El municipio de Mundaka acaba de convertir en inmortal a uno de sus antepasados más ilustres, Gregorio Blasco, figura del Athletic más laureado de la ... historia. Le ha puesto una calle. Se une a otros futbolistas que dan nombre a diversas vías urbanas. En Bilbao, alrededor de San Mamés, aparecen en el callejero los nombres de Rafael Moreno «Pichichi», Telmo Zarra, que también la tiene en Mungia, y Raimundo Pérez Lezama. En Galdakao hay una calle dedicada a Josetxu Iraragorri.
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Pero en Getxo, ninguna calle o plaza recuerda a dos de sus vecinos más gloriosos en el mundo del deporte. Hay una dedicada a José Luis Ugarte, el navegante solitario que dio la vuelta al mundo, pero nadie en el consistorio getxotarra se ha acordado de Pedro Vallana o José Mari Yermo, dos deportistas que batieron marcas que no se han vuelto a superar.
Vallana, de padre italiano y madre suiza, nació en Algorta en 1897. Practicó el atletismo y fue recordman de Bizkaia de los 100 metros entre 1922 y 1928. Hizo también ciclismo y montañismo, pero se enroló en el Arenas en 1912. Aunque medía solo 1,70, jugaba como central derecho en un fútbol en el que sólo se alineaban dos defensas. Ganó la Copa del Rey en 1919, fue subcampeón otras tres veces y se convirtió, en 1928, en el único futbolista que ha participado en tres ediciones de los Juegos Olímpicos, en Amberes (1920), París (1924) y Amsterdam.
En 1929, Perico Vallana decidió retirarse del fútbol y convertirse en árbitro. Otro hecho insólito: pasó de jugar a dirigir encuentros de Primera División en la misma temporada. Cuando estalló la Guerra Civil, Vallana se convirtió en el entrenador de la selección vasca de gira por Europa y América. Después, se afincó en Uruguay donde también dirigió partidos de Primera División y luego se convirtió en cronista deportivo. Murió en Montevideo en 1980.
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En Amsterdam, Vallana compartió vestuario con José Mari Yermo, un superdotado para el deporte, nacido en Getxo en 1903, con el que también jugaba en el Arenas. En el partido inaugural de los Juegos Olímpicos, frente a México, Yermo, un atleta excepcional, consiguió algo que hasta 2021 no pudo igualar ningún jugador de la selección española: marcó un triplete. En Tokio fue Rafa Mir, en la prórroga ante Ghana, el que también lo hizo.
Fútbol y ciclismo
Pero las hazañas de Yermo van mucho más allá. Se convirtió en esos Juegos disputados en los Países Bajos, en el único deportista que ha competido en dos disciplinas tan diferentes como el fútbol y el ciclismo en la misma edición. Es más: pudo marcar un hito insuperable, porque en atletismo, consiguió los récords de España de longitud y triple salto. El 6 de abril de 1924 batió la marca de triple con 13,48 metros, ganó el torneo preolímpico y fue seleccionado e inscrito en los Juegos en esa prueba y en la de longitud, en la que estableció una mejor marca española con 6,23 metros. Los archivos del CIO referentes a los Juegos de París lo reseñan como inscrito, pero «no presentado».
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Después de la eliminación de España frente a Italia en fútbol, José Mari Yermo preparó su participación en ciclismo, que se disputaba dos meses después. El 10 de junio jugó con el Arenas un partido anmistoso contra el Logroñés (3-1). Marcó el primer gol rojinegro. A mediados de mes decidió aceptar el ofrecimiento de la Unión Velocipédica Española para disputar las pruebas de pista en Ámsterdam, pero estuvo a punto de no acudir, porque el Comité Olímpico Español (COE) le comunicó a la Unión Velocipédica que Yermo no estaba inscrito, porque, «no dan ustedes datos sobre el número y clase de pruebas en las que eventualmente pueden participar dicho corredor».
Se montó un pequeño escándalo, ya que, además el COE apuntaba que no podía asegurar el pago de los gastos de los ciclistas, cuando días antes había emitido una nota oficial en la que se consignaba la cantidad de 1.850 pesetas para los viajes. Además, José Mari Yermo tuvo una dura caída durante el campeonato de Bizkaia de velocidad. El 5 de julio, el atleta recibió un telegrama en el que el COE rectificaba y lo daba por inscrito. A mediados de julio, recuperado ya, comenzó de nuevo a entrenarse sobre el rodillo. Después de realizar varias pruebas en el velódromo de Vitoria, el día 30 salió rumbo a Ámsterdam. Yermo compitió en la prueba de mil metros. Fue 12º entre 16 participantes, pero consiguió una hazaña difícil de superar. Murió joven, con 57 años, tras una cruel enfermedad, pero junto a Vallana, dejó atrás un legado que tal vez se merece una calle en Getxo.
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