El sueño del Bidaideak debe esperar

Nada que reprochar. Al contrario. Arropado por una afición de bandera, acompañado in situ en L'Alqueria valenciana por la concejala de Deportes del consistorio bilbaíno, Oihane Agirregoitia, el Bidaideak no renunció a nasa y solo cayó con todos los honores ante un rival superior. El físico y el talento eran mayores en el Ilunion. Por eso a nadie le extrañó que su primera ficha movida fuera plantar sus postes en la pintura. Del resto se encargaba esa máquina de anotar importada de Inglaterra de la marca Bywater. Lo que el británico no facturaba -su primer aviso fue el triple desde ocho metros con que estrenó la anotación del partido- se encargaban de rapiñarlo entre los hermanos Zarzuela y Hawking. Asier García quiso replicarle, pero durante demasiado tiempo en el primer cuarto estuvo huérfano de compañeros capaces de dañar en ataque.

Con Bywater como eje, el Ilunion lo tenía muy claro. Atraía hacia sí las ayudas bilbaínas y se abrían válvulas de escape para nutrir de balones francos a los inquilinos del poste bajo. Casi siempre encontraban la ventaja de envergadura sobre Blair, que mantenía el tipo en la defensa con silla, pero no podía ejercer resistencia en el punteo. Cada balón que llegaba a la pintura vizcaína aparecía reflejado en el luminoso.

Un tiempo muerto a los tres minutos y medio (4-11) serenó a los de Esteban Núñez. Comenzaron a encontrar a Turek y se a acercaron 10-13 con opción de Blair de anotar una solitaria acción bajo el aro. No lo logró y se marcó un punto de inflexión que llevó al Ilunion a meter una marcha más y escaparse en el luminoso. Certeza y seguridad madrileñas contra precipitación y malos tiros bilbaínos. Y los bien ejecutados, como sendos triples seguidos de Asier García y Turek se salieron físicamente de la red. El 13-23 con que se llegó al primer control de paso era fiel a lo visto sobre el parqué valenciano.

La inclusión de O'Neill y Mouriz tenía un claro motivo: sacar al defensor del título de su cueva. Con superpoblación de tiradores, el Bidaideak asumía el riesgo. Algo debía hacer. Un triple del australiano fue una bocanada de oxígeno. Esperanza concentrada. También llegaban buenas noticias interiores con Sandoval anotando tras rebote ofensivo, pero lo que no cambiaba era el tremendo daño de los Zarzuela y Hawking cada vez que armaba el brazo un jugador vizcaíno. La buena circulación en busca de tiradores era el recurso a repetir. O'Neill había tomado el protagonismo en ataque y con un esfuerzo supino los de Txurdinaga lograron revertir los dobles dígitos de desventaja para llegar al descanso enganchados a la final (29-36).

En la reanudación, segundo y último punto de inflexión. Otra vez amagaban los bilbaínos con acercarse y una penetración de O'Neill parecía colocar el 35.38. No atinó el francotirador de Darwin y la réplica fue instantánea. Sobrevivió unos minutos el equipo de Esteban Núñez desde la línea de castigo y el Ilunion dio definitiva luz verde al recital de Bywater. Ocho puntos seguidos, con dos triples en el lote, pese a que unos instantes antes se había retirado con el antebrazo izquierdo lastimado, fue el modo en que el doble bronce paralímpico dejó la final sentenciada.

Al Bidaideak le atrapó el vértigo y buscó la reacción desesperada sin que fuera su día en el tiro (19/53 de dos y 2/15 en triples). Mejoró en el rebote tras sus propios errores, pero el Ilunion había olido la sangre y su ferocidad despertó definitivamente. Para colmo de males, en la recta final O'Neill vio atrapado su pulgar derecho en una rueda de la silla y se produjo una herida que le apartó definitivamente del juego.

El 53-75 final coronó al mejor. El Bidaideak regresa con la cabeza bien alta al dar otro paso en su evolución. Era su primera final y le tocó en mala suerte medirse al 'Rey de Copas'. El quinteto ideal fue cosa de los dos finalistas. Ilunion incluyo a Sara, Alejandro Zarzuela y Bywater y los hombres de negro de Txurdinaga a Blair y Asier García.