C´est fini
La escandalosa historia de los sobornos para amañar la elección de Catar se ha llevado por delante la figura de Michel Platini
La última esperanza de muchos franceses, que todavía confiaban en que la figura de Michel Platini pudiera rehabilitarse, quedó enterrada ayer por la mañana cuando ... el expresidente de la UEFA fue detenido en Nanterre acusado de prácticas corruptas en la elección del Mundial de Catar. Fue el golpe definitivo para una leyenda del deporte cuya reputación ya quedó casi desmantelada a finales de 2015, cuando fue suspendido cuatro años por el cobro ilegal de 1,8 millones de euros por parte de la FIFA. Pero siendo grave, aquello tuvo un tinte menos dramático. Una cosa son las sanciones administrativas por maniobras más o menos turbias y otra que la Oficina del Fiscal Nacional de Finanzas te envíe a casa a los gendarmes con una orden de detención y acabes en los calabozos «por actos de soborno activo y pasivo».
El Mundial de Catar va a ser la tumba de Michel Platini, algo que algunos ya comenzaron a sospechar en 2013 cuando 'France Football' denunció que ese torneo había sido comprado. Así, sin eufemismos. Comprado. La revista informó de una reunión celebrada en el palacio del Elíseo el 23 de noviembre de 2010, diez días antes de la votación en la que se eligió la sede de la Copa del Mundo de 2020. En aquel cónclave secreto participaron, además de Platini, el presidente Nicolás Sarkozy, el primer ministro catarí, Tamin Hamad Al Thani, y Sébastien Bazin, representante del fondo Colony Capital, entonces propietario del PSG. Entre los cuatro urdieron el amaño.
La caída definitiva del expresidente de la UEFA es el final de una historia que pide a gritos un libro de Emmanuel Carrere. Y es que no estamos hablando de un exjugador excepcional, uno de los mejores de la historia y, desde luego, el mejor que ha dado su país junto a Zidane. Hablamos de un mito. Nacido el 21 de junio de 1955 en Joeuf, cerca de Marsella, hijo de una pareja de restauradores de origen italiano, la figura de Michel Platini trasciende el ámbito del deporte. Su dimensión fue mucho más allá de los títulos que consiguió con la Juventus y con su selección. Mucho más allá también de sus tres Balones de Oro en 1983, 1984 y 1985. Platini fue un estandarte nacional francés y un líder absoluto dentro y fuera del vestuario. Todos sus excompañeros de equipo coinciden en el enorme ascendente que tenía para ellos Platini, el capo indiscutible. En Alemania sucede algo parecido con Franz Beckenbauer.
Que un personaje de este calado acabara dedicándose a labores de organización, como el Mundial de 1998, o de gestión en la Federación Francesa tenía toda su lógica. El papel de entrenador, incluso el de seleccionador, se le quedaba pequeño. En este sentido, hay que tener en cuenta una característica muy específicamente francesa y es el prestigio popular de los grandes rectores del deporte, tan venerados como los propios deportistas. El periodista Thibau Leplat explicó muy bien cómo funcionaba esta mentalidad en un artículo publicado hace tres años en 'El País'. «Nosotros recordamos en todas nuestras escuelas, antes incluso de aprender las reglas del juego, que la FIFA (Robert Guérin), la UEFA (Henry Delaunay), la Copa del Mundo (Jules Rimet), los Juegos Olímpicos modernos (Pierre de Coubertin), el Balón de Oro (el diario France Football), la Copa de Europa (Gabriel Hanot) y el Campeonato de Europa (Henry Delaunay) los habíamos inventado nosotros, los franceses».
A su aire
El poder, sin embargo, nunca es fácil de manejar. Y si va acompañado de la devoción del pueblo, todavía mucho menos. Hay muchas posibilidades de que acabe produciendo egos enfermizamente inflamados. Este es el caso. Platini siempre actuó a su aire. Lo hacía dentro del campo, donde jamás capituló ante la autoridad de un entrenador. Y también en los vestuarios. El 29 de junio de 1990 fue condenado a cuatro meses de prisión y a una multa de 300.000 francos por su implicación en el caso de la caja negra del Saint Etienne, un fondo no declarado que el club y los jugadores montaron a principios de los ochenta para el pago de las primas.
Lo cierto es que su paso a los despachos, justo después de su retirada prematura a los 32 años, fue un éxito durante años. Hasta que dejó de serlo, podríamos decir. A medida que adquiría más poder, su figura se iba deteriorando por dentro. En los palcos, a veces un poco abotargado, quizá aburrido por un espectáculo que era mucho mejor cuando él lo protagonizaba, parecía por encima del bien y del mal. Siempre hay un punto de inconsciencia en quienes se acaban creyendo intocables. Y, tarde o temprano, siempre les llega su final.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión