El equipo de curling de Barcelona que tiene 500 años de historia y aún no ha jugado un partido en casa

Cada Fiesta Mayor de Invierno -similar a la fiesta patronal de verano pero en temporada invernal- un equipo de curling de Barcelona acude al pantano de Vallvidrera y lanza una piedra al agua para ver si está congelada y pueden jugar al curling. Supuestamente llevan casi 500 años haciéndolo -dicen que la fundación del club data de 1541 aunque los primeros registros son de 2018- y aún no han podido debutar en casa.

Esta peculiar tradición de los vecinos del barrio de Vallvidrera de Barcelona, ubicado en el distrito Sarriá-San Gervasio, ha traspasado fronteras y hasta el medio 'The World', que solo opera en Instagram', ha seguido sus pasos el día en el que se repite la tradición.

Ataviados de banderas, escobas, cascos y todo tipo de artilugios para jugar al curling, inician su ruta desde el área metropolitana de Barcelona hasta el pantano. Este año la Fiesta Mayor de Invierno cayó el 16 de marzo y se encontraron con la ciénaga prácticamente sin agua, fruto de las graves sequías que vive Cataluña desde hace meses.

Así que con humor cantaron el himno del club -interpretado por un vecino del barrio, que compagina su labor en un coro con sus actuaciones en las misas del domingo- y lanzaron una piedra al agua para comprobar si estaba helada. Ya sabían la respuesta de antemano, pero la tradición es la tradición. Un año más sin jugar en casa. Y con la misma alegría que desprendían en la subida al pantano, los miembros del club se fueron a desayunar. Porque este último punto también forma parte de la tradición.

En el vídeo publicado por 'The World' se puede ver a una decena de miembros sentados en una mesa y gritando al unísono «¡jugarem, jugarem!» -jugaremos en catalán-. Ya con el estómago lleno, se disponen a celebrar sus particulares juegos olímpicos de invierno; lanzamiento de jabalí -es un saco con forma del animal-, estirar la cola al jabalí o el curling de montaña, que consiste en lanzar piedras a una diana.

Y aunque en el pantano de Vallvidrera nunca hay hielo, este peculiar club de curling sí se ha estrenado oficialmente en un partido. Fue en un torneo para aficionados que se celebró en Puigcerdà. El equipo de la localidad les invitó a participar, les cedió un jugador y debutaron en competición oficial. Curiosamente, lograron la victoria.

«Estamos muy orgullosos de ser uno de los dos clubs de curling de Cataluña con pista propia», presumen sus aficionados en una entrevita con Rac1. Ellos no cuentan al Barça, que, además, proporciona instalaciones al Club de Cúrling de Barcelona y al Lliçà d'Amunt. Así que solo quedan dos clubes independientes sin 'ayuda externa'. Uno es el Puigcerdà y, el otro, el Vallvidrera.