«Los jóvenes que empiezan a trabajar exigen cosas nuevas y las empresas deben escucharles»
Admite que no han conseguido convencer al Gobierno central sobre la necesidad de rebajar el coste eléctrico a la industria
Se muestra bastante optimista en relación al comportamiento de la economía vasca después de comprobar que algunas variables, como el empleo y el consumo, se ... comportan mejor de lo esperado. Aunque muchas veces ha sido tachada como la consejera del Gobierno vasco más refractaria a los planteamientos sindicales –y, en consecuencia, más inclinada a apoyar a los empresarios–, Arantxa Tapia resta trascendencia al aumento de la conflictividad laboral y también a sus efectos a medio y largo plazo. Tiene su influencia, pero no cree que sea un freno real para grandes inversiones en Euskadi.
– Los datos revelan una desaceleración de la economía pero no una clara recesión, como podía preverse hace no muchos meses.
– Cierto. Antes del verano todos éramos más pesimistas para el segundo semestre. Hay impacto de los precios de la energía, también del precio del dinero, pero factores como los problemas logísticos se han ido recuperando.
– ¿Qué le transmiten las empresas?
– Esa misma impresión. Lo esperaban todo peor. Pero también es verdad que hay segmentos, en especial pequeñas y medianas empresas, que comienzan a pasarlo mal. Llega el momento de comenzar a devolver los créditos que obtuvieron para atravesar la pandemia y, en un contexto de márgenes de negocio muy estrechos, tienen dificultades. Ahí hay complicaciones. Y hay algunas expectativas no cumplidas en relación con los fondos europeos.
– ¿A qué se refiere exactamente, a los retrasos?
– Hay muchas inversiones paradas y retrasadas a la espera de que se adjudiquen los fondos. El propio mecanismo de ayuda impone que la inversión se produzca a partir del momento de la concesión y no antes. Si alguna empresa se anticipa, los gastos anteriores no son imputables al proyecto. De ahí algunos retrasos.
Revisar inversiones
– Algunas empresas también están reconsiderando los proyectos que presentaron por múltiples razones. Los plazos, el coste real, la expectativa de negocio…
– Sí, algo de eso está sucediendo. La subida de tipos de interés ha obligado a todo el mundo a revisar sus planes de inversión porque ahora las cifras sobre la rentabilidad de cada proyecto han cambiado. Y ahí cada empresa tendrá que ver si su iniciativa sigue siendo razonablemente rentable con el nuevo coste del dinero.
– ¿Y hubo también exceso de pesimismo en torno al impacto del aumento de los costes de la energía en una parte importante de la industria?
– No. Yo creo que lo que ha sucedido es que se han estrechado los márgenes, en algunos casos han desaparecido, y también que las empresas han conseguido trasladar a los precios de sus productos un aumento que ha contrarrestado al menos una parte de ese efecto. Pero la dependencia que tenemos del gas y del petróleo es aún muy importante y la alternativa del hidrógeno no se pone en marcha de la noche a la mañana.
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– Pero la industria de consumo intensivo de electricidad sigue teniendo un hándicap para competir. Países vecinos tienen precios mucho más bajos por decisión de sus gobiernos. Ustedes no han tenido demasiado éxito en convencer al Ejecutivo de Pedro Sánchez sobre la necesidad de hacer algo similar.
– Efectivamente, ahí no hemos tenido éxito, no ha fructificado. Francia, Alemania o Italia tienen unos incentivos muy importantes que nuestras empresas están sufriendo, porque es un problema para competir. Pero también es verdad que muchas de nuestras empresas se confiaron y no fueron capaces de ver las ventajas de tener contratos de largo plazo.
– ¿Le llama la atención el cambio de postura de Bildu, que ahora comienza a contemplar como una opción instalar parques eólicos en Euskadi?
– Creo que el conjunto de la sociedad está cambiando. Las encuestas revelan que el 80% de los ciudadanos está a favor de los parques renovables.
– Pero la lentitud en los procesos burocráticos es abrumadora.
– Sí, es un problema no solo nuestro, sino de toda la Unión Europea. Actualmente, entre el momento en que se inicia la tramitación de un parque y su construcción pasan siete años. Si queremos una transición energética, deberíamos hacerlo más rápido.
– Vivimos un momento de incremento de la conflictividad laboral, y de forma muy especial en el País Vasco. Es una consecuencia de la inflación galopante, pero ¿cree que puede tener un efecto negativo en la atracción de inversiones?
– Siempre que una empresa estudia una inversión también analiza este tipo de cuestiones. Claro que puede influir. Pero también hay que decir que, cuando se pone sobre la mesa una inversión estratégica, los sindicatos en Euskadi son capaces de llegar a acuerdos. Hay que extender esta forma de actuar, que es muy habitual de los sindicatos de otros países. También las empresas deben implicarles más en las decisiones de futuro.
