Xabi Alonso, un parón instalado en el diván
La derrota en Anfield y el empate de Vallecas elevan las críticas al técnico por no intervenir casi en los partidos y no tener el control de un vestuario de solistas
El Real Madrid llega al tercer parón liguero del curso como líder, pero con malas sensaciones después de secarse en dos partidos consecutivos, ante el Liverpool y el Rayo, sin ese grito de gol que esconde dudas y problemas que colocan a Xabi Alonso en el foco de las críticas. Justo cuando parecía haber encontrado la fórmula del éxito al vencer en el clásico, se queda sin marcar en un mal momento, cuando llega un descanso reparador necesario, pero también asoman dos semanas en el horizonte con ríos de tinta y tertulias inquietantes.
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Como dicen los castizos, este Madrid no es 'ni chicha, ni limoná'. No juega mal del todo, pero tampoco bien. Domina, pero no mata. Trata de presionar, pero se queda en el intento. Su ritmo quizá le vale en la Liga, pero no es acorde al que se exige en el fútbol moderno al más alto nivel. Tampoco es intenso, ni brillante, ni coral, ni un equipo de autor como sí lo era ese Bayer Leverkusen de Xabi Alonso.
Vaya por delante, eso sí, que el Madrid es el único representante español en el 'top 8' de la Champions y solo se ha dejado cinco puntos de 36 posibles en el torneo de la regularidad, con tres de ventaja sobre el Barça, cinco respecto al Villarreal y seis en relación a ese Atlético que le sacó los colores en el Metropolitano. Como dice Xabi, a veces «cuesta llevar el partido al terreno que uno quiere» y no es momento aún para «sacar conclusiones precipitadas».
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En Anfield y en Vallecas, el Madrid se vio imponente para progresar ante dos rivales más dinámicos y enérgicos, salvando las enormes diferencias entre los 'reds' y los franjirrojos. Semana negra de un equipo sin alma y con poca respuesta desde el banquillo de un técnico que en sus comparecencias no denota alegría y optimismo sino más bien preocupación. Si en Inglaterra Courtois se vistió de héroe, en Vallecas nadie sobresalió dentro de un equipo plano, previsible y más bien ramplón.
'Mbappedependencia'
Mbappé apenas dejó huella ante el Rayo y fue fiel reflejo de la impotencia blanca. Solo tocó 27 balones y disparó una vez a puerta. Se quedó en ocho su racha de partidos ligueros seguidos marcando, a dos de la marca de Cristiano Ronaldo. Y sin Kylian no hay paraíso, ya que suma 18 de los 34 goles anotados por el Madrid este curso, un descomunal 53% que se sitúa muy por encima de los porcentajes que presentaban incluso Cristiano Ronaldo (39%) y Leo Messi (29%) en sus temporadas más prolíficas con el Real Madrid y el Barça.
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Un sector de la crítica madridista considera que Xabi Alonso ha perdido el control del vestuario y que Vinicius le ha ganado la batalla con sus desplantes y faltas de respeto en los cambios. También entiende que el guipuzcoano roto una norma no escrita en los manuales de los buenos entrenadores, que consiste en adaptar el sistema a las característicad de los jugadores y no al revés. Si los de arriba (Mbappé y Vinicius) no presionan como se les exige, hay que cambiar. También se observa cierta falta de liderazgo en el juego y en el vestuario, donde hay mucho solista pero no directores. Y, desde que se marchó Kroos, falta un creador, un organizador. Un problema agravado sin Luka Modric.
El turco Arda Güler progresa adecuadamente con Xabi Alonso, pero quizá desde la base no tiene la misma influencia que jugando más adelantado para conectar con Mbappé, del que es el mejor socio y asistente. Al tolosarra se le reclaman más minutos para Ceballos y delanteros como Endrick y sobre todo Rodrygo, que ha pasado a ser un jugador residual desde esa baja al final del curso pasado por motivos aún desconocidos. Ya son 29 partidos los que lleva Goes sin anotar, aunque en la mayoría de ellos haya jugado solo minutos residuales. Atrás, lo que eran todo parabienes para Huijsen y Álvaro Carreras están derivando en críticas por ser muy pulcros con el balón, pero blanditos a la hora de defender y tener que fajarse. Llegados a este punto, a Xabi Alonso no le queda otra que ir al rincón de pensar.
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