Alcaraz comienza su viaje espacial
el rey más joven del tenis ·
El joven murciano vuela hacia lo más alto desde Nueva York y, a sus 19 años, se presenta como un tenista destinado a marcar una épocaEl 25 de julio de 2021, Carlos Alcaraz ganó en Umag (Croacia) su primer torneo de la ATP. Dos meses y medio antes, había cumplido ... 18 años. En la final se enfrentó a Richard Gasquet, todo un clásico del circuito, un tenista de mucho talento al que Rafa Nadal lleva apabullando tantos años (18-0 en los duelos entre ambos) que ha terminado por convertirlo en una especie de mosquetero melancólico, sin filo en su espada. Si el joven murciano sintió aquel día la presión, lo disimuló de maravilla: 6-2 y 6-2 con ese tipo de autoridad insolente que a veces produce el descaro juvenil. Aquella victoria -y entonces nadie podía imaginarlo- fue el comienzo de una espectacular cuenta atrás que, en apenas catorce meses, ha llevado a Carlos Alcaraz a ganar en Nueva York su primer título de Grand Slam y a convertirse, a sus 19 años y cuatro meses, en el número 1 mundial más joven de la historia.
Todo ha sido tan rápido que la sorpresa de los aficionados de todo el planeta no puede ser más lógica. Hasta hace un par de meses, cuando Djokovic se impuso en Wimbledon, el centro del debate tenístico seguía siendo el duelo entre el serbio y Nadal por ser el campeón con más títulos de Grand Slam. Por supuesto, también se especulaba sobre el regreso o la retirada definitiva de Federer y, desde luego, se mantenía puesta la lupa en las figuras más pujantes de la nueva generación: Medvedev, Sinner, que había llevado al límite a Djokovic en el All England, Casper Ruud, finalista en Roland Garros, Kirgyos, Berretini, Tsitsipas, Rublev, Auger-Alliassime... Y Carlitos Alcaraz, por supuesto.
Nadie dudaba de él, de sus extraordinarias cualidades y su futuro inmenso. La única duda residía en determinar cuándo se iba a producir su despegue y cuál sería luego su recorrido en el espacio. El tenista de El Palmar, una pedanía murciana de 24.000 habitantes conocida por el Hospital Universitario Virgen de Arrixaca y por sus intentos frustrados de segregarse para tener ayuntamiento propio, había comenzado el año 2022 de una forma muy prometedora. En Australia, en tercera ronda, llevó a Berretini al límite del super tie-break del quinto set. Aunque a muchos les pasó un tanto desapercibida por el triunfo de Nadal, esa actuación tuvo mucha importancia. Fue el preámbulo de su victoria en el Open 500 de Río, que a su vez fue la antesada de su primer gran título con mayúsculas. El 3 de abril, Alcaraz ganó el Masters 1000 de Miami tras imponerse en la final a Casper Ruud, su víctima del domingo. Previamente, había eliminado a Tsitsipas y al polaco Hurkacz, un tallo de 1,96 que saca como si quisiera enterrar la pelota al otro lado de la pista.
Una bola de nieve se había puesto a rodar pendiente abajo. Ese mismo mes, el murciano se llevó el Conde Godó sin dar opción en la final a su amigo Pablo Carreño, otro gran producto de la factoría Ferrero. Charly, o Carlitos como también le gusta que le llamen, se colocó ya entre los diez primeros del ránking de la ATP. Iba lanzado y en el Open de Madrid nadie se le resistió. Sus victorias sucesivas ante Nadal, Djokovic y Zverev, al que en la final le pasó por encima como una apisonadora, causaron asombro.
No sería de extrañar que forje con Sinner una rivalidad como la de Nadal con Djokovic o Federer
el futuro
La figura paterna
Alcaraz daba miedo. Había algo prodigioso en la naturalidad de su juego. Y también de su ambición, representada en su deseo, que pregonó desde niño, de ser el número 1 del mundo. Convertido en el tenista de moda, fue inevitable que todos los medios se pusieran a la faena de descubrir al personaje. Ya no valía sólo con analizar su tenis, extraordinariamente completo para su edad en lo que a gama de golpes se refiere. Había que interesarse por la vida de un chaval, el segundo de cuatro hermanos varones, al que su padre, director del Club de Campo de El Palmar, le puso una raqueta en sus manos a los tres años sin saber -tan sólo quiza deseándolo- que estaba escribiendo su destino.
