidido con un desgaste, quizá un hartazgo, del PNV por cuestiones concretas como el retraso en la transferencia del Ingreso Mínimo Vital o la ausencia de acuerdos en torno a la llegada del tren de alta velocidad» a las capitales vascas. «Asuntos que, por cierto, parecen haber comenzado a desatascarse tras esta peripecia», remarcan.
Creen que los jeltzales «han sobreactuado más que nadie» en un debate subido de tono
También hay que tener en cuenta la existencia de razones prácticas que limitan la capacidad de los empresarios vascos para «devolver la patada» a los dirigentes jeltzales. Un día sí y otro también, destacados líderes de empresas suben en el ascensor acristalado de Sabin Etxea para entrevistarse con alguno de sus dirigentes. O hacen lo propio en el Gobierno para mantener un encuentro con los responsables nacionalistas de las áreas económicas. Hoy es el «echadnos una mano en la compra de esta sociedad extranjera», mañana es un respaldo para «reconducir los precios de la energía» y pasado un «apoyo para agilizar esta o aquella ayuda del Estado». Y eso solo por hacer referencia a las peticiones de ayuda en formato 'embajadores', porque las de consumo interno dentro de Euskadi son aún más intensas.
Empresarios y organizaciones representativas siguen defendiendo en el País Vasco que «la reclamación del PNV en torno a los convenios autonómicos no tenía mucho sustento. No había causa, de ahí que tampoco le hayamos dado demasiada trascendencia», argumentan. Y ello porque mantienen que existe un ya viejo compromiso de las organizaciones empresariales para dar prioridad a estos convenios, que, por otra parte, son una rara avis. Apenas hay seis en vigor y nada hace presagiar que pueda haber muchos más, porque la costumbre ha hecho que se imponga el convenio sectorial de ámbito provincial.
El valor de los pactos
«Todo el mundo ha sobreactuado mucho en este debate sobre la legislación laboral -añaden fuentes empresariales-. Y el PNV, más que nadie». Muestran su extrañeza por el hecho de que los jeltzales no hayan «puesto en valor el diálogo social». Esa capacidad del Gobierno, los sindicatos y las organizaciones empresariales para ponerse de acuerdo es algo que ha reclamado con tanta insistencia como escaso éxito el Gabinete de Urkullu. En Euskadi se han celebrado a bombo y platillo pactos entre la patronal, el Ejecutivo y los sindicatos.
Los empresarios, apunta uno de sus dirigentes, ya tienen asumido que de vez en cuando el PNV va a blandir el látigo contra ellos por esa tradición de la formación jeltzale de poner una vela a Dios y otra al diablo. En un clarividente 'formato Urdangarin', prefieren sobrellevarlo con naturalidad. «Son cosas que pasan», aseguran.
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