
El club femenino de voleibol de Sestao con lista de espera para entrar a jugar
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El cuidado de todas las categorías y el arraigo con su municipio explican el éxito de un club con listas de espera para inscribirse en sus actividadesJosé Félix Cachorro
Bilbao
Lunes, 3 de marzo 2025
La iniciativa de un profesor en una modesta escuela se ha convertido en una realidad con décadas de vida muy exitosas. Aquella semilla ha crecido ... hasta fijarse a su municipio con gruesos pilares y acoger a 200 personas, entre jugadores de ambos sexos y técnicos. Como principal seña de identidad, el Club Voleibol Sestao cuida con esmero sus raíces. Conserva en su escudo las siglas A.T., las del colegio Antonio Trueba (hoy Markonzaga), donde a un maestro se le ocurrió que sus alumnos practicaran una disciplina no precisamente mayoritaria. La idea creció y se oficializó como entidad deportiva en 1983, «cuando el pueblo tenía mucho asociacionismo y había muchas más empresas», destaca su presidente, César Ruiz, que en aquella época se trasladó de Bilbao al municipio de la Margen Izquierda.
Eran otros tiempos. El Sestao actual ha cambiado tras perder unos trece mil habitantes desde entonces. «La evolución social, del pueblo e industrial ha sido brutal». Su club de voleibol ha sabido adaptarse a los vaivenes, pero sigue fiel al dogma de que la base es lo primero. Su primer equipo, en la Primera División femenina, se nutre sólo de la cantera. Durante su historia ha tenido a «algunas jugadoras de fuera porque pasaban por aquí, por intercambios por ejemplo, no porque las ficháramos».
Las verdinegras han recogido laureles a lo largo de los años en la mayoría de las categorías. También estuvieron cinco temporadas en la Superliga 2, el segundo escalón del voleibol nacional, y su constancia se ha traducido en una increíble demanda de solicitudes para inscribirse en sus conjuntos de formación. «Hemos tenido 50 niñas en lista de espera. Me da pena. Llaman desde Mungia, Erandio, Portugalete, Sestao, del Valle de Trapaga, Bilbao... Me da mucha pena decir que no a una niña», lamenta Ruiz.
El Voleibol Sestao cultiva una amplia base que alimenta a los conjuntos superiores. 70 niñas alevines y una «estructura piramidal más pequeña para los chicos» componen el vivero del club. «No crecemos más porque no se puede, porque no tenemos espacio físico para poder entrenar», además de las instalaciones de Markonzaga y La Benedicta. La sección masculina, que tiene conjuntos absolutos, avanza con cadetes y juveniles, que «están dando un nivel» y que supondrán «un bendito problema que deberemos resolver» cuando haya que conformar futuros equipos.
«Trabajar la base y llegar hasta donde se pueda» son dos dogmas sagrados en la entidad verdinegra, ambiciosa porque se propone ganar «en todas las categorías en las que sea posible, acudir a todas las finales, ir a los campeonatos de España». Uno de los objetivos fundamentales pasa por mantener el primer equipo en Primera, formado por «gente muy, muy joven» a las órdenes de Paki Blanco. También se pretende retomar el volei- playa en los campos de Galindo, ahora en obras, que significa una importante actividad cuando concluye la temporada en pista a partir de mayo. El Sestao llegó a tener una pareja en el circuito nacional de esta modalidad.
Matamorfosis continua
El Voleibol Sestao ha campeado temporales y se ha ajustado a los inconvenientes que encontraba en el camino. Sigue organizando competiciones en diferentes categorías después de renunciar, por razones económicas, a su prestigioso torneo internacional, al que en los años noventa acudieron «el CSKA de Moscú o la selección cubana en el año 92, que luego fue campeona en los Juegos de Barcelona». Hasta 19 ediciones se celebraron de aquel encuentro, más citas en Navidad, cuando había más apoyo de empresas e instituciones. Pero eran otros tiempos, «sin tantas redes sociales ni posibilidades de ver voleibol como ahora por distintos medios. Venía gente de todas partes de España, llenábamos La Benedicta. Aquellos torneos tenían una razón de ser, como crear una afición, un vínculo con el pueblo, darle un nombre al club».
Pasado el máximo esplendor, la entidad verdinegra se adaptó a los nuevos aires. Se recompuso tras dejar la Superliga 2 y permaneció agarrado a la cantera por convicción. Como lo fue en la división superior, La Benedicta también ahora, en Primera, es uno de los pabellones con mayor entrada de público. En el polideportivo sestaotarra se vive un «gran ambiente», donde «mucha gente se ha enganchado a este deporte al ver un partido en directo».
Sólo razones económicas y de espacio frenan al club vizcaíno. Aparte de ayudas externas, sobrevive con una cuota anual de unos 200 euros, según las categorías, por practicante. «No es fácil subir» la contribución porque «hay gente que está justita». Mientras tanto, en Sestao están «satisfechos porque las jugadoras progresan, están agradecidas e incorporadas a la línea deportiva, integradas perfectamente. Y estamos encantadísimos de poder hacer esto».
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