Los All Blacks contra todos los demás
El Mundial de rugby arranca el viernes en la sede inédita de Japón, con Nueva Zelanda de eterna favorita, pero sin liderar el ránking por primera vez en diez años
2019 está zarandeando el 'establisment' del deporte. Un colombiano, Egan Bernal, ganó el último Tour; Francia ha apeado a EE UU en el Mundial de ... baloncesto y la selección de rugby de Australia infligió a los All Blacks la mayor derrota de su historia (47-26). Bien mirado, sólo fue otra mancha de tinta en el siglo y medio de hegemonía de Nueva Zelanda en este deporte, el transcurrido desde que en 1870 se disputó en las antípodas el primer partido con el balón ovalado. Los de negro no tardaron en vengar la paliza de los australianos con un 36-0, pero en vísperas del Mundial de Japón, cuya novena edición comienza este viernes en Tokio con el partido inaugural entre los anfitriones y Rusia, a los aficionados les asalta una duda: la potencial vulnerabilidad de los neozelandeses, que tienen tres títulos, el de la primera edición de 1987 y los de las dos últimas, 2011 y 2015.
Los de negro ganaron en 2011 y 2015, y aspiran al tercer título consecutivo, pero ¿son vulnerables?
La sombra de la duda
Por vez primera en diez años, los All Blacks han sido desplazados del primer puesto del ránking mundial de selecciones. Sudáfrica les empató este verano e Irlanda los ha ganado un par de veces antes de 2019. Son datos que no significan demasiado tomados de forma aislada, pero juntos sugieren que el Mundial -también denominado Copa Webb Ellis y que se disputa cada cuatro años desde 1987- puede estar más abierto esta vez. Un maratón de 48 partidos que se prolongará hasta el 2 de noviembre, con 20 selecciones que competirán en doce estadios, mediante un sistema de cuatro liguillas de cinco equipos, seguidas de cuartos, semifinales y final.
La relativa incertidumbre sobre el ganador no es lo único que confiere un carácter especial al torneo. También es una novedad el escenario que World Rugby, la FIFA del balón ovalado, ha escogido para su celebración. Se ha inclinado por un país ajeno a la tradición del rugby a fin de atraer a la audiencia asiática, un experimento mediático que conocemos en Euskadi, ya que, también con el propósito de expandir el mercado, San Mamés fue sede el año pasado de las finales europeas de clubes. Bilbao conoció entonces a dos leyendas de los mundiales. El apertura neozelandés Dan Carter, enrolado en el Racing 92, aunque no llegó a jugar en La Catedral, y el irlandés Johnny Sexton, apertura de Leinster.
Carter llegó a la capital vizcaína con el aura de haber sido quien, junto a Richie McCaw, lideró a los All Blacks cuando ganaron los mundiales de 2011 y 2015. Ambos ya no visten de negro, pero la sombra que proyectan y las gestas neozelandesas de todo el siglo pasado hacen que las actuales estrellas de esa selección (Rieko Ioane, Beauden Barret, Kieran Read) se sientan obligados a llevarse en Japón su tercer título consecutivo. En su país, menos que eso es un fracaso.
Johnny Sexton sí acudirá al Mundial con Irlanda, selección que aspira a hacer un gran papel, aunque Sudáfrica es la que más podría poner en peligro el dominio de los All Blacks, tras haber ganado la última Championship, competición de selecciones del hemisferio sur. Pero no se puede ignorar a Gales, ni a Inglaterra, Australia y Argentina. Escocia y Francia -esta última en crisis- están un escalón por debajo. Aunque todo puede pasar en el planeta del balón ovalado.
Cerveza, tatuajes y tifones
Japón no escatimará cerveza en los estadios. World Rugby espera 400.000 turistas -20.000 franceses- que podrán beber durante los partidos, algo sagrado en el rugby, como se pudo comprobar en San Mamés. La selección de España tendrá que beber fuera y sufrirá una frustración aún mayor que esa porque de haberse clasificado para el Mundial -Bélgica la eliminó con polémica- hubiera protagonizado el choque inaugural contra Japón en lugar de Rusia.
El Mundial está teniendo mucho tacto con la idiosincrasia nipona. World Rugby ha pedido a los 620 jugadores -31 por selección- que sean discretos con sus tatuajes porque la sociedad nipona los asocian a la Yakuza, la mafia local. Sobre el torneo, un ensayo a un año vista de los Juegos de Tokio, planea otro riesgo medioambiental: la temporada de tifones; el último, el pasado 9 de septiembre.
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