'Caso Negreira': comprar neutralidad y otros motivos para la tranquilidad
La justicia en España irá lenta. En Europa es otra cosa, y más en el campo de la competición futbolística internacional, donde los organismos del ramo no se andan con chiquitas
En el fútbol español están abundando últimamente las notas de clubes quejándose de los arbitrajes. Y del VAR. No acaban de tomar el camino que ... emprendió el Barcelona hace unos cuantos años: asegurarse la neutralidad, que es un valor en sí mismo. Nada de favorecer a nadie, sólo y simplemente la neutralidad. Según declaró su histórico conseguidor, el señor Enríquez Negreira, cuando se le preguntó sobre ello por Hacienda, el Barcelona lo que quería era asegurar, a través de un eficaz, por excelentemente remunerado, mediador como él, que casualmente era el vicepresidente de los árbitros, que los arbitrajes fueran neutrales. Una gran tranquilidad para todos los afectados. Eso lo tenían garantizado todos los clubes que se enfrentaran a ellos. Gracias a la entidad culé, que contribuyó al bien propio y también al bien común gastándose más de 7 millones de euros. No hay hoy de qué preocuparse. Si no hubiera hecho ese esfuerzo, que los demás no hicieron, no podría evitarse que al equipo arbitral de turno se le ocurriera no ser neutral, voluntariamente o no.
Ahora ya no. El Barça lo ha conseguido. Con su dinero. Y encima nos quejamos. Más cosas para estar tranquilos. La personación en la causa penal del Real Madrid y ahora del Gobierno a través del Consejo Superior de Deportes. La entidad merengue, después de su inicial y seguro que reflexivo silencio, decidió, de urgencia, comparecer en el pleito para defender sus intereses. Que no son, parece, los de la Liga o los de la RFEF, aunque éstos representen a la competición y a todos los clubes.
El Real Madrid tendrá su propia defensa. No vaya a ser que le hubieran perjudicado sin saberlo. A él. O que sea necesaria más presencia letrada por la causa del interés general. Será eso, no pensemos mal. No sabemos por qué no se han personado el Celta, el Granada o el Numancia. No verán necesario defender sus intereses fuera de los organismos comunes. El Madrid volverá a ir por libre con su potente equipo de abogados. Otra razón para estar confiados en que habrá justicia, en que todo se solucionará. La hasta ahora extraña pero bien avenida pareja Barça-Madrid ha escenificado crisis, al menos puertas afuera. Y es que ante la imagen pública no hay amigos que valgan, ni causas comunes suficientes, ni superligas, ni fondos de financiación, ni comidas ni palcos. No vaya a ser que les birlaran títulos de mala manera y los blancos ni se enteraran, para enfado, al saberlo ahora, de sus aficionados. Defiéndanse, por favor. Por mí y por todos mis compañeros, como siempre sostiene Florentino. Su sólida tesis, ya saben: si me va bien a mí, les irá bien a ustedes aguas abajo. Qué tranquilidad nos embarga.
La comparecencia del Gobierno por medio del CSD se ha hecho esperar, pero se supone que obedece a haberse convencido por fin de la necesidad de que se depuren responsabilidades por algo que califica como muy grave. La pena es que no lo previera, para éste o para otros posibles casos de corrupción, a la hora de perfilar una nueva ley del deporte que mantiene los tradicionales escasos plazos de prescripción de las infracciones administrativas, norma aprobada escasamente semanas antes de destaparse este escándalo. Mera coincidencia, sigamos sin pensar mal.
La justicia en España irá lenta. En Europa es otra cosa, y más en el campo de la competición futbolística internacional, donde los organismos del ramo no se andan con chiquitas. Principalmente cuando se afecta al 'business', y no olvidemos el pertinaz apoyo blaugrana al motín de la Superliga, que es lo que, en la realidad, puede acabar por pasarle factura ante UEFA y FIFA. ¿Hay alguna razón entonces para no tener tranquilidad y confiar en la neutralidad?
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