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Los aranceles anunciados por Donald Trump no son un fenómeno aislado. Son una muestra más del clima de incertidumbre que domina hoy la economía global. ... En cuestión de semanas, una revolución tecnológica como la inteligencia artificial puede cambiar radicalmente sectores enteros, al igual que una decisión política puede trastocar el comercio mundial. Intentar prever lo que ocurrirá en seis meses es, en este contexto, casi un ejercicio inútil. La única certeza es la incertidumbre.
Las empresas deben aprender a convivir con este entorno de cambio constante. El clásico 'plan a cinco años' ya no sirve. Hay que estar preparados para virar en semanas. Afortunadamente, Euskadi cuenta con un tejido empresarial que ya ha demostrado su capacidad para adaptarse en situaciones críticas. Durante la pandemia de la covid, muchas empresas vascas reorganizaron sus cadenas de suministro, digitalizaron procesos a contrarreloj, diversificaron productos y buscaron nuevos mercados. Fue una respuesta marcada por la creatividad, la agilidad y la innovación. Esa experiencia debe servirnos de guía para los desafíos actuales.
Y es que los aranceles no son un problema lejano. En 2024, Euskadi exportó a Estados Unidos productos por más de 2.000 millones de euros, lo que representa alrededor del 6,4% de nuestras exportaciones totales. El impacto directo de los nuevos aranceles podría superar los 400 millones de euros, afectando a sectores clave como la automoción, la máquina-herramienta, la siderurgia y el sector agroalimentario. A ello se suma un efecto en cascada sobre la inversión, el consumo y el empleo.
Frente a este escenario, es esencial actuar. A corto plazo, se deben reforzar los instrumentos de apoyo a la internacionalización, desde seguros de crédito hasta nuevas líneas de financiación. También es clave el papel de la diplomacia económica. La vía multilateral, a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), puede ofrecer un espacio para reconducir las tensiones comerciales. No es fácil, pero no debemos perder la fe en el diálogo. Europa y Estados Unidos siguen compartiendo intereses estratégicos, y el entendimiento es posible.
Lo importante es no quedarse quietos. Hoy son los aranceles; mañana, quizás, otra disrupción tecnológica o geopolítica. Lo que marca la diferencia es la capacidad de anticiparse, adaptarse y seguir avanzando. No me gusta especialmente la palabra 'resiliencia', pero no se me ocurre otra mejor. Lo que está claro es que quien no se mueve, se queda fuera.
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