– Sí, pero los sindicatos que han llegado al acuerdo pierden las elecciones. Me refiero a la planta de Mercedes en Vitoria.
– Es cierto, pero debemos recordar que el acuerdo sindical fue refrendado por las plantillas, por lo que los trabajadores y trabajadoras también estaban de acuerdo con la decisión. Evidentemente, nuestro máximo respeto a la elección que han tomado.
– Mercedes no ha anunciado aún su decisión definitiva sobre la inversión en Vitoria.
– No lo ha hecho de forma oficial, pero esa inversión para fabricar una monovolumen eléctrica no corre riesgos.
– Seguro que usted también ha oído en privado a muchos empresarios pronunciar la frase: «Hay sindicatos que se van a cargar la industria de este país».
– Sí, la escucho a menudo. Pero decir que hay sindicatos que se van a cargar la industria vasca es un exceso dialéctico. Puede haber situaciones puntuales complejas, pero no creo que eso vaya a ocurrir. Todos somos conscientes de que la industria es clave en nuestro futuro. Y todos tenemos que darle una vuelta a las relaciones en la empresa.
– ¿A qué se refiere con las relaciones en la empresa?
– Es que los jóvenes que se incorporan al mercado laboral exigen cosas nuevas. Que se les escuche, se les tenga en cuenta... Hace falta más escucha por parte de las empresas, más transparencia, más comunicación. Ya sé que eso puede resultar sencillo en una pequeña empresa y muy complejo en una grande. Pero hay que hacer un esfuerzo, y no solo en la empresa privada, también en la Administración. Cuanto más escuchadas se sientan las personas, cuanto más implicadas se sientan, mejor funcionarán las cosas.
Atraer profesionales
– En torno a la atracción o retención de talento, está extendida la idea de que nuestros jóvenes, los mejor preparados, se van. ¿Lo ve usted así?
– Nosotros hemos animado a los jóvenes a salir y tener una experiencia internacional. Eso es bueno y muchos quieren tenerla. Además, hay que tener en cuenta que a muchos jóvenes les atrae el glamour de trabajar en una empresa internacional. Aunque también me he encontrado con jóvenes encantados de trabajar en una pyme en Holanda. Creo que ahí tenemos un reto: que nuestras pymes sean capaces de saberse vender y ser atractivas. Que no sea solo atractivo trabajar en Google, Microsoft, Mercedes o Deloitte. Tenemos campeones ocultos muy atractivos, pero quizá nos falta un poco de promoción de marca de empresas, de notoriedad.
– Suele esgrimirse que los salarios en el País Vasco son bajos y que eso supone un problema en ese mismo ámbito, el de retener y atraer talento.
– Antes de la pandemia estuvimos en San Francisco con una comunidad de vascos, bastante jóvenes, recién titulados o que ya llevaban un tiempo trabajando allí. Nos reconocían que, efectivamente, los salarios eran más altos, pero también lo eran los costes de vida. El alquiler de vivienda, los servicios de salud o la educación, incluso el servicio doméstico, son mucho más caros. Puesto todo en la balanza, analizando en su conjunto lo que podemos denominar calidad de vida, no salimos mal. Mirar solo el salario no da una imagen real. Y creo que esa calidad de vida es lo que les genera las ganas de volver.
– Algunas empresas del sector energético ya han anticipado que sus planes de inversión corren riesgo como consecuencia del nuevo impuesto que está tramitando la Administración central. ¿Cree que ese peligro es real?
– Pues depende de cómo y con qué criterio se haga. Estamos completamente de acuerdo en el planteamiento que ha hecho la UE, que pasa por gravar con impuestos los beneficios extraordinarios que se puedan obtener como fruto del aumento de precios de la energía. Esos beneficios deben compartirse con el conjunto de la sociedad y estar dirigidos a una reducción de costes en los ciudadanos y también en la industria electrointensiva. Otra cosa es que se aplique de forma diferente.
– Entiendo que no le gusta mucho la fórmula del Gobierno español, que ataca el ingreso, no el beneficio. Y tampoco tiene un destino finalista, sino financiar el conjunto del gasto público.
– Por eso le decía que sí, pero bien hecho. Hacerlo sobre ingresos no tiene mucha lógica. Efectivamente, puede animar a algunas empresas a desplazar sus inversiones fuera, a otros países.
– El Ejecutivo vasco ha culminado su tercera participación significativa en una empresa. A CAF y Kaiku se suma ahora la compra de acciones de ITP. ¿Tienen alguna otra inversión entre manos?
– En estudio hay varias. Pero debo reconocerle que no están suficientemente maduras como para pensar que lo podemos materializar en breve.
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