La figura paterna es clave en esta historia. Carlos padre, que ya fue hijo de tenista, llegó a ser subcampeón de España y 963 de la ATP. Nadie mejor que él para ver las aptitudes de su hijo y rodearle de buenos entrenadores: Carlos Santos, Kiko Navarro, Antonio Gómez Palencia y, finalmente, Juan Carlos Ferrero. «Lo vi por primera vez con 12 o 13 años. Vino a la academia y entrenamos un día. Era un fideo sin músculos, muy pequeño. Tenía todo lo que tiene ahora, pero en pequeño. (...) Desde el primer momento vi en él cosas distintas a los demás chicos de su edad y sigo viéndolas ahora», aseguró una vez el campeón de Roland Garros en 2003 y antiguo número 1 del mundo.
Convertido en la gran sensación del circuito, Alcaraz llegó este año a París como uno de los grandes candidatos al título. En los cuartos de final, sin embargo, Zverev se tomó la revancha de Madrid y le eliminó. Rafa Nadal acabaría ganando el torneo una vez más y fueron muchos los que se preguntaron entonces si el globo de Alcaraz no se había hinchado demasiado. O al menos demasiado pronto. Es más, hubo quienes vieron en esa exaltación por tierra, mar y aire del joven ídolo una afrenta irrespetuosa al gran campeón de Manacor. Esta percepción se acentuó después de que Jannik Sinner le superase con facilidad en Wimbledon y, unas semanas después, volviera a derrotarle en la final de Umag.
Carlos Alcaraz y su equipo reaccionaron con calma, como si estuvieran viviendo algo previsto en su calendario. Es más, hasta parecieron agradecer esa rebaja repentina de las expectativas. Era una forma de quitarse presión, de que Carlitos pudiera descansar y entrenar con más tranquilidad, de que pudiera despejarse un poco jugando al ajedrez o al golf -pasión que le ha inculcado Ferrero-, o disfrutar en familia del potaje con 'pringá' que le prepara su madre cada vez que le visita en El Palmar. Lo cierto es que en su regreso a las pistas sembró algunas dudas. En el Master 1000 de Canadá cayó en primera ronda ante Tommy Paul y en Cincinnatti, en los cuartos frente a Cameron Norris en un partido durísimo. Fue un entrenamiento ideal para el US Open.
Lo ocurrido estas dos semanas en Flushing Meadows hay que describirlo en términos aeronáuticos. Alcaraz, sencillamente, despegó y comenzó su viaje espacial. La imagen de las grandes pantallas del estadio Arthur Ashe con el mensaje 'Bravo Carlitos' tras su victoria ante Ruud quedarán para la historia de un torneo que no sólo se recordará por el título del español y su record de precocidad como número 1 sino también por el gigantesco partido que disputó ante Jannik Sinner. Fue tan brutal que muchos ya anuncian que entre el murciano y el tirolés, sólo un año mayor, puede forjarse una rivalidad histórica como las que Nadal ha mantenido con Fededer o Djokovic. No sería de extrañar.
Será interesante observar cómo digiere Alcaraz este éxito y, sobre todo, cómo evoluciona. Su juego es tan completo que, salvo algunos pecados de juventud en forma de pérdidas de concentración, berrinches momentáneos o alguna que otra sobrada propia de la edad, es difícil encontrarle puntos débiles. Juan Carlos Ferrero, sin embargo, está convencido del margen de progresión de su pupilo. «Creo que está al 60% de su juego. Debe mejorar al resto, el saque, el revés en ciertas situaciones, la consistencia, el intentar no irse mentalmente». Si lo consigue, Alcaraz marcará una época.
Palmarés
-
6 títulos acumula Carlos Alcaraz como profesional: Umag (250), Río (500), Miami (1000),Barcelona (500), Madrid (1000) y US Open.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión