La siderurgia vasca urge a la UE a «ponerse las pilas» ante la ofensiva arancelaria de Trump
Estados Unidos impone un recargo del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio
La guerra comercial de Donald Trump continúa. Solo una semana después de que impusiera unos aranceles del 10% a la importación de productos chinos, el ... presidente estadounidense anunció el domingo por la noche su intención de gravar con un 25% todo el acero y el aluminio que entre a Estados Unidos. Una noticia que la industria siderúrgica vasca recibió con cierta preocupación, ya que EE UU es el tercer destino de sus exportaciones. Representantes del sector reclamaron a la Unión Europea una respuesta ágil contra esta guerra comercial que proteja el mercado comunitario.
La imposición de aranceles sobre el acero y el aluminio es un paso más en esta ofensiva proteccionista. Los primeros damnificados serán sus principales socios, aunque el riesgo de que respondan con las mismas medidas -sumado a la posibilidad de que tengan que buscar nuevos mercados- supone un golpe contra la siderurgia europea en general y la vasca en particular.
La cuestión es que el mayor proveedor de acero a Estados Unidos el año pasado fue Canadá, seguido por Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam. El país liderado por Justin Trudeau -que negocia con Trump desde hace una semana cómo evitar unos aranceles del 25% en todos sus productos- también es su gran importador de aluminio, seguido de lejos por los Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China. En el caso de que estos países respondieran a Estados Unidos con el mismo gravamen, el encarecimiento de los precios arrastraría de forma inevitable al mercado europeo.
Ahora bien, la apuesta por imponer aranceles sobre estos metales no es nueva. Durante su primer mandato, ya gravó con un 25% las importaciones de acero y con otro 10% las de aluminio. Sin embargo, en sus últimos meses en la presidencia rebajó estos recargos con la firma de un nuevo tratado de libre comercio con México y Canadá.
En los cuatro años en los que Biden estuvo en la Casa Blanca, estableció una sistema de cuotas más laxo por el que las empresas siderúrgicas de la Unión Europea no debían pagar aranceles si no superaban los kilos de acero importados el año anterior. Se trata de una normativa dirigida a evitar sanciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que aplicó en reciprocidad a las imposiciones de la UE a los productos norteamericanos. La portavoz del Gobierno Trump, Karoline Leavitt, advirtió ayer que esta tasa no desaparecerá y los nuevos aranceles del 25% se aplicarán sobre los tributos que ya existían.
«Una mala noticia»
Estos recargos de la Administración Biden llevan a la siderurgia vasca a asegurar que esta nueva ofensiva proteccionista no «cambia mucho» la situación vivida los últimos cuatro años. Asier San Millán, director general de Siderex, asociación clúster del sector, aseguró ayer que «aunque ya hemos estado conviviendo de alguna manera» con estos aranceles, «es una mala noticia».
La siderurgia vasca vendió el año pasado acero por valor de 385 millones a Estados Unidos. Después de Alemania y Francia es el tercer cliente del sector. «Supone cerca del 15% de nuestras exportaciones», expuso San Millán, que insistió en que es un dato no solamente de las acerías, sino de todos los eslabones de la cadena de valor.
Otra de las variables que a su juicio hay que tener en cuenta es si terceros países, principalmente los asiáticos y especialmente China, -al no poder acceder al mercado norteamericano- «acaban inundando otros mercados como el europeo» con aceros 'low cost'» y sin «cumplir las mismas reglas de juego que las empresas vascas y europeas». Es por ello que el clúster pide a la Comisión que «se ponga las pilas». «En Estados Unidos hay un presidente que se levanta y establece una serie de medidas, pero aquí, entre que se hace una demanda, se investiga, se ponen medidas temporales, se ve si funcionan y que se establecen las definitivas, pasa mucho tiempo», lamentó.
Estos aranceles, en cualquier caso, tendrán un efecto dispar entre las distintas empresas. En ArcelorMittal destacan que no tienen un volumen de exportaciones importantes, ya que sus fábricas en Estados Unidos son suficientes para abastecer la demanda interna. En el caso de Tubacex, subrayan que cuentan con siete plantas productivas fabricando «producto premium» para los sectores de energía y aeroespacial. «No existe una fabricación local en EE UU equivalente a lo que nuestra compañía produce», zanjan.
La empresa que puede verse más perjudicada es Tubos Reunidos. Realiza cerca del 40% de sus ventas al mercado estadounidense. Sin embargo, destacan que además de ser capaces de fabricar en el país norteamericano, tienen «una posición de prestigio, que confiamos que minimice el impacto». Creen, además, que la apuesta de la Administración Trump por incrementar la producción de petróleo y gas aumentará la demanda de tubo de soldadura de altas prestaciones.
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