Uno de cada diez futbolistas federados ha presenciado alguna agresión racista

La investigación se ha realizado en Aragón, Bizkaia, Catalunya, Galicia, Gipuzkoa y Navarra con la participación de 446 personas, ciñéndose al fútbol y al baloncesto federado tanto femenino como masculino. La amplitud de la muestra ha revelado que la mancha de esta lacra está extendida. De hecho, casi la mitad de los consultados (el 48,4%) ha presenciado algún tipo de discriminación racista mientras practicaba su deporte.

Tanto como el dato inquieta la normalización de las diversas formas de discriminación racial y violencia, lo que se refleja en la infradenuncia. El 82% de las personas que tienen experiencias discriminatorias no lo denuncia ni presenta una queja o una reclamación, según este informe.

El trabajo también manifiesta que el deporte es un ámbito más en el que se reflejan actitudes instaladas en la sociedad. Los datos muestran que el racismo no nace tanto dentro de los protagonistas de un evento deportivo como de aquellos que van a presenciarlo como práctica de ocio. En el caso del fútbol, el capítulo de «burlas e insultos racistas por parte de la afición» constituye el 31,8% de los incidentes de discriminación observados en 2023, con un total de 128 casos.

Muchos de ellos tienen como motivación el llamado 'dirty talk' o forma de tratar de desestabilizar emocionalmente al oponente a través del insulto. Un futbolista participante en el estudio -de Gambia, de 17 años y miembro de una academia de alto rendimiento- señala que una de las estrategias más prevalentes para desestabilizar a los deportistas afrodescendientes son los insultos racistas. «Si eres de color diferente, te lo dirán. Si estás jugando con un equipo y eres negro, defensa, y hay un delantero ahí que no puede pasar, ¿al final qué van a decir? ¡Qué puto negro! ¡Vete a tu país!».

Pero la discriminación no es solo de tipo racista. Las «burlas e insultos sexistas por parte de deportistas durante eventos deportivos» representan el 20,6% (83) de los incidentes detectados. Y las «burlas e insultos machistas y LGTBIQ+ fóbicos de la afición durante eventos deportivos» abarcan el 19,4% de los casos observados (78 incidentes).

Sumando distintos tipos de faltas, se concluye que en el 78,8% de los casos el agente discriminador es la «afición o público espectador». El segundo agente discriminador más mencionado es «entre deportistas», con un 39,4%, siendo en tercer lugar las «familias», con un 27,6%.

Mención aparte merece el casi 10% de las personas que han presenciado agresiones físicas en el fútbol amateur, lo que equivale a decir que uno de cada diez jugadores ha vivido en su entorno algún episodio violento. Un porcentaje que disminuye hasta el 6,6% en el caso del baloncesto.

Otro de los elementos trabajados es el papel de las instituciones deportivas y públicas en la prevención, detección y denuncia de incidentes racistas. Sobre esta cuestión, el 38,9% de las personas encuestadas tiene una valoración negativa o insuficiente sobre su implicación para la erradicación de esta situación.