Cada partido debe ser encarado como una final y se notó esta premisa en la tensión del partido jugado en Anduva, con un Amorebieta que, ... salvo desajustes defensivos ocasionados en su mayoría por un Iñigo Vicente 'on fire', aceptó el intercambió de golpes y aprovechó una primera parte de ida y vuelta para respirar y quitarse el susto de alguna ocasión de los jabatos. Los azules se beneficiaron hasta de los saques de banda, ejecutados con maestría y demostraron la personalidad que le gusta a Iñigo Vélez, aunque en los últimos metros no encuentran esa definición que es la que suma puntos. El gol, de momento, es la signatura pendiente porque ocasiones hubo de sobra para haber inaugurado el ranking de goleadores. De nuevo tuvo que ser Álvaro Peña el que probase suerte en los chuts en el primer tiempo. El Amore tiro de bandas de forma muy activa generando situaciones de peligro, aunque a la vuelta del descanso el guion se asemejó demasiado al partido jugado en Girona. En esta ocasión fue Iñigo Vicente el encargado de desequilibrar el choque que a los puntos estaba cayendo del lado de un Mirandés más incisivo.
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Tras otro susto de Gelabert combinando con el de Derio, Santamaría mantuvo vivo al Amorebieta con dos paradones para que Peña, Unzueta y Orozco tuvieran ocasiones clarísimas para empatar en los mejores minutos azules, pero no quiso entrar la pelota que parecía hacer corbatas en un green. El valenciano Caparrós Hernández dirigió un choque sin aspavientos, muy bien y con sentido común. Hay juego de sobra y un esfuerzo encomiable, por lo que a pesar de no haber conseguido goles ni puntos la escuadra urdina no debe caer en la ansiedad. El míster debe elevar el listón de exigencia y buscar soluciones a la falta de gol; la altura le puede dar muchos puntos. Ahora hay que prepararse para el debut en Lezama con su publico, donde se vivirá un partido para el recuerdo: el primero como local en Segunda contra el Almería en un domingo llamado a ser histórico de conseguir la victoria, porque la primera vez nunca se olvida.